Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Familia Sirviendo a la Vida / La familia y el dolor

Germán de la Cruz Carrizales

(Segunda parte)

El dolor y el amor. El misterio del dolor está íntimamente ligado con el del amor. Este último es también una realidad misteriosa: pues, a diferencia de las riquezas materiales, es algo que más tengo mientras más doy, y que dejo de tener en el mismo instante en que dejó de dar. Porque amar es siempre darse. Y darse necesariamente cuesta, duele: pues supone romper por la fuerza esa coraza de egoísmo de que el pecado ha rodeado el corazón humano. Quien no este dispuesto a auto inflingirse el doloroso esfuerzo de esa lucha contra sí mismo, no podrá amar. La capacidad de amor y de sacrificio van siempre juntas. Cristo lo demostró en la cruz. Y todos, espontáneamente, aquilatamos el amor que alguien nos tiene por su disponibilidad a sacrificarse por nosotros. Pues sabemos que ?nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos?.

Es cierto que a amar se aprende amando, y sobretodo, experimentando cuán cierto es que ¡hay más alegría en dar que en recibir! Pero, al mismo tiempo, hay que agregar que amar se aprende sacrificándose, y aprendiendo el precio del dolor y renuncia con que se paga la alegría de amar. La familia no cumple su tarea de ?escuela de amor? si no es verdadera escuela de sacrificio. Debe enseñarnos a auto educarnos y ?pulir? todo lo que en nos-otros hay de pecado, de egoísmo, de orgullo, de comodidad. Crecer en el amor supone una lucha dura. Dios nos ?apoya? a través del cónyuge o de los hijos, que nos ayudan a reconocer nuestros defectos y nos exige permanente generosidad, adaptación, entrega: son como ?limas? o ?lijas? a través de las cuales. Dios mismo nos pule. También crecemos en el amor cuando aceptamos sin rebelarnos las cruces que Dios nos envía, como ocasiones privilegiadas para aprender a amarlo a Él y a los demás como Cristo amó.

Los padres: educadores frente al dolor. Los responsables de educar a nuestros hijos frente al dolor y al sacrificio somos nosotros. Es una tarea que supone nuestra autoeducación, pues se cumple mediante el propio testimonio: siendo para ellos ejemplo de cómo la cruz ayuda al amor. Debemos mostrarles, en primer lugar, que no nos quebramos ante el dolor y que aceptamos con confianza de hijo las ?podas? del Padre: sin angustiarnos, porque sabemos que de la cruz brota siempre la vida nueva. También deben ver que no nos encerramos en el propio dolor ni le huimos al ajeno, sino que lo aprovechamos para crecer en solidaridad, pidiendo y dando ayuda. Asimismo debemos mostrarles que ninguna cruz se carga con simple resignación pasiva, pues es un llamado del Padre que siempre exige una respuesta de responsabilidad y creatividad. Confiar no es dejarse estar: cada cruz debe ser convertida de algún modo en resurrección. Para que nuestros hijos crean que, mediante el dolor, Dios busca siempre nuestro bien, es importante que nos cuidemos de imponerles nosotros castigos injustos, por simple capricho. Y que les hagamos sentir que con nuestro perdón estamos siempre dispuestos a convertir lo malo que ellos han hecho, en ocasión de reconciliación y cambio.

Las dificultades económicas por las que cruza nuestro país son especial oportunidad educativa. No asustemos a nuestros hijos con una actitud de constante y quejumbrosa angustia. Mostrémosles que esto es un llamado duro pero esperanzador de Dios a superar el materialismo reinante. Y que en el propio hogar debemos comenzar, ahora, a poner en práctica ese estilo de vida más sobrio y solidario que deseamos para el mundo de mañana.

CUESTIONARIO.- (Para contestarse en pareja)

¿Cuáles fueron mis primeras experiencias de dolor? ¿Y cuáles las más grandes? ¿Qué he aprendido de mis padres y de mi cónyuge frente al dolor?

¿Sé mirar el dolor con fe? ¿He hecho la experiencia de que una ?poda? o ?cruz? grande trajo después mucha bendición? ¿Me alegra recibir el perdón del Padre en la confesión?

¿En qué cosas siento que mi egoísmo frena más mi capacidad de amor? ¿Me he propuesto luchar para pulir mi carácter? ¿En qué? El matrimonio ¿me ha capacitado para el sacrificio?

¿De qué modo estoy educando a mis hijos para saber enfrentar el dolor y el sacrificio? ¿He sabido aprovechar educativamente los problemas económicos? ¿Cómo?

Agradecemos como siempre a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien con su realimentación constante hacen que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. El próximo tema a tratar será La Familia y el Dolor Primera parte. Esperamos seguir contando con sus comentarios sobre los temas aquí expuestos en su columna Familia Sirviendo a la Vida así como sus comentarios siempre bienvenidos en la dirección electrónica pmger@hotmail.com, pmger@latinmail.com y pmger@todito.com Quienes desean consultar temas pasados los pueden encontrar en la página electrónica www.elsiglodetorreon.com.mx, Sección Nosotros. Gracias por su atención.

?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 152113

elsiglo.mx