En alguna parte leí que Malcom Maclaren, el gurú británico del grupo musical Sex Pistols, quiso postularse recientemente para alcalde de Londres valiéndose de una singular plataforma para lanzar su candidatura: ofreció devolver la anarquía a la ciudad, legalizar los burdeles y la mariguana y permitir que cantinas y bares permanecieran abiertos las 24 horas. Al detallar algunos puntos de su plataforma, Maclaren dijo a la revista Statesman que permitiría la instalación de burdeles frente a la Cámara de los Comunes de manera que chicos y chicas del oficio pudieran ofrecer un servicio más expedito a los legisladores.
Se me ocurre que resultaría más afortunado que entre los próximos aspirantes a la jefatura de Gobierno del D.F. surgiera algún candidato honesto que en lugar de seguir refriteando las viejas y por lo visto irrealizables propuestas sobre seguridad, reordenamiento urbano y otros delirios, inspirándose en el señor Maclaren hiciera propuestas realmente viables y sobre todo acordes con nuestra realidad.
¡Total! como afirmó el físico brasileño Constantino Tsalles al recibir de manos del presidente Fox, el premio “México” de Ciencia y Tecnología 2003 “La semilla de la teoría sobre el desorden o la entropía, ya estaba plantada desde México”. “El caos se retroalimenta y se multiplica en forma exponencial” aseguró el físico brasileño y eso que todavía no había visto nuestro más reciente megacamote dizque democrático en el que no pudiendo sujetar la política a la Ley, pues decidimos sujetar la Ley a la política provocando con nuestros extraños movimientos el principio de un tornado que acabará poniéndolo todo patas arriba.
Mientras tanto nosotros los ciudadanos del diario, resignados a no entender nada y a que nadie nos ofrezca ninguna explicación, seguimos celebrando los habituales ritos cotidianos: la tele, los embotellamientos, las compras compulsivas y las vacaciones; tal vez para sentir que seguimos siendo los mismos frente al caos.
Cuando me miro y nos miro, no sé por qué se me viene a la cabeza la imagen de aquellos exploradores ingleses quienes en algún rincón del África profunda, colocaban una mesita plegable y después de cubrirla con un mantel de encaje tomaban puntualmente su té de las cinco, aunque la malaria les encendiera el aliento de fiebre y a sus pies se retorcieran las víboras tepocatas.
Yo no sé a los demás pero lo que es a mí, esta vida me está matando de pura ansiedad, aunque siendo como soy, una hija legítima del enlace entre el caos y la crisis, he aprendido ya que en los momentos difíciles como los que estamos viviendo, hay que levantar la cabeza, sacar el pecho y repetir con gran aplomo: ¡Aguas, que nos está llevando la chiflada!
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