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Guerrero electoral/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Hace seis años quizá ya ocurrió, sin que hubiera reconocimiento oficial de ese resultado. Pero esta vez, la primera en la historia, puede triunfar la oposición en la contienda por la gubernatura de Guerrero. Por lo pronto, diversas encuestas coinciden en señalar un empate técnico (una situación en que la diferencia es tan angosta que entra en el margen de error de los ejercicios de probabilidad, como son los sondeos) entre los candidatos del PRI y el PRD, Héctor Astudillo y Zeferino Torreblanca.

Reforma y El Universal presentaron sus estudios de intención de voto el lunes pasado. Sus cifras no coinciden, pero sí el dictamen: cualquier de los dos candidatos puede ganar. Conforme a la encuesta de Reforma, Astudillo reúne 50 por ciento de preferencias electorales contra 48 por ciento de Torreblanca. Según El Universal, se presenta la misma diferencia de dos puntos pero a la inversa: el candidato del PRD aparece con 49 por ciento de la intención de voto y el del PRI con 47 por ciento. Puesto que el margen de error de la primera encuesta es de 2.8 y de 2.9 el de la segunda, es claro que si nunca puede utilizarse sólo ese instrumento para anunciar un resultado, menos en este caso, sobre todo porque el 12 por ciento (en el sondeo de Reforma) no había decidido en la última semana de enero por quién votar.

Reforma había realizado otra encuesta en noviembre pasado, en que Torreblanca aparecía con ventaja de 51 puntos contra 46 de Astudillo, que se ufana de haber superado una diferencia mucho mayor medida al comenzar la campaña. Ese probable vuelco en la opinión se debería al intensivo uso de recursos públicos, o provenientes de orígenes ignorados, que según la oposición ha desplegado la campaña oficialista. Específicamente se ha mostrado que la Secretaría de Educación local cubre salarios y honorarios a personal que apoya al candidato priista: una nómina en que figuran 103 activistas de Astudillo (Proceso, 30 de enero)

Desde dentro del equipo de René Juárez, el gobernador saliente, se cobró conciencia de ésos y otros apoyos. Héctor Popoca, quien durante casi seis años fue secretario de desarrollo rural, renunció a su cargo “para tratar de inhibir el fraude” y se sumó a la campaña de Torreblanca.

Salieron a su vez del PRI, en los meses recientes, Julio César Hernández, ex secretario de Gobierno; Enrique Martini Castillo, ex líder estatal del PRI y ex alcalde de Taxco; César Flores Maldonado, ex líder del Congreso local; el ex alcalde de Atoyac, Canuto Nogueda; la ex diputada y ex regidora Herminia Olea, etcétera.

Aunque las dos formaciones mayores insisten en la civilidad de la contienda, conforme se aproxima la jornada electoral las tensiones aumentan. En Teleoloapan fue detenida una brigada de activistas de Astudillo, encabezada por el subsecretario estatal de salud. Repartían formatos para obtener un seguro escolar, sin costo y con cobertura de 25 mil pesos, oferta que ha sido eje de la campaña priista.

O es una tomadura de pelo, pues recibir los formularios llenos no obliga en lo absoluto a hacer válida la garantía contra accidentes escolares. O es un acto de peculado si el Gobierno estatal contrató el seguro y lo distribuye en las escuelas en favor del candidato oficial.

Astudillo saltó hace cuatro años de una diputación local a la senaduría, que ganó con un margen de 53 mil votos a Armando Chavarría (perredista que disputó hasta el último minuto la candidatura a Torreblanca). El candidato priista hizo una carrera típica, con empleos de rango menor en la administración local hasta ser durante un año secretario particular del asesinado gobernador José Francisco Ruiz Massieu. Fue también dirigente estatal del PRI, alcalde de Chilpancingo y dos veces diputado local. Su candidatura salió avante por acuerdo del gobernador Juárez y Roberto Madrazo, a quien aquel apoya en la ya abierta contienda interna por la candidatura presidencial. Astudillo forma parte del comité nacional de Madrazo, como subsecretario de organización.

Contador público, Torreblanca se dedicó a los negocios y a la representación empresarial durante los ochenta y en la década siguiente pasó a la política electoral. Tres veces (en 1993, en 1996 y en 1999) fue candidato a la presidencia municipal de Acapulco, apoyado por un Frente Cívico que se constituyó en torno suyo y el PRD. La tercera vez alcanzó la alcaldía. Su desempeño fue bien calificado por los porteños, aprobación que se reflejó así en una nueva victoria perredista en la elección acapulqueña como en el fortalecimiento de su precandidatura al Gobierno estatal, que ganó primero persuadiendo a otros aspirantes para apoyarlo y luego venciendo por 200 mil votos contra 50 mil a quien decidió llegar a la contienda interna en las urnas.

Félix Salgado Macedonio, dos veces candidato a gobernador (en 1993 y 1999), es el coordinador de la campaña de Torreblanca. Su retiro de la contienda interna ante indicaciones de las encuestas y su aceptación de ese papel simboliza la maduración perredista y la simbiosis lograda por el ex alcalde acapulqueño con un partido al que no pertenece y que ha tenido que defenderse de la violencia homicida y sostenedora del fraude.

En Guerrero, las agresiones y el abuso de los recursos públicos para la compra y coacción al voto han sido completados con la impunidad. La encarna Pedro Pablo Urióstegui, que deambula a la vista de todos en Teleoloapan, a despecho de nueve órdenes de aprehensión, algunas del fuero federal, que nadie cumple.

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