Al Ayuntamiento de Torreón 2003-2005 se le acaba el tiempo y el dinero.
La administración de Guillermo Anaya Llamas inició con muchos y ambiciosos proyectos. A lo largo de los dos primeros años, algunos se fueron concretando.
Tal es el caso de la reposición de la red de agua potable del centro de la ciudad, la modernización de los bulevares Independencia y Diagonal Reforma, el rescate del Canal de la Perla, la modernización del Periférico (actualmente en proceso), la instalación subterránea del cableado eléctrico (obra que acaba de iniciar) y el estacionamiento sobre el mercado Juárez (próxima a realizarse).
Sin embargo, todo parece indicar que el último año de gestión del alcalde panista va a ser el de las decepciones. Uno a uno, los proyectos planteados para este 2005 se han ido cancelando o postergando su realización para agrandar la lista de pendientes de la Presidencia Municipal.
A los cambios de circulación de las vialidades al norte de la ciudad, al Pabellón Hidalgo, al mercado Nueva Alianza, a la reubicación de los ambulantes y al puente elevado sobre las vías de ferrocarril por la Alianza, se suman como promesas incumplidas la modernización del bulevar Revolución y la conclusión del bulevar Laguna Sur.
Por si fuera poco, la reestructuración del transporte urbano, pese a haber iniciado ya, aún no se ha concretado y su culminación está en riesgo por la oposición que ha manifestado un sector de los concesionarios.
Sea por falta de tiempo, dinero o capacidad política, los proyectos citados no se llevarán a cabo. Parece que al presidente municipal de Torreón y su equipo, se le olvidó que no es suficiente la buena voluntad para realizar las obras prometidas, y que la sana ambición si no va acompañada de una rigurosa planeación y una buena dosis de realismo, no alcanza para echar las máquinas a andar.