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Explota Al Qaeda a los musulmanes conversos

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BERLÍN, ALEMANIA.- ¿Qué hace que alguien se convierta al Islam y que se enrole para la “guerra santa” global en nombre de la organización Al Qaeda de Bin Laden? Las agencias de Seguridad están formulando esa pregunta con cada vez más urgencia ya que se topan con un creciente catálogo de atentados o intentos de ataques en los que se sospecha que musulmanes conversos están jugando papeles importantes.

Richard Reid, el británico condenado por intentar detonar explosivos en su calzado en un vuelo trasatlántico en 2001, también conocido como “el terrorista del zapato”, era un ratero que se convirtió al Islam mientras estaba en prisión.

Christian Ganczarski, un alemán sospechoso de estar involucrado en un bombardeo en Túnez en el año 2002, se convirtió a los 20 años antes de embarcarse en la carrera de la Yihad en la que, los investigadores creen, se volvió un cercano socio de Bin Laden.

Los expertos europeos dicen que la gran mayoría de aquellos que se convirtieron al Islam lo hizo por razones personales legítimas. Algunos lo hicieron para casarse con mujeres de origen musulmán. Muchos de los conversos fueron atraídos, dicen los expertos, por el atractivo de una fe universal que trasciende las fronteras nacionales y étnicas, ofrece una sensación de pertenencia y hermandad y provee una nueva identidad, incluyendo la elección de un nombre musulmán.

Sin embargo, una pequeña fracción era extremista que veía en el Islam radical, un vehículo para desafiar y derrocar el orden mundial existente, dice Oliver Roy, director del centro nacional francés para la investigación científica.

Otros militantes conversos de alto perfil incluyen al jamaiquino Germaine Lindsay, uno de los cuatro terroristas suicidas que mató a 52 personas en Londres en julio, y Briton Andrew Rowe, condenado a 15 años de prisión el mes pasado por posesión de material terrorista.

“Es asombroso el número de conversos involucrados en actividades terroristas”, dice Michael Taarnby, un investigador del instituto danés de estudios internacionales, quien ha analizado el reclutamiento y la radicalización de los militantes islámicos.

El fenómeno no se reduce a Europa. John Walker Lindh, apodado “el talibán americano”, fue sentenciado y encarcelado en el año 2002 por luchar junto a las milicias afganas.

Asimismo, el ciudadano americano José Padilla ha sido detenido por más de tres años por sospechas de ser un combatiente enemigo en conexión con una supuesta plan de detonar una “bomba sucia”.

En Australia, el musulmán converso de origen británico Jack Roche fue encarcelado por nueve años en 2004 por conspirar para bombardear la embajada israelí en Canberra.

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