Continuación de la semana pasada... Me identifico con tus anotaciones, con tus comentarios, quiero saber quién eres, quiero conocerte...
Para su sorpresa ella le contestó la carta. Le dijo, yo, bueno, soy soltera, y también me siento muy sola, me impresionó lo que me escribiste y quiero decirte que quisiera también tener un amigo como tú. Él se sentía feliz, irradiante, cada semana cuando pasaba el cartero por el campamento, él le daba su carta para Lupita y ella le contestaba a la semana siguiente, y él sentía que el alma le volvía al cuerpo. Porque las cartas de Lupita eran una gran energía para él, le hablaban de una esperanza, le hablaban de un Dios, le hablaban de un mantenerse en pie y firme en sus convicciones y sus valores. Y él cada vez sentía que amaba más a esa mujer que le escribía. Él era muy cariñoso en sus cartas también. Y ella también le escribía paulatinamente con más afecto. Sus cartas eran ya más cariñosas se hablaban de ?mi amor, te necesito, estoy muy solo, quiero conocerte, te quiero mucho?, etc.
Un día, él le pidió una fotografía, le dijo: quiero saber cómo eres. Ella le contestó, ¡No! Si me amas, me amarás a pesar de mi físico. Y él dijo, ¡No puede ser!, ¡No puede ser!, por qué tiene que ser así. Se imaginó una mujer horrenda, así como la de los Simpson, con la boca enorme y los dientes así como los de Godzilla, ¡No puede ser!, se dijo. Finalmente me encuentro a una mujer con la que me identifico y no quiere mandarme una fotografía.
Terminó la guerra... y ellos quedaron de verse por primera vez. La cita era en la estación de ferrocarril a las siete de la noche. Ella llevaría una rosa en la solapa de su abrigo para que él la identificara y él llevaría el librito con el cual la conoció, para que ella lo identificara a él.
Es impresionante lo que ocurrió: dice más o menos así... ?Una joven mujer se acercaba a mí, de figura alta y delgada, sus rubios cabellos caían en rizos detrás de sus delicadas orejitas, sus ojos eran azules como el mar, sus labios y barbilla tenían una firmeza suave y enfundada en su traje verde pálido, era como la encarnación de la Primavera. Dice..., me dirigí a ella anonadado, como hipnotizado por su encanto, olvidando por completo el detalle... de que no llevaba puesta ninguna rosa en la solapa. Me acerqué hacia ella, casi sin poder controlarme, entonces dio un paso atrás y dijo, -vas a chocar conmigo marinero, murmuró-. Casi sin poder controlarme di un paso más hacia ella, para verla mejor, para admirarla mejor, y entonces vi a Lupita. Estaba de pie, directamente detrás de la chica hermosa, Lupita era una mujer bien pasada de los sesenta años, de pelo canoso recogido bajo un sombrero muy usado, era de pies gruesos, metidos en zapatos de tacón bajos, de piel pálida, un poquito más que tosca, rolliza.
Me sentí dividido en dos, arrastrado por el deseo de seguir a esa hermosa mujer del traje verde y retenido por el profundo respeto de conocer a esa alma que me había acompañado fielmente durante la guerra. Y ahí estaba ella, su rostro pálido y regordete era dulce y sensible, sus cálidos ojos grises brillaban con bondad. No vacilé, apreté entre mis dedos el ejemplar manoseado del librito de piel azul, que me serviría para identificarme ante ella. ?Dije, esto no va a ser amor-, pero será algo muy hermoso, quizá algo mejor que el amor, una amistad por la que siempre me sentiré muy agradecido.
Cuadré los hombros, y extendí el libro a la mujer, aunque mientras hablaba me sentía ahogado por la amargura de mi desilusión. Yo soy el teniente Germán de la Cruz y usted debe ser la señorita Lupita Ramírez, me alegra mucho el que haya podido venir a conocerme, ¿puedo llevarla a cenar?... El rostro de la mujer se iluminó con una amplia sonrisa... No sé de qué se trata hijo, -contestó-... pero la joven que acaba de pasar, vestida con el traje verde, me pidió..., que usara esta rosa en mi abrigo y me dijo..., que si usted me invitaba a cenar, yo debía decirle que ella lo está esperando en el restaurante que está, del otro lado de la calle. Dijo que era algo así como una prueba..., algo así como una prueba.
