Una cosa es criticar y otra muy distinta es ofender. Si bien el presidente Vicente Fox reprobó la posición del Gobierno venezolano respecto a un posible acuerdo comercial americano, jamás le faltó al respeto a Hugo Chávez, aunque bastantes motivos tenía para hacerlo.
El presidente venezolano, en cambio, insultó a Vicente Fox y, por consiguiente, a todo el pueblo de México. “Yo soy como el espinito que en la Sabana florea, le doy aroma al que pasa y espino al que me menea. No se meta conmigo, caballero, porque sale espinao”. Estas palabras de Chávez han provocado el rompimiento de las relaciones bilaterales entre México y Venezuela.
Es triste que se haya llegado a tanto por tan poco. El pleito no debía suponer mayor problema. Sin embargo, no puede esperarse mayor cosa de un dictador que con sus excesos ha faltado el respeto al mismo pueblo venezolano.
Es cierto que existe gran hermandad de México con los países de Sudamérica. Pero también los hermanos tienen diferencias e intereses propios, y el hecho de defenderlos, de ninguna manera rompe los lazos que los une.
La Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata, más que ser una reunión de hermanitos, era una reunión entre países. Fox acudió a dicha cita para defender nuestros intereses, y aunque muchos opinen lo contrario, hizo lo correcto al luchar por una apertura comercial en el continente.
¿Qué pasó cuando México rompió sus relaciones con Cuba? Absolutamente nada. La amistad de los pueblos supera cualquier problema entre sus políticos.
Ahora cuando un conflicto diplomático vuelve a presentarse, muchas críticas ha recibido nuestro presidente por parte de legisladores antipatriotas. Senadores del PRI, PRD y del Partido Verde, se pusieron de acuerdo -en eso no hay puntos discordantes- para reprobar el comportamiento de Fox durante la cuarta Cumbre de las Américas.
En un claro ejemplo de que los legisladores mexicanos aprovechan cualquier oportunidad para reprobar al presidente de la República, el perredista Raymundo Cárdenas dijo: “nos parece que las presiones que el presidente Fox ejerció sobre sus colegas en la cumbre no corresponden a una defensa del interés del pueblo de México, sino al de la maquinaria exportadora norteamericana”.
¿Acaso puede decirse que Fox es un empleado de la maquinaria norteamericana cuando él mismo reprobó la invasión de Estados Unidos a Irak?
Es triste, pero nuestros legisladores están más comprometidos con los pueblos extranjeros que con el pueblo mexicano. Para información de ese indigno representante de los intereses nuestros, la insistencia del presidente Fox por crear un Área de Libre Comercio de las Américas se debe a que un acuerdo de esta naturaleza generaría un gran desarrollo en el país. Actualmente, por culpa de los mismos legisladores que ahora critican al presidente, México ha perdido competitividad frente a otras economías, debido principalmente a la falta de acuerdos para alcanzar las reformas energética, fiscal y laboral.
Por si fuera poco, Andrés Manuel López Obrador aprovechó la ocasión para tenderle la mano a Fox, dándole al mismo tiempo patadas traicioneras. “Yo voy a defender al presidente de México ante cualquier agresión de cualquier Gobierno extranjero”, dijo benevolente, aunque segundos más tarde tiró su golpecito del día: “Es muy lamentable la actuación del presidente, sobre todo porque cada (salida) significa un desencuentro, un pleito, y eso no nos conviene”.
El presidente Fox hizo lo correcto al defender tan férreamente la creación del ALCA. Es cierto que se excedió al criticar a los presidentes de Argentina y Venezuela, sin embargo, eso no debe empañar su esfuerzo para defender los intereses de los mexicanos.
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