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Fantasmas del maremoto rondan Banda Aceh

Banda Aceh (Indonesia), (EFE).- Un silencio absoluto se extiende por la zona cero de Banda Aceh al caer la noche y pocos se atreven a dormir en ese lugar devastado por el maremoto de diciembre pasado por miedo a los fantasmas de las víctimas, que se añaden al ya numeroso listado de supersticiones indonesias.

La más mística y misteriosa en el imaginario islámico, el silencio se rompe por el ruido de varios coches, la mayoría de ellos llenos de jóvenes que quieren desafiar las leyendas que circulan en voz baja entre la población.

"Si alguien muere con sangre, de manera violenta, se convierte en fantasma y ahora muchos han muerto así", dice Zeki, estudiante de económicas, de 21 años.

Esta superstición se ve amplificada por la creencia de muchos musulmanes de que los muertos del maremoto no encontrarán el descanso eterno, ya que no han sido enterrados mirando hacia la Meca.

La mayoría de los más de 125 mil cadáveres encontrados durante los pasados dos meses han sido enterrados en fosas comunes lo más rápido posible para evitar la presencia de epidemias, lo que ha impedido una apropiada sepultura de acuerdo a los libros islámicos.

Tampoco la han tenido aquellos que han sido incinerados -sobre todo en las poblaciones de la costa occidental- o aquellos que han sido devorados o mordidos por perros, animal al que temen muchos musulmanes indonesios.

Según Zeki, quien estuvo en la zona arrasada de Ule Lhee hace varias semanas con sus amigos, pueden oirse ahí gritos y verse sombras, aunque ellos no supieron distinguir qué decían ni quiénes eran.

"Hacíamos demasiado ruido y se fueron. Pero la gente que ha dormido allí dice que pueden verse siluetas de personas vestidas de blanco que piden auxilio y se dirigen hacia el mar", detalla.

En casi toda casa indonesia, los fantasmas son utilizados por los padres para evitar que los hijos entren en alguna habitación o hagan alguna cosa incorrecta.

"No te subas ahí, que hay un fantasma, me decía siempre mi madre. Y en el colegio lo mismo, si abríamos armarios o entrábamos en la habitación de los profesores podía raptarnos un fantasma", explica Meiwan, locutor radiofónico de 24 años.

Por este motivo, a pesar de que la religión musulmana, "fe del 98 por ciento de la población acehnense, niega todo tipo de supersticiones, éstas están muy arraigadas y es difícil que desaparezcan", añade.

Sarah Nadia, profesora de escuela primaria, dio a luz a un bebé muerto diez días después del "tsunami" (ola gigante) y desde entonces asegura que el fantasma de su hija le habla por las noches.

"Nunca había creído en estas cosas. He oído siempre que si el niño muere en la sala de partos, su fantasma queda errante. Pero yo no quería creérmelo y no quiero, pero oigo voces", asegura.

Por eso, Nadia ha ido a buscar la ayuda de la magia tradicional de Hafidh Alfairus, de 37 años, hijo de uno de los maestros más respetados de la escuela islámica de Abe, a unos 13 kilómetros de Banda Aceh.

A diferencia de su venerado padre, Alfairus no lleva la vestimenta islámica habitual y parece más bien una estrella de rock que un "dukun" (nombre con el que se conoce a los chamanes en Indonesia) por su pelo largo teñido de rojo, las múltiples pulseras que adornan sus muñecas y su camiseta ceñida con dibujos modernos.

Más de 30 personas estaban presentes en la sala en la que recibe y Sarah Nadia espera su turno mientras el "dukun" sostiene entre sus manos la foto de una niña y escribe caracteres arábigos en su reverso.

"Lo siento mucho. No busques más, tu hija está muerta", declara Alfairus tras unos segundos de silencio sepulcral.

La madre, cubierta con un velo, se echa a llorar y alguna gente le ofrece pañuelos y consuelo.

Unos minutos más tarde, el chamán da una botella de agua sagrada a Sarah Nadia para que eche fuera de su casa al fantasma de su hija muerta y ésta le da las gracias mientras le entrega de manera disimulada un billete equivalente a un dólar.

"Mis visiones son rechazadas por la religión islámica pero no puedo evitarlo. No puedo estarme quieto si creo que puedo ayudar a toda esta gente", explica Alfairus.

Pocos dudan de que Alfairus tiene un don especial, pero entre los desplazados del campo cercano también hay quienes critican que se esté haciendo de oro, gracias a todas aquellas personas desesperadas por encontrar a sus familiares desaparecidos bajo las aguas el pasado 26 de diciembre.

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