Nació en un pequeño poblado de la región bávara, en Alemania, el 16 de abril de 1927 y con un breve y polémico episodio en el cual participó en los comandos de las juventudes hitlerianas en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, entre sus antecedentes, se ordenó sacerdote en 1951. Fue nombrado Cardenal en 1977 y hoy es el Papa número 265 de la historia. Hombre ortodoxo, conservador, fue considerado la mano derecha de Juan Pablo II, quien le encomendó la custodia de la doctrina como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que no es otra cosa, que el viejo Santo Oficio.
Joseph Ratzinger de 78 años de edad, es ya Benedicto XVI, un teólogo reconocido en el mundo entero por sus dotes intelectuales y que tiene una máxima de conducta personal y pastoral que se resume en una de sus frases favoritas: “la bondad implica también la capacidad de decir no”. Y el nuevo sumo pontífice ha dicho muchas veces no: al sacerdocio de las mujeres, al matrimonio de los curas y a la homosexualidad, que considera “un desorden objetivo”, lo que le ha valido el calificativo de conservador y la etiqueta de continuista. Sus detractores destacan en Ratzinger sus cuestionamientos y oposición a la reforma litúrgica introducida por Pablo VI y al hecho de que también se ha mostrado contrario al exceso de “novedades” introducidas en las misas que, a su juicio, se acaban transformando en un espectáculo.
Sólo queda destacar dos hechos en el hombre que ayer tomó las riendas de la jerarquía Católica: en el Vía Crucis del último Viernes Santo manifestó su preocupación por una Iglesia que es una barca que hace agua, y escribió: “Cuánta suciedad hay en la Iglesia y también entre aquellos que se deben entregar a la causa del sacerdocio y pertenecer completamente a ella. Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia”. Y su afirmación categórica contenida en el documento “Dominus Jesús”, del año 2000, en el que sostiene que “sólo en la Iglesia Católica existe la salvación eterna”.
Cada quién tendrá su opinión sobre Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, quien empieza a caminar como Sumo Pontífice... pero por lo pronto, “habemus Papam”.
