Los chiquillos se han ido con su caos a otra parte y sólo ha quedado en resguardo todavía, la pequeña Chona, tan chiquita como perrona, tanto que en un descuido se almorzó uno de los exquisitos zapatos que debía estrenar ayer por la noche para la celebración del Año Nuevo. Menos mal que el otro zapato quedó nuevecito.
De los males el menos, digo yo. Y ustedes dirán que ando un poco desfasada celebrando años nuevos en octubre pero como ya he explicado alguna vez, mi Querubín es segunda generación de judíos azhkenazitas que huyendo del antisemitismo y en busca de las oportunidades que Europa les negaba, emigraron de Polonia y Rusia hasta México desconociendo el idioma y sin más patrimonio que un oficio, muchas ganas de trabajar y una tradición milenaria como únicos medios de sobrevivencia.
Sastres, panaderos, talabarteros o fotógrafos tercos y laboriosos que con el tiempo han fundado empresas productivas y consideran que la riqueza bien ganada es una bendición de Dios. Creen firmemente en la educación y tener un hijo médico es el sueño de toda madre judía, a pesar que además de Sigmund Freud, otros distinguidísimos judíos como Jesucristo, Einstein o Marx, han revolucionado a la humanidad.
Mi Querubín se negrea solo, disfruta trabajando de Sol a Sol aunque nunca tanto como yo gastando lo que él gana. Es bueno, generoso y no tiene ningún inconveniente en que yo siga siendo la mala católica que siempre he sido.
Las diferencias culturales entre nosotros son muy grandes pero Querubín y yo aprendemos a vivir con ellas día con día. La ventaja de esto es que yo, cada doce meses celebro dos años nuevos pero sólo un cumpleaños. “Rosh Hasahná” el Año 5766 que hoy inicia y el ya próximo “Yom Kipur” (Día del Perdón), son las fiestas más grandes de la judeidad.
Hombres y mujeres, ancianos y niños vestidos todos de nuevo, el miércoles próximo a la salida de la primera estrella de la noche, abarrotarán las sinagogas del mundo para iniciar el ayuno y la oración que sólo terminará veinticuatro horas después, cuando perdonados y purificados retomarán la vida.
Como en todos los grupos humanos existe entre los judíos una variedad de modos y formas de estar sobre la Tierra. Los hay buenos y malos, generosos y miserables. Honestos y tramposos, religiosos y ateos. Humanos somos y en el camino andamos; lo único que hace la diferencia es lo que hacemos; especialmente lo que le hacemos a los demás.
Y pasando a otra cosa, ya veo que por allá decidieron darle una nueva oportunidad al PRI. Tendrán sus razones, pero eso sí les digo; luego no vengan a quejarse porque como decía mi abuela: “Tú lo quisiste, tú te lo ten”.
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