Las huellas de Mohamed El Ouazzani, detenido el pasado día 14 y que en septiembre fue visto junto a una central nuclear en España, han sido halladas en el piso de la localidad madrileña de Leganés en el que en abril se suicidaron siete de los autores de los atentados del 11 de marzo en Madrid.
Según fuentes jurídicas, El Ouazzani fue interrogado ayer por el juez Baltasar Garzón sobre el hecho de que sus huellas aparezcan en uno de los libros hallados entre los escombros de la vivienda que los terroristas hicieron explosionar en Leganés.
El detenido aseguró no tener explicación para ello y que no mantenía relación alguna con los suicidas.
El Ouazzani es el segundo implicado en la operación contra el terrorismo islamista en España cuyas huellas aparecen en alguno de los efectos recuperados en Leganés, después de que se identificara una impresión dactilar de Djamel Seddiki, detenido en noviembre pasado.
Garzón ordenó el ingreso en prisión de Seddiki bajo la acusación de formar parte de la célula islamista que Mohamed Achraf, encarcelado en Suiza, estructuró en el este de España.
También decretó la busca y captura de El Ouazzani, a quien consideraba uno de los integrantes de la célula islamista creada en Madrid entre finales de 2002 y comienzos de 2003 por Mustapha El Mayomuni, actualmente encarcelado en Marruecos por su presunta implicación en los atentados de mayo de 2003 en Casablanca, en los que murieron más de 40 personas.
A ese grupo pertenecían también varios de los implicados en los atentados del 11-M, en los que murieron 192 personas.
Entre ellos estaban los huidos Said Berraj y Mohamed Alfalah, el marroquí Jamal Zougam -en prisión como presunto autor material de los atentados-, Faisal Allouch y Serhane Ben Abdelmajid, “El Tunecino”, quien se suicidó en Leganés.
Cuando El Ouazzani fue detenido en Madrid, Garzón decretó su ingreso en prisión en un auto en el que señaló que había sido sorprendido junto al español de origen marroquí Khaled Zeimi Pardo en las inmediaciones de una central nuclear de la provincia de Guadalajara (centro de España) con una máquina de fotos y en circunstancias “no lo suficientemente aclaradas”.
Según el juez, ambos formaban parte de una célula islamista que tomó la decisión de atentar en España porque, al entrar en la guerra de Irak, “se había convertido en enemiga del Islam”.