México, (Notimex).- El árbol de la navidad adornado con esferas, ángeles y luces de colores es uno de los símbolos más representativos de esta época del año, señaló el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Añadió que en torno a este objeto, cada año se acumulan los regalos que serán abiertos a la media noche del 24 de diciembre con la finalidad de compartir y recordar el nacimiento del Niño Dios.
Esta milenaria tradición ha perdurado en el mundo por siglos; sin embargo, poco se conoce sobre su origen, precisó.
Por esta razón, el Museo Nacional de las Culturas montó la exposición "Tradiciones Navideñas en Alemania", cuya visita se da desde el pasado 2 de diciembre y hasta el 5 de febrero de 2006, para invitar a los niños a que descubran el significado y procedencia de algunas costumbres navideñas.
El INAH precisó que la encargada de montar esta muestra, Martha Salinas, explicó que es en este país donde surgen, hacia el siglo XVII, un conjunto de costumbres adoptadas en el período navideño, como son la preparación del árbol, la corona y los cirios de adviento, así como la elaboración de juguetes de madera, para fomentar el gozo y la alegría de los niños.
Expuso que aunque algunas de las tradiciones se han modificado con el tiempo, los aldeanos alemanes fueron los primeros que comenzaron a buscar árboles verdes, por lo general abetos, para tenerlos dentro de sus casas en la época decembrina, como un símbolo de renovación de las condiciones sociales y de esperanza para mejorar la producción agrícola.
"El árbol de Navidad originalmente fue adornado con manzanas, avellanas y algunos objetos hechos de madera, se iluminaba con pequeñas velas elaboradas ex profeso para esa fecha, pues representaban la luz ante la llegada del niño Jesús. Al mismo tiempo que se adornaba el árbol, los pobladores alemanes preparaban una gran comida con pasteles, galletas y vino, para estar listos espiritualmente", añadió.
En ese entonces, dijo la etnóloga, preparaban para la Navidad y cada domingo de diciembre se prendía una vela de adviento como muestra de renovación de una nueva época. El día de la Navidad se colocaba la comida en una mesa principal y antes de cenar entregaban a los niños avellanas, nueces, juguetes y otros objetos, como pirámides luminosas, con el fin de llevarles un espíritu de alegría.
Puntualizó que la costumbre de celebrar esta fecha tiene su gran antecedente en la cultura griega, romana (la fusión de ambas) y la egipcia, pueblos que desde los primeros siglos de nuestra Era cultivaban estas tradiciones, aunque con otra connotación, ya que lo hacían para festejar el solsticio de invierno.
Sin embargo fue en Alemania donde se le dio forma a la celebración, lo que derivó en lo que se conoce actualmente.
De acuerdo con Salinas, de Alemania también provienen otros símbolos navideños como los villancicos, Santa Claus (papá Noé en otras latitudes del mundo) y parte de la literatura navideña, cuyo exponente más conocido es Ernesto Teodoro Hoffmann (1776-1822), autor de cuentos y partituras como Cascanueces y el rey de los ratones y La señorita de Scúdery.
"La costumbre de celebrar la Navidad poco a poco se fue expandiendo en toda Europa, hasta llegar a Norteamérica, siglos más tarde, donde se mezcló y se enriqueció la tradición. Actualmente no hay hogar en el mundo que conmemore la navidad adornando con un árbol y un nacimiento", adujo.
En torno a la exposición, la etnóloga del Museo Nacional de las Culturas señaló que la colección está conformada por piezas alemanas que fueron donadas a este recinto en 1974 y agregó que la intención fue ambientar una habitación a la usanza de las raíces germánicas.
La muestra está dominada por un gran árbol de Navidad y además se pueden encontrar carruseles y juguetes tallados en madera, cascanueces, casitas artesanales alemanas hechas de dulce y títeres. Las imágenes gráficas recrean escenas y contextos del ambiente navideño y se complementa con una iluminación y música navideña alemana.
En el siglo XVII se adoptó la práctica de decorar un pequeño abeto o pino dentro de la habitación familiar, con el deseo de llevar el verdor y frescura del árbol al interior de la casa, para contrarrestar el frío y la tristeza invernal del exterior.
En esos tiempos el árbol se adornaba con velas, ya que la luz que irradiaba representaba el símbolo de renovación y esperanza, así como con manzanas, nueces, avellanas, galletas, objetos plateados y todo tipo de golosinas para los niños.
Se afirma que en la zona de Alsacia, en la actual ciudad de Estrasburgo, al suroeste de Alemania, se inició esta tradición centenaria.
Sociedades como la egipcia, la romana y las nórdicas cuentan con leyendas y tradiciones que hacen referencia al culto al árbol como símbolo de la vida vinculadas a sus religiones, pero relacionadas con el solsticio de invierno o la noche más larga del año, época en la que también se realizaban sus ceremonias.
Después de su arraigo en las aldeas alemanas, esta bella práctica pasó a otros países europeos como Suiza, Francia, Inglaterra y España, hasta que a principios del siglo XVIII se introdujo a Norteamérica, probablemente por inmigrantes alemanes, y en otras sociedades del mundo.
Aunque no se sabe con precisión cuándo inició esta tradición familiar, los registros orales y documentales coinciden en que probablemente fue en las aldeas del norte de Alemania donde empezó a principios del siglo XX.
La corona de Adviento se manufactura con ramas entrelazadas de abeto o pino, y se adorna con piñas, hongos rojos, listones o cintas del mismo color, además de cuatro velas de color rojo o amarillo, que se encenderán una a una durante los cuatro domingos anteriores al 24 de diciembre.
La tradición alemana indica que cuando a una familia no le es posible hacer una corona con ramas frescas, se prepara una vela gruesa, que también se adorna.
La corona o vela de adviento es colocada sobre la mesa principal de la habitación familiar o puede colgarse en algún lugar especial de la casa.
La primera vela de la corona se enciende en la tarde del primer domingo de adviento, que será el último de noviembre, al cual se le llama domingo verde.
En esta ceremonia participan todos los miembros de la familia, especialmente los padres y los niños; con ella se inicia la etapa de preparación y recogimiento para recibir con alegría la llegada de la Navidad, época de gran felicidad familiar.