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Fox perdió la batalla

José Santiago Healy

Si algo hay que reclamarle con fuerza al Gobierno de Vicente Fox ha sido su incapacidad para frenar la corrupción que durante décadas -¿o siglos?- asuela a México.

Desde su campaña política, el guanajuatense reiteró una y otra vez su decisión de emprender “la madre de todas las batallas en contra de la corrupción”.

Con la llegada del chihuahuense, Francisco Barrio, a la Secretaría de la Contraloría todos pensamos que los propósitos de Fox iban más que en serio.

Pero pasaron los meses y los años con magros resultados en la pesca de tiburones gordos y colmilludos, si acaso cayeron algunos peces menores pero ninguno de “ring-side” o cuello 17.

En los regímenes priistas solía utilizarse la aprehensión de grandes figuras para intimidar a delincuentes, evasores fiscales y a los enemigos políticos del régimen en turno.

Así ocurrió con la detención del ex director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, que muchos interpretaron como una revancha de Miguel de la Madrid hacia su viejo adversario.

En tiempos de Carlos Salinas no hubo recato ni misericordia. Cayeron peces de todos los calibres y especies, desde el poderoso líder sindical Joaquín “La Quina” Hernández Galicia, hasta empresarios de peso completo como Eduardo Legorreta de Operadora de Bolsa.

En la Presidencia de Ernesto Zedillo fue más la calidad que la cantidad de los sacrificados, el caso más sonado sin duda fue Raúl Salinas de Gortari, a quien se le acusó del asesinato de su cuñado, José Francisco Ruiz Massieu.

Con Fox la lista de candidatos se vislumbraba larga y pesada. Se habló de los ex presidentes, de empresarios coludidos en el Fobaproa y de políticos que por décadas han vivido como príncipes gracias a sus componendas en el Gobierno.

También se habló de que habría justicia en los crímenes que por muchos años han quedado impunes en México, desde secuestros, crímenes y desapariciones hasta casos candentes como la masacre de Tlatelolco.

Desgraciadamente el presidente Fox no quiso o no pudo llegar hasta las últimas consecuencias por razones que esperamos conocer algún día.

En el caso de Fobaproa es sabido que su empresa familiar recibió los beneficios de dicho fondo y por lo mismo al destapar esa ‘Caja de Pandora’ significaría un riesgo para el propio presidente.

Una buena parte de la responsabilidad en esta grave omisión sexenal corresponde a Francisco Barrio, quien una y otra vez prometió atrapar a los tiburones gordos pero sólo capturó a unas cuantas sardinas.

Barrio prefirió la comodidad del juego político y fue así que dejó la Contraloría para irse a la Cámara de Diputados para lanzarse este año como precandidato a la Presidencia de la República, opción que finalmente desechó cuando vio que sus posibilidades eran más que nulas..

En el estudio de Transparencia Internacional de 2004 sobre la percepción de la corrupción, México ocupó el lugar 64 de un total de 145 países con una calificación de 3.6 puntos. El país mejor clasificado fue Finlandia con 9.7 puntos y el peor fue Haití.

Una calificación de 3.6 puntos sobre diez refleja exactamente lo que ocurre en territorio mexicano, esto es que la corrupción invade todas las esferas desde las judiciales, policíacas, y fiscales hasta las empresariales, aduanales y gubernamentales.

El costo económico es enorme y más todavía el tiempo de distracción que significa para la sociedad cada escándalo de corrupción como ocurrió con el desacato de Andrés Manuel López Obrador que finalmente quedó dispensado.

Un país con tal lastre no puede avanzar a la velocidad deseada y lamentablemente no hay indicios de que el sucesor de Fox vaya a lograr mejores resultados. ¿Hasta cuándo entonces se logrará en México un combate real a tan maligno cáncer?

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