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Formato de Informe/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Con el puño cerrado no se puede

intercambiar un apretón de manos”.

Mahatma Gandhi

eEl formato del Informe presidencial sigue siendo objeto de discusión. Los políticos de Oposición insisten en que se trata de una ceremonia de lisonja al presidente que hace mucho quedó obsoleta. El propio Vicente Fox afirma que es necesario hacer cambios al formato para adecuarlo a los requerimientos de un régimen democrático. Pero el hecho es que el tiempo transcurre y las modificaciones que todos piden no se llevan a cabo. No me cabe duda que algunos cambios formales podrían ayudar a tener una mejor ceremonia del Informe y de apertura del periodo ordinario de sesiones de la legislatura.

Pero hay avances importantes que se pueden hacer sin cambiar la legislación. Para ello, sin embargo, es importante que haya voluntad de parte del Ejecutivo y del Legislativo.

El vocero de la Presidencia Rubén Aguilar anunció ayer que el mandatario decidió no presentarse al Palacio Legislativo cuando los representantes de los partidos políticos fijen sus posiciones debido a que la Ley no contempla esta presencia. Efectivamente, la legislación sobre la ceremonia del primero de septiembre es bastante detallada y en ningún punto considera la posibilidad de que el presidente escuche las posiciones de los partidos.

En una democracia, sin embargo, no hay nada de malo en que esto ocurra. El vocero Aguilar reiteró ayer que los legisladores -siempre tan ocupados- no han modificado la Ley para incluir esa presencia del presidente en el momento en que los partidos fijan sus posiciones. Pero el propio presidente sabe muy bien que hay maneras de darle la vuelta a ese tipo de restricciones.

Recordemos simplemente que en su toma de protesta, el primero de diciembre de 2000, el presidente Fox primero saludó a sus hijos y después pronunció las palabras que ordena la Constitución. Y si bien hubo voces de la Oposición que se quejaron de esa violación a la letra de la carta magna, a fin de cuentas las protestar no llevaron a nada ni las palabras adicionales del presidente invalidaron legalmente su mandato.

Tomemos en cuenta también que la Constitución sólo señala que el presidente entregará un Informe por escrito al Congreso y, sin embargo, desde siempre los presidentes o han leído o el Informe o han pronunciado un discurso político. Si tuviera realmente la voluntad política de hacerlo, el presidente de la República podría acudir hoy a las cinco de la tarde al Palacio Legislativo y escuchar, como cualquier invitado, los discursos de los representantes de los partidos.

Una vez terminados estos discursos, vendría el receso habitual, el cual aprovecharía el mandatario para pasar a una sala habilitada especialmente donde se le colocaría la banda presidencial y recibiría a las comisiones de protocolo que lo acompañarían al pleno para el inicio de la ceremonia del Informe. El formato del Informe ha venido cambiando de manera natural a lo largo de las últimas décadas.

Los tiempos en que presidentes como Luis Echeverría y José López Portillo leían textos de cuatro horas o más de duración han quedado atrás. Los últimos presidentes han adoptado un formato en el cual entregan al Congreso un voluminoso Informe escrito con apéndices estadísticos y leen en cambio un discurso de una hora y media de duración que incluye sólo una parte pequeña del Informe propiamente dicho. No fue necesario enmendar la Ley para racionalizar este formato.

Para construir una mejor ceremonia del Informe la buena voluntad debe venir de las dos partes. Independientemente de lo que diga la Ley, tanto el presidente como los legisladores deben simplemente comportarse con buena educación. Dicen las reglas de la urbanidad que para dialogar realmente uno debe escuchar y no sólo hablar, y eso es lo que tiene que hacer el presidente de la República para tener una mejor relación con el Legislativo.

Pero también los legisladores deben aprender a no insultar al presidente simplemente porque pertenece a un partido distinto al de ellos. Cambiar la legislación que rige la ceremonia del Informe sería, por supuesto, una buena idea. Necesitamos una ceremonia moderna que refleje la nueva pluralidad de la vida política de nuestro país. Pero mucho podemos avanzar para tener un mejor formato si simplemente todos los protagonistas de la clase política empiezan a comportarse con mayor urbanidad.

DONDE LUCE

El Gobierno de la Ciudad de México ha invertido dinero donde luce: en los segundos pisos, por ejemplo. Pero las inundaciones que ha sufrido la urbe en estos días nos sugieren que la inversión no ha sido tan importante en esa infraestructura subterránea, de agua y drenajes, que es crucial y que se encuentra deteriorada. Éste es un mal común de los políticos: buscan el voto y no el bienestar a largo plazo de los gobernados.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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