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Farderas, malestar para sampetrinos

JORGE RODRÍGUEZ ESTRADA.

EL SIGLO DE TORREÓN

SAN PEDRO, COAH.- Al menos existen dos o tres bandas bien organizadas de farderas que acostumbran a realizar sus fechorías en centros comerciales de otras ciudades de la región, por lo que resulten muy difícil establecer si la mercancía que se les llega a encontrar es robada, dijo Jorge Aguilar Arellano, supervisor de la Policía Ministerial.

El funcionario policiaco dijo que se tiene conocimiento de que una de esas agrupaciones delictivas se encuentra establecida en el ejido San Rafael, donde una mujer conocida como ?Doña Chuya? es la que se encarga de comercializar los artículos sustraídos de manera ilícita en comercios de ciudades aledañas.

Cuestionado por El Siglo de Torreón, Aguilar Arellano dijo que aunque se les llegue a encontrar con el producto de sus robos, para la autoridad resulta sumamente difícil comprobarlo, de ahí que no se pueda frenar la actividad que realizan.

Hace tiempo, no recordó cuánto, personal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) hizo una incursión en este municipio y logró detectar y asegurar mercancía valuada en varias decenas de miles de pesos, cuando las supuestas vendedoras no pudieron demostrar la procedencia de los artículos, mediante los respectivos comprobantes de pago o facturas.

Por lo general, explicó el supervisor de la Policía Ministerial, las personas que se dedican a la sustracción de mercancía de los centros comerciales, tienen sus centros de operación en ciudades como Monterrey, Saltillo, Torreón y Gómez Palacio.

Desgraciadamente, señaló, cuando son detenidas en flagrancia, cambian de identidad y al no haber antecedentes con el nombre que hayan puesto, la autoridad no tiene más remedio que dejarlas en libertad, al no contar con antecedentes delictivos en su contra.

Estas personas, expresó, cuentan con numerosos abogados a los que dan aviso en cuanto caen en la cárcel, quienes de inmediato se presentan y tramitan la fianza respectiva, quedando en libertad en un lapso de un par de horas.

Casi siempre, trabajan en grupos de tres o cuatro personas generalmente mujeres, introduciéndose a los centros comerciales donde con mucho sigilo se apoderan de la mercancía previamente señalada y la ocultan entre sus ropas, dijo.

A veces viajan en vehículo particular y otras en taxi, cuyo conductor casi siempre sabe el oficio que realizan sus eventuales pasajeras, pero con el convenio de que en caso de su captura niegue todo, los trabajadores del volante quedan en libertad y saben que sus servicios les serán retribuidos con una buena propina.

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