“No hay duda que los mexicanos y las
mexicanas, llenos de dignidad, de voluntad y de capacidad de trabajo, están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer allá, en Estados Unidos”.
Vicente Fox
Para el vocero de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar, el escándalo sobre las declaraciones del presidente Vicente Fox el 13 de mayo en Puerto Vallarta es producto de una mala interpretación.
Cuando se le preguntó en una de sus conferencias de prensa esta semana qué lecciones se pueden derivar de esta experiencia, Aguilar respondió que la única lección es que no se deben “malinterpretar” las palabras del presidente.
No sé realmente cuál pueda ser esa mala interpretación de los medios o de la gente común y corriente. El presidente Fox simplemente repitió una afirmación que se hace con frecuencia en México y que es en lo esencial correcta. Entre los estadounidenses que tienen documentos de trabajo, los negros cuentan con el menor nivel de ingresos; ése es un hecho que reiteran todos los indicadores económicos, laborales y sociales. Pero ni siquiera ese grupo está dispuesto a aceptar ciertos empleos, con remuneraciones muy bajas, que los indocumentados mexicanos toman porque no tienen opción.
No hay razón para pensar que esta afirmación lleve una carga de racismo. Por el contrario, es el reconocimiento de una realidad económica y social, quizá producto de siglos de discriminación, sobre la que se sustentan todos los programas de “acción afirmativa” o “discriminación positiva” que los grupos políticos estadounidenses han promovido para elevar el nivel de vida de ese segmento de la población.
En el lenguaje políticamente correcto de nuestros días, sin embargo, incluso el término “negro” que utilizó el presidente el 13 de mayo Fox ha pasado a ser tabú. Qué lejos han quedado los tiempos en que los líderes de este grupo racial proclamaban black is beautiful, “lo negro es hermoso”. Hoy esta palabra se considera grosera. Sin embargo, el eufemismo más común de hace décadas, colored o “de color”, ha sido eliminado también del vocabulario políticamente correcto debido a su empleo en la sociedad racista del sur de los Estados Unidos en los años sesenta.
Así como surgió “minusválidos” para desplazar los términos tradicionales, como inválido, en otros campos en que la sociedad se siente culpable, así también se han traído al lenguaje contemporáneo eufemismos como Afro-American o “afroestadounidense”. Este adjetivo, empero, es tan cuestionable como colored porque refleja la idea racista de que hay algo intrínsecamente malo en el término negro.
Yo considero que el presidente no tenía porqué pedir disculpas por lo que dijo el 13 de mayo en Puerto Vallarta. Se acusa a Fox en lo fundamental de haber violado las nebulosas reglas de un lenguaje políticamente correcto que resulta muchas veces más insultante para los grupos discriminados que el idioma directo que empleó.
Mas tampoco se puede acusar a los medios de malinterpretar o tergiversar lo que dijo el presidente. Las palabras que Fox pronunció están disponibles en artículos de prensa y en las transcripciones de las declaraciones públicas del mandatario que se encuentran en la página de Internet de la Presidencia de la República. Son muy claras y no admiten malas interpretaciones. Por eso las he colocado en la apertura de este artículo.
El presidente Fox ha aprovechado el escándalo para buscar una alianza política con Jesse Jackson, uno de los dirigentes negros de mayor visibilidad en los Estados Unidos. Esa alianza tiene pros y contras. Jackson es un personaje muy visible, pero no se le puede considerar como el líder de toda la población negra de la Unión Americana. Hay muchos grupos, de hecho, que lo ven como un oportunista del cual hay que desconfiar.
De regreso en el tema principal, me da la impresión de que este asunto se pudo haber manejado mucho mejor con una sonrisa que con todas las explicaciones refunfuñadas que se han ofrecido. Desafortunadamente, los grupos que se creen dueños de la corrección política están peleados con el sentido del humor. Hubo un tiempo en que Vicente Fox —cuando era diputado, candidato al Gobierno de Guanajuato, gobernador o candidato a la Presidencia de la República— podía manejar estas crisis con una sonrisa y una afirmación de dejémonos de tonterías y dediquémonos a los asuntos realmente importantes. Pero ese Vicente Fox parece haberse perdido en algún recoveco del pasado.
MAYORÍA CALIFICADA
La Suprema Corte ya tomó su decisión, pero la victoria del presidente es pírrica. Se ha ratificado su capacidad de hacer observaciones al presupuesto, pero la Cámara las puede hacer a un lado con un voto de dos terceras partes. Y la oposición ya tiene esa mayoría calificada.
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