CONSUMO INTELIGENTE
HÁBITOS | HA CAMBIADO EL MARKETING INFANTIL EN LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS
EL SIGLO DE TORREÓN
Es necesario darle a los niños las herramientas suficientes para que no se dejen llevar por la publicidad
TORREÓN, COAH.- En los últimos diez años se ha dado un cambio muy importante en lo que respecta al marketing infantil: se dejó de considerar a los niños como sólo potenciales consumidores, para convertirlos en consumidores hechos y derechos, con gustos definidos y gran injerencia en las decisiones de compra de toda la familia.
Para la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), es importante orientar y dar información tanto a los consumidores infantiles como a los adultos sobre cómo ?nace? el acto de consumo en el ser humano que lo fomenta y con base en ello, tener herramientas y no dejarse influir por los medios de comunicación.
En los tiempos actuales, las madres consultan con sus hijos a la hora de planear actividades y les permiten ayudarle a escoger un restaurante para comer, qué película alquilar y dónde ir de vacaciones. Además, ellos eligen sus propias meriendas y son implacables a la hora de decidirse por un juguete, que seguramente vieron miles de veces en los comerciales televisivos.
La influencia de los niños en las compras de la familia es palpable de modo directo cuando se trata de alimentos, ropa, accesorios para el hogar, productos de belleza y artículos escolares, y de modo indirecto ?pero indudablemente decisivo- en cuestione como paseos, vacaciones y tecnología. Según estudios hechos por los norteamericanos Pen, Schoen & Berland ASS, Intelliquest y el NPD Group, los chicos influyen en el 43% de las compras que hacen sus padres.
CÓMO SE APRENDE
La forma en que se vive ha cambiado mucho. A México llegan tarde los cambios, y aunque se está lejos de alcanzar el nivel de vida de los países desarrollados, se sigue el mismo camino que esas sociedades, particularmente la estadounidense. Se cambian hábitos y costumbres al son que tocan las grandes compañías.
El cómo se vive, el qué se come, el qué vestir, entre otros, está en buena medida determinado más por las empresas que por las decisiones congruentes con el bienestar y la salud.
Para los adultos es difícil saber en qué momento se hicieron indispensables algunos bienes que antes no existían o estaban disponibles; sin embargo, quienes son niños ahora quizá no se hagan esta pregunta, ya que para ellos, esos bienes ya eran indispensables y cotidianos desde que nacieron.
La mayoría de la gente prefiere pensar que todo lo que compra y usa es por decisión propia, y que lo hace por convivencia, y en muchos casos es cierto, pues muchos productos representan una ventaja que antes no se tenía; pero a veces se consumen productos que no aportan nada positivo a la vida y peor aún, tienen un efecto nocivo.
El problema es que la publicidad y las técnicas que se utilizan para hacer los productos más atractivos llegan a ser tan efectivas que la gente termina consumiéndolos en forma obsesiva, porque les genera una necesidad nueva.
Es así como algunas industrias se valen de los niños para atraer a sus padres como consumidores, mediante fuertes bombardeos publicitarios y promocionales. El mercadólogo encuentra en el segmento infantil un terreno fértil para llegar al realizador de las compras: el ama de casa.
Lo anterior es porque son los niños quienes ejercen un alto poder de influencia sobre los hábitos de compra, recreación y dinámica de la familia. Un ejemplo es la venta de hamburguesas que ofrecen ?juguetitos? como parte de la promoción de sus productos. Y es que el futuro de algunas industrias depende enormemente de que los niños y jóvenes se conviertan en consumidores habituales de sus productos.
Algo grave es que muchas veces los mejores aliados para convertir a los niños en grandes consumidores son sus propios padres, así por ejemplo, los videojuegos son una herramienta útil para el envío de mensajes, ya que por un lado son increíblemente atractivos para los pequeños, y por otro son convenientes para sus padres, pues los menores demandan menos su atención cuando están entretenidos jugando.
Tomando en cuenta otros ejemplos de productos en general, tanto niños como muchos adultos, piensan que la salvación se encuentra en lo que se consume, así el ya popular tatuaje socio-cultural ?eres lo que compras? o ?eres lo que tienes?, llega a lo más profundo y aparta todo sentido de conciencia comunitaria.
Sin duda, la sociedad occidental actual por medio de la herramienta de las corporaciones (los medios de comunicación), ha hecho pensar que el éxito se mide por la cantidad y las marcas de productos que se consumen diariamente. Venden la idea de que la vida es incompleta si no se tiene lo que ofrecen, de que el nivel de vida, al igual que la existencia son menores sin sus productos.
Consejos
Es importante conocer cómo se va desarrollando el comportamiento de consumo desde que se nace, para que en base en ello, se empiece a educar a los futuros consumidores desde pequeños.
· El tiempo que los niños dedican al televisor debe controlarse, pero no con reloj en mano sino estudiando la programación, seleccionando los programas por su calidad, por el interés de los contenidos o por la satisfacción del niño, dejándole elegir si tiene la edad o criterio suficientes.
· Los niños no deben ser espectadores solitarios, al menos no siempre.
· Los padres se deben informar sobre lo que ven sus hijos, y argumentarles con paciencia y razones, del por qué un programa es adecuado o no para ellos. En el caso de emisiones o escenas que se consideren inadecuadas (por la razón que sea), lo mejor es acompañarles, de esta manera se podrá responder a sus dudas.
· Se debe proporcionar a los niños lecturas, actividades, juegos, diálogo, la posibilidad de estar con amigos, como alternativa al uso indiscriminado de TV.
· En el dormitorio de los niños no debe haber televisión.
· Hay que predicar con el ejemplo, se debe hacer uso sensato del televisor. Mejor es preferir leer, dedicar tiempo para escuchar a los niños, hablar y jugar con ellos con la televisión apagada.
· El televisor no debe estar conectado cuando los niños comen, juegan o estudian. Ni para que concilien el sueño.
· La televisión no debe entrar en el mecanismo de premios y castigos.
FUENTE: Profeco