Investigan la responsabilidad de los fabricantes que pusieron en riesgo la vida del presidente Bush tras vender chalecos de mala calidad.
WASHINGTON (AP).-Fiscales federales están investigando si un fabricante de chalecos antibala puso vidas en peligro, incluida la del presidente George W. Bush, al ocultar fallas potencialmente letales en ese tipo de vestimentas especiales vendidas al gobierno y a agencias policiales.
Un empleado de la empresa, Second Chance Body Armor Incorporated, de Central Lake, Michigan, declaró este mes que el Servicio Secreto probó y adquirió parte de esos chalecos antibalas defectuosos para el presidente y la primera dama Laura Bush.
El Pentágono también obtuvo los mismos chalecos antibalas para soldados de elite que escoltan a generales, indicaron transcripciones de documentos obtenidas por The Associated Press.
Se vendieron numerosos de esos chalecos aún después que Second Chance recibió advertencias de que el material sintético Zylon, hecho en Japón, se estaba deteriorando más rápido de lo esperado debido al calor, a la luz y a la exposición a la humedad. Y eso hubiera permitido a las balas penetrar el blindaje, según testimonios del empleado de la compañía y de otros documentos de la empresa.
La fiscalía ha obtenido documentos que indican que Second Chance fue informada, ya en 1998, por el fabricante japonés del material, Toyobo Corporation, que el Zylon perdía sus propiedades protectoras al cabo de un tiempo.
Ya para el 2001, el jefe de investigaciones de Second Chance, Aaron Westrick, pidió al presidente de la compañía que reemplazara los chalecos luego que sus propias pruebas de laboratorio indicaban que se estaban deteriorando y no cumplían con sus funciones, indicaron memorándums. El presidente de la compañía ignoró los pedidos de Westrick.
"Las vidas y nuestra credibilidad están en juego", escribió Westrick al entonces presidente de Second Chance, Richard Davis, en un memorándum fechado el 18 de diciembre del 2001. "Sólo prevaleceremos si hacemos lo correcto y no vacilamos. Este asunto no debe ser ocultado por obvias razones de seguridad, y debido a la posibilidad de futuras demandas".
Westrick pidió a Davis "notificar de manera inmediata a nuestros clientes sobre los problemas de deterioro" del material.
Pero los clientes de Second Chance no fueron informados del problema hasta septiembre del 2003, luego que un agente de policía de California fue muerto a balazos pese a que tenía puesto el chaleco blindado, y que un agente en el estado de Pensilvania fue herido de gravedad.
En el interín, el Servicio Secreto pagó 53.000 dólares en el 2002 a Second Chance para comprar chalecos antibalas. Algunos de ellos estaban destinados a Bush, a su esposa, y a sus escoltas, encargados de protegerlos a ellos y a otros importantes funcionarios, según indicaron registros federales.