Para muchos representa una esperanza, para otros un retroceso. Lo que es innegable es el poder de convocatoria de Andrés Manuel López Obrador. El jefe de Gobierno del Distrito Federal estuvo en Torreón el pasado sábado cinco de febrero para presentar su libro Un Proyecto Alternativo de Nación.
La visita arroja varias enseñanzas para el análisis. Por un lado, la gira del famoso “Peje” dejó en evidencia la debilidad y desorganización del Partido de la Revolución Democrática en La Laguna. Los grupos que integran este organismo se peleaban el reconocimiento de traer al político tabasqueño a la región.
Así pues el alcalde de San Pedro, Emilio Bichara Marcos, platicaba a sus allegados que él era el artífice de la gira. La diputada local Beatriz Granillo, también se atribuía el “milagrito” y por supuesto, Abundio Ramírez luchaba por obtener los reflectores.
El viernes ninguno de los arriba mencionados era capaz de informar a los medios de comunicación la agenda de Andrés Manuel López Obrador. De hecho ese mismo día se rumoreaba que el acto sería en el Teatro Nazas, finalmente fue en el Isauro Martínez donde el aspirante a la Presidencia de la República dijo “no al desafuero” y enarboló el mismo discurso que lleva varios meses repitiendo: todo es complot.
El tabasqueño mencionó que el ambulantaje y la reactivación de la economía provocada por el narcotráfico, han impedido un estallido social en el país. Declaración por demás aventurada y tal vez valiente, sin embargo el político olvidó mencionar cómo revertir esta situación.
Este detalle poco parece importarle a sus seguidores, que ven en el famoso “Peje” un rayo de esperanza que puede transformar el país.
Este anhelo es generado por el hastío y la decepción. El PRI arrastra más de 70 años de corrupción y el efecto Fox golpea duramente al PAN, como prueba ahí están las últimas elecciones celebradas en Guerrero donde el PRD arrasó y como efecto natural fortaleció a Andrés Manuel López Obrador.
El jefe de Gobierno ha visitado diferentes partes de la República. En todos los lugares ha negado andar en campaña y se ha apoyado de comités ciudadanos, los cuales han servido para negar labores de proselitismo.
El común denominador de sus giras es hacer a su partido a un lado. Poco parece importarle a sus seguidores que para calentar la plaza días antes estuviera en Torreón, Manuel Camacho Solís, quien declaró que él va con Andrés Manuel. En México la memoria es muy flaca y nadie recuerda que el jefe de Gobierno en su libro Tabasco, víctima del Fraude Electoral, culpa entre otros de su derrota contra Roberto Madrazo en 1988 a Camacho Solís, entonces secretario del CEN del PRI.
En este escenario resulta paradójico que ahora Manuel Camacho Solís quien fuera uno de los hombres más cercanos a “El Innombrable”, Carlos Salinas de Gortari, sea aliado de Andrés Manuel López Obrador.
Más allá de ideologías, la política en México en los últimos años es pragmática. Así Andrés Manuel se une hoy a sus enemigos del pasado. Tal vez la explicación es que su partido no le garantiza una buena plataforma, porque finalmente el PRD vive en el conflicto eterno de sus militantes y más allá de los proyectos lo único que importa es acaparar cuotas de poder. Si no pregúntele a los perredistas de Coahuila, tal vez por eso Andrés Manuel prefiere hacer nuevos “aliados” o irse por la libre.
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