EL SIGLO DE TORREÓN
FRANCISCO I. MADERO, COAH.- La vida le ha pagado mal. A sus 56 años de edad, Bertha Hernández González, lleva diez que no ve a su marido, por lo que mantiene a sus dos hijos. El mayor quedó trastornado al ingerir una bebida y el más chico es adicto a la marihuana y otras sustancias. Para colmo, ayer al mediodía la golpeó cuando andaba en completo estado de intoxicación.
Agobiada por lo mal que le ha ido en la vida, Bertha pidió ayuda a sus vecinos del ejido Nuevo León, de este municipio, para que por favor llamaran a la Policía y le quitaran de encima a su hijo Juan de Dios Ortiz Hernández, de 23 años de edad, que en completo estado de intoxicación la golpeaba sin misericordia.
La oportuna llegada de los patrulleros de la Dirección de Seguridad Pública Municipal a cargo de la unidad 0949 que recibieron el reporte de maltrato a la familia a las 12:40 horas, logró impedir que el violento sujeto siguiera atacando a la autora de sus días.
Tan intoxicado andaba Juan de Dios, que ni siquiera se dio cuenta cuando los uniformados le pusieron las esposas y luego lo subieron a la parte de atrás de la unidad policiaca para llevarlo a las instalaciones de la DSPM, donde fue puesto tras las rejas.
En tanto, la sufrida mujer, dolida moral y físicamente, lloraba de manera amarga al pedir ayuda para que se compusiera su hijo.
?Mi muchacho grande ?José Higinio Ortiz Hernández, de 30 años?cuando estaba niño tomó un líquido que un compadre tenía en una botella de refresco y desde entonces está mal. No razona. A mi hijo Juan de Dios, le ha dado por juntarse con malos amigos y ya ve los resultados. Seguro toma alguna droga p?a ponerse así, pos casi siempre es muy tranquilo?, dijo a El Siglo de Torreón.
?Ya una vez pedí ayuda al DIF y durante un tiempo estuvo en tratamiento pero después se salió y volvió a las andadas. Quiero que me ayuden pero tampoco quiero perderlos?, suplicó llorosa.
Con la mirada perdida, Juan de Dios fue recluido en una de las celdas de Seguridad Pública, donde El Siglo de Torreón le preguntó en varias ocasiones los motivos por los cuales había atacado a su progenitora, recibiendo como respuesta el silencio.
?Agua?, pidió a su captores y enseguida trató de escupir pero se notaba que tenía la boca seca.
?Es por la droga?, comentó uno de los policías, mientras cumplía la petición del detenido.
?Yo los mantengo?.
Como toda mujer que es madre, Bertha Hernández González no tuvo empacho al decir que ?yo los mantengo, pues ellos no trabajan. El grande porque está enfermo y el otro porque anda con malas amistades?, dijo resignada.
Desde que su esposo José Ortiz Frausto, desapareció hace una década, ella ha sido padre y madre para sus dos hijos, sin importar el sacrificio que tenga qué hacer para obtener lo necesario y darles de comer.
?En las casas de Nuevo León (municipio de Francisco I. Madero), me voy a ayudarles p?a que me den algo de dinero o comida y llevarles a mis hijos. No es mucho pero a?i la llevamos?.
De su esposo lo único que recuerda es que hace diez años salió de la casa y nunca volvió. ?me lo mataron?, fue lo único que dice la desconsolada mujer.
