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Gobernador lagunero/Archivo adjunto

Luis F. Salazar Woolfolk

La campaña Por un gobernador lagunero, que llevan a cabo ciudadanos y grupos civiles de la región, en el marco de las elecciones locales en el Estado de Coahuila, amerita ser objeto de comentario.

Por su naturaleza el tema traspasa los límites de la actividad cívica y toca a la política en su acepción de lucha por el poder, porque en el caso concreto cada actor, candidato o partido, sopesa el impacto a la luz de sus propios intereses.

La reacción del Partido Revolucionario Institucional ha sido adversa a la campaña Por un gobernador lagunero, porque resulta en apoyo indirecto del candidato de Acción Nacional, Jorge Zermeño. A ello obedecen tanto la contracampaña que en los medios de comunicación busca ridiculizar el sentimiento regional, como las declaraciones del delegado del PRI, Manuel Cavazos Lerma, quien ignorante de la composición migratoria de la población lagunera, cuestiona el arraigo de Zermeño porque no nació aquí.

La descalificación a la campaña ha llegado al extremo que el Partido Verde Ecologista de México, haciendo el juego a la postura priista, impugna el derecho que asiste a los ciudadanos de la comarca de hacer el pronunciamiento y promoción de que se trata, demandando ante el Instituto Estatal Electoral a las agrupaciones “Corazón lagunero A.C.” y “Desarrollo de La Laguna, A.C.”, para que la autoridad ordene el cese de la campaña.

La demanda del Partido Verde Ecologista de México, implica un indebido cuestionamiento a los derechos de libertad de expresión y participación que en materia cívica y de política electoral tienen los ciudadanos, a despecho de quienes se empeñan en hacer de nuestra vida pública un coto exclusivo de los partidos.

La campaña Por un gobernador lagunero, entraña la aspiración de muchos ciudadanos que desean un gobernador integrado a la vida y retos cotidianos de la región y es un reclamo frente a la falta de equidad, la ineficiencia y el burocratismo autoritario que padecemos no sólo los torreonenses o laguneros, sino todos los coahuilenses incluido el ciudadano medio de Saltillo.

Al reclamo ancestral por un gobernador que tenga las características y el perfil ciudadano y solidario que muchos torreonenses exigimos, los gobernadores en turno suelen responder incluyendo personajes oriundos de La Laguna en su gabinete, a fin de aparentar una representatividad que no es tal, en virtud que al momento mismo en que dichos funcionarios son designados, se pierden en un aparato de Gobierno también ancestralmente centralista y lejano.

Esta práctica fue llevada al extremo por el gobernador Enrique Martínez y Martínez, quien hizo de su secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes el operador del trabajo sucio del régimen y verdugo no sólo de la Oposición y del ciudadano común, sino de muchos funcionarios de la propia administración enriquista y hasta de militantes y cuadros dirigentes del PRI; en ejercicio de un estilo autocrático sordo de oídos y entendederas, se utilizó cuña del mismo palo para apretar a los laguneros.

Al anterior ejemplo pueden agregarse otros igualmente desafortunados, como el que ofrece el procurador de la justicia ciega de Coahuila, Óscar Calderón Sánchez o el del autor de las obras públicas desplomadas Jorge Viesca Martínez.

La campaña Por un gobernador lagunero, es legítima al postular el tratamiento prioritario de los temas regionales, porque toda macrovisión debe aterrizar en beneficio de personas de carne y hueso que habitan ubicaciones locales concretas. La campaña no implica mengua de la perspectiva tanto coahuilense como nacional y hasta universal de esta lucha cívica, ya que el hombre es ciudadano de su terruño y del mundo, como parte de la sociedad doméstica y de la humanidad entera.

A la luz de una visión como la que antecede, el 26 de junio de 1963 el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, pronunció ante el Muro de Berlín un discurso que es un canto a la libertad y un lamento por los derechos humanos ultrajados. En un gesto de entrañable solidaridad con la comunidad local que lo escuchaba, cerró su discurso universal proclamando: “Ich bin ein Berliner” que significa, ¡Yo soy un berlinés!

Por ello es válido que quienes promueven la campaña cívica de que se trata, quieran un gobernador para Coahuila que con independencia de que haya nacido en Saltillo, Monclova o el Distrito Federal, tenga la voluntad de compromiso y la autoridad moral para mirarnos a los ojos y decirnos: “yo soy un lagunero…”.

Correo electrónico:

salazarw@infosel.net.mx

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