EL PAÍS
MADRID, ESPAÑA.- Alejandra García Andrade salió el 14 de febrero de 2001 de casa a las seis de la mañana en dirección al trabajo. Le pidió dinero a su madre para tomar el autobús. Trabajaba para una empresa maquiladora en Ciudad Juárez, población mexicana de dos millones de habitantes, fronteriza con Estados Unidos en el estado desértico de Chihuahua.
Alejandra tenía ojos de color café, la nariz respingona, medía un metro y 65 centímetros de altura, era de complexión delgada. Le gustaban las canciones de Paulina Rubio, posaba como modelo junto a las secadoras y las bañeras de hidromasaje de su empresa. Quería ser periodista.
La Policía la encontró, siete días después de su desaparición, en un descampado frente a la empresa donde trabajaba. El forense dictaminó que su asesino la violó antes de asfixiarla de frente y presionando con los dedos pulgares en el cuello. No hay cifras oficiales al respecto. Pero la Asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa, que agrupa a once madres, calcula que en los últimos diez años han muerto en Ciudad Juárez unas 400 mujeres, de las cuales 140 fueron estranguladas también de frente y con los pulgares.
La presidenta de Nuestras Hijas es Norma Andrade, profesora, de 44 años. Esta semana visita España invitada por Coordinadora de la Marcha Mundial de las Mujeres en la comarca de Bergantiños, en A Coruña. “Nuestro objetivo es que se conozca la verdad de los hechos. El Gobierno se ha encargado de negar y desvirtuar lo que sucede. Ahorita, en quince días acaban de encontrar a cuatro jóvenes. Y eso el Gobierno no lo ha dado a conocer. Nos hemos enterado o por la prensa o por las familias”.
Existen hipótesis sobre la autoría de los asesinatos para todos los gustos. Pero los familiares de las víctimas apuntan sobre todo a diez nombres, los diez personajes con más influencia y dinero de Ciudad Juárez. “Nosotros creemos que la misma Policía Judicial del Estado participa en estos hechos”, indica Andrade.
Nuestras Hijas de Regreso a Casa es una de las tres asociaciones de mujeres muertas que hay en Ciudad Juárez. Imparten charlas para crear conciencia en los colegios, reparten gas pimienta entre las jóvenes para defenderse de los agresores y ofrecen asistencia psicológica. “En mi caso, con cada hombre que veía por la calle creía que era el asesino de mi hija”, recuerda Andrade.
Los miembros de la asociación se manifiestan por las calles cada vez que aparecen nuevos cadáveres de mujeres. Pero apenas suman unas cincuenta personas. “Muchos no acuden por indiferencia y otros por miedo. Cuando se encuentra algún cadáver la gente se impresiona, pero pasan los días y parece que no ocurrió nada”, indica Andrade.
La asociación de Norma Andrade ha colocado en la página de Internet www.mujeresdejuarez.org la dirección de los correos electrónicos del presidente de México y del gobernador de Chihuahua. “Queremos que en el Gobierno sepan que ya no somos la minoría que éramos”, indica Andrade.
Sobre las mujeres de Juárez hay siete obras de teatro, tres documentales, cuatro canciones y al menos tres libros; uno de ellos, Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez, en la editorial Anagrama. Pero no dejan de caer mujeres. “Hacía tiempo que no se localizaban cadáveres. Pero este año ya llevamos diez”.
Norma Andrade ha relatado la historia de su hija y las otras cientos de veces. Y asegura que no va dejar de hacerlo. “Cuanto más la cuento, mejor me siento”.