Algunas estrellas "autorozan" la publicación de sus imágenes mediante una buena suma.
SUN-AEE
MÉXICO, DF.- Los devaneos amorosos de Brad Pitt y Angelina Jolie no sólo fueron carnada ideal para cazadores de primicias y los paparazzi, lo que ya era bastante (el actor había amenazado a un medio obsesionado con la relación), sino que, además, empezó a ser un negocio rentable para él mismo: Pitt posee los derechos de unas fotografías que publicó la revista W al respecto.
Las imágenes mostraban a los protagonistas de El Sr. y la Sra. Smith en un fogoso retozo primaveral. Mientras que la Us Weekly pagó 500 mil dólares por una foto de la pareja en una playa africana.
Esta situación es sólo un botón de la muestra. Está claro que las ganancias que pueden obtenerse son tentadoras. Si no, pregúntele a Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, quienes vendieron los derechos de las fotografías de su boda nada más ni nada menos que en un millón de dólares a OK.
Y tiempo después, demandaron a la revista Hello por publicar fotos no autorizadas de la ceremonia matrimonial, ?por invasión de su privacidad?. ¿En qué quedamos?
Si las revistas de variedades abundan en historias de parejas faranduleras, la televisión no se queda atrás con sus realities. Tal es el caso de Britney Spears y Kevin Federline, que esperan su primer bebé.
Ambos encaran la ventilación de su propia vida amorosa a través del programa Britney y Kevin: Caóticos. Las cámaras están presentes tras todos los pasos que realizan los tórtolos, desde los cortejos iniciales hasta la boda misma.
Bobby Brown y Whitney Houston también protagonizan su espacio, Being Bobby Brown, producido por la propia compañía de Brown. Tom Cruise y su flamante conquista, Katie Holmes, hacen lo posible por no pasar inadvertidos. Los novios, como pocas veces se ha visto, hasta organizaron una conferencia de prensa para compartir con el público la inconmensurable felicidad del momento.
Tal parece que hay en estos tiempos una simbiosis tácita entre estrellas y medios.
Los primeros necesitan de los segundos para agregarle sal y pimienta a su condición estelar; y los segundos necesitan de los primeros para añadirle brillo a sus páginas o imágenes en pantalla chica y, obviamente, vender mucho más.
Este acuerdo, sin embargo, no pondrá fin al trabajo de los paparazzi y similares, pues una cosa es apreciar imágenes premeditadamente elaboradas, maquilladas, diseñadas y otra, muy diferente es pescar a alguna figura totalmente desprevenida. Así es el negocio.