Miren nada más qué mujer tan inteligente. Ella pensó... si este hombre es capaz de dar la cara, de presentarse en el lugar como lo había pactado, es el tipo de persona que yo quiero... para mí. A pesar de que en apariencia no es la mujer que él esperaba. Porque cuando mi cuerpo se deforme por los hijos, cuando me salgan arrugas, cuando ya no sea igual de hermosa, va haber un hombre que va estar a mi lado y que no se va ir con la primera jovencita que vea.
Una Miss Universo en una ocasión decía: ?Una mujer como yo, es fácilmente usada y difícilmente amada?. La gente quiere usar mi cuerpo, quiere estar conmigo, quiere presumirme, quiere salir de mi brazo... pero a nadie le preocupa el alma del ser humano que está escondida detrás de ese cuerpo que cada vez se siente más y más solo?.
Si tú estás en esa soledad edificante, en esa espera edificante, quiero decirte que Dios cumple siempre, dándote al final del camino, aquello por lo que has luchado, aquella cosecha que sembraste. Atrévete a ser una personas diferente, con valores diferentes, con valores superiores, una persona que sea capaz de cumplir sus pactos, de dar la cara, de tener una visión vital en la vida. Una persona que no sea ese intelectualoide, que siempre está en desacuerdo en todo, y que es capaz mejor, que te parece, de vivir los valores que a veces no se pueden entender con la razón, pero que el corazón como decía Pascal, sabe que son verdad.
Esos valores que mantienen en pie a una sociedad, que mantienen unida a una familia, que le dan sentido a tu vida, para qué quieres tener dinero y para qué quieres tener títulos profesionales si no tienes valores. Como aquellos médicos nazis, que hacían experimentos con bebés y los dejaban tarados para toda la vida. Ingenieros que metían a cámaras de gases a las personas. Enfermeras inyectando cianuro en las venas de los pacientes, es decir, gente con preparación..., políticos que hacen estudios en Harvard, en el extranjero y que hacen grandes diplomados pero que dejan hundidos a los países latinoamericanos. Para qué queremos ese tipo de jóvenes, jóvenes preparados pero sin valores. Atrévete a vivir la espera edificante, atrévete a vivir la dignidad sexual, y por último... atrévete a levantar la cara a Dios y decir: ?Señor, no entiendo muchas cosas, pero quiero vivirlas intensamente? porque si tienes a Dios en tu vida tienes valores. Y eres capaz de aceptar este compromiso, el compromiso de vivir, de crecer, de encontrar una visión vital, de luchar por tu dignidad sexual y de vivir intensamente y felizmente tu espera edificante, que Dios te bendiga.
Hasta aquí hemos concluido un capítulo de la realidad de nuestro tiempo, de nuestra sexualidad, un capítulo donde quizás te has identificado personalmente con algunos de los casos, como ama de casa, como novio(a), quizás reflexionando con risitas nerviosas en los temas de caricias íntimas y confusión sexual, temas fuertes como: embarazos no deseados o el de la decepción, en la soledad nociva, masturbación y homosexualidad. Gracias por tus comentarios, todos a nuestro correo electrónico, recibimos de todo, personas que nos felicitaron, que nos pedían consejos, personas que se vieron incómodas con algún tema espinoso y nos lo hicieron saber, a todos ustedes gracias por esa comunicación. Pero lo más importante es que nos hayamos empezado a comunicar, pues éste es el elemento clave para volver a unirnos y enfrentar de cara las diferencias que podamos tener, en lo personal, como parejas, como familia y como sociedad. Ése es el propósito de esta columna, su columna Familia Sirviendo a la Vida. Cerramos este ciclo de sexualidad y empezamos otro, que tiene que ver con la célula fundamental de la sociedad, la familia, esperamos poder seguir contando con su atención y seguir recibiendo sus casos, que hacen más real y rica esta columna. Quedamos a sus órdenes como siempre en pmger@hotmail.com y pmgerxxi@yahoo.com, nos encantaría saber de sus comentarios y los temas les gustaría tratáramos en el futuro.
Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector, quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. Éste es el fin de una temática particular, la juventud y el futuro de la sociedad, en nuestra próxima edición comenzaremos un tema por demás interesante, los orígenes del porqué somos como somos y cómo podemos mejorar como personas y por ende como familias y sociedad. Gracias por su atención.
?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.