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San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- Los juguetes tradicionales constituyeron una época importante en la historia de la ciudad y además fueron un elemento para fomentar la imaginación y creatividad, aseguró Manuel Burguete Estrada.
En entrevista, el cronista de San Cristóbal de las Casas recordó la “época de oro” de los juguetes tradicionales, en los cuales el niño tenía que usar todo el ingenio para participar y divertirse.
Los trompos de madera con clavo de acero, el yoyo, los carros de madera, el trepatémico, las palomas, los caballitos de madera, las canicas y hasta las semillas de frutas naturales, eran los juguetes tradicionales que hoy en día son tan sólo un recuerdo.
“Con la tecnología y la modernidad, el niño únicamente aprende a usar los aparatos y lo demás lo hace la máquina. En cambio, los juegos tradicionales además de la diversión fomentaban la convivencia entre los niños”, comentó.
Además, agregó, quienes se dedicaron a su fabricación, se convirtieron en personajes míticos, al grado de ser considerados como los “magos” de la diversión.
Recordó que Carmen Penagos era un herrero que tenía su taller en el barrio de “El Cerroillo”, uno de tradicionales de la ciudad, y en su forja se hacían los mejores “clavos de acero” para que el trompo deshiciera de un golpe al “paganina”, que era el trompo que usaba para el juego.
“El encargado de hacer los trompos era Carmen Nisho, quien poseía el mejor torno y la mejor mano para dar forma a vistosos trompos de “palo de manzanilla, coloreados con crayola”, puntualizó.
Expuso que el rito para el trompo empezaba con ir a cortar el “palo de manzanilla”, nombre con el que se conoce en esta zona al árbol del tejocote, tenía que ser recto y grueso para que saliera un buen trompo.
Indicó que otros juguetes como los trepatémicos, las palomas, y los caballitos, obra de Samuel Aguilar y cuyo taller estaba instalado en el barrio de Guadalupe, tenían rueda para que el niño pudiera llevar empujado.
Para las niñas, agrega el cronista, estaban los “trastes de barro” , entre los que destacaban los platos, tazas, jarras y todo lo necesario para instalar una cocina de juguete, eran hechos con arte e imaginación.
Reconoció que los artesanos que se dedicaron a confeccionar los juguetes de barro y las muñecas, también fueron célebres por la perfección de su trabajo.
Lamentó que dichos juguetes hayan pasado a ser piezas de museo, pues solamente se venden como artesanía y no tienen demanda entre los niños.
Este cambio, dijo, ha traído como consecuencia que deje de usarse la imaginación, cuando antes se utilizaban hasta las semillas de las frutas para jugar.
