La deuda, tres mil pesos. El reclamante, un desconocido del que no sabemos nada o sólo lo imprescindible, lo suficiente. “Dealer” dirían en inglés, comerciante en pequeño, distribuidor, de drogas. Su mercado cautivo, una escuela secundaria en una zona pobre, pero no marginal, de la Delegación Magdalena Contreras, al sur de la capital de la República. Su edad, catorce años. Su nombre, Stephanie. La solución de sus problemas, una soga alrededor del cuello y colgarse de la litera. “Yo tenía que darles mil 500 pesos cada semana, pero como hubo una revisión de útiles en la escuela, perdí y me robaron unas bolsas de dulces de las que vendía, y junto con los dulces iban las grapas”. Esas fueron algunas de las líneas que dejó. Víctima de la extorsión no encontró otra salida.
“El viernes en la noche vinieron y me advirtieron que me daban ocho días más para pagarles su dinero, pues les dije que se lo había prestado a mi novio, y lo cierto es que no los tengo, y como no deseo meterlos en problemas a ustedes, por eso no les dije”. Ese fue parte del mensaje final que encontró su hermana Myriam. A decir de sus compañeros era buena estudiante y la mejor en deportes. No se trata de lucrar con la tragedia personal, sí en cambio que la muerte de esta joven mexicana nos sirva para sacudir las cabezas y asumir la responsabilidad del terrible monstruo que tenemos dentro del país. Más allá de los dimes y diretes de los funcionarios ¿cuál es la estrategia de Estado?
Algunas horas después de que el cadáver de Stephanie fuera descubierto, nos enteramos de que un colaborador cercano del presidente de México, nada menos y nada más que el encargado de sus movilizaciones a lo largo y ancho del país, resultó ser un informante -hasta ahora- de uno de los más poderosos capos de Juárez. ¿Alguien puede todavía defender a la alternancia como la piedra de toque de un “nuevo México”? ¿Cómo llegó allí, entre puros? El ex-responsable de los penales federales, Carlos Tornero Díaz, es también investigado por la PGR. Al presidente Fox ya le llegó su caso; como Gutiérrez Rebollo en tiempos de Zedillo o los varios que rodearon a Salinas o Zorrilla instalado en la Secretaría de Gobernación en la administración de De la Madrid. Veremos en qué acaban todos los video-escándalos alrededor del GDF. Alguien puede todavía defender la tesis de la “voluntad política” como factor para controlar al monstruo. Vamos entonces a concluir que todos los presidentes recientes, de nuestro país, incluido Fox, estuvieron coludidos con el narco. Verdad que no se vale hacer uso político de problema de Estado. Cae otro mito, el primero, corriendo al PRI también se soluciona el asunto del narco.
El narco no respeta colores partidarios. Lo tenemos instalado cómodamente desde las puertas de las escuelas hasta los pasillos de Los Pinos. Pareciera que es tiempo de pensar en serio alguna estrategia de Estado. Dejémonos de politiquerías, de usos políticos con fines electoreros. Segundo mito, en México el consumo no es grave. Desde 1976 las autoridades, la actual Secretaría de Salud y sus antecesoras, han venido levantando estudios sistemáticos cuya versión más reciente es la Encuesta Nacional de Adicciones 2002. Se calcula que 3.5 millones de personas entre los 12 y los 65 años han consumido alguna droga, independientemente de alcohol y tabaco. Aunque en números relativos -alrededor del tres por ciento del total de la población el mal pareciera menor- en números absolutos es ya una pesadilla. Casi 600 mil mexicanos declararon haber consumido droga el último mes y alrededor de un millón en el último año. En orden de importancia el consumo va de la marihuana, a los inhalables, a la cocaína y otros derivados y, finalmente, la heroína. El mal que está ya circulando de manera poderosa en la sociedad mexicana, no respeta nivel educativo ni de ingreso. Todos estamos expuestos.
Por supuesto, como en el mercado del tabaco, los adolescentes son el objetivo. Se calcula que más de 200 mil adolescentes han usado droga y que 100 mil son consumidores habituales. El crimen, la introducción y la dependencia, está consumado en cientos de miles de mexicanos. Algunas consideraciones paralelas: a) aunque las cifras no muestran un crecimiento dramático de los adictos, el número total de nuevos consumidores experimentales es alarmante: más de un millón 300 mil. Además es sabido que a partir de las medidas de seguridad adoptadas después del 11 de septiembre, mucha droga encaminada a Estados Unidos se queda en nuestro país y está siendo distribuida a precios bajísimos para inducir así el consumo y la adicción. Los resultados ya andan en la calle b) buena parte de la delincuencia en zonas urbanas se explica por las decenas de miles de jóvenes adictos desesperados en busca de recursos rápidos para comprar droga c) hay una muy extendida estrategia alrededor de las escuelas, el caso Stephanie, que se refleja en un estudio reciente hecho a maestros y padres de familia. En él, uno de cada tres maestros de educación básica reporta como problema de su escuela el tener que “hacerse de la vista gorda ante la presencia de droga... por temor a represalias”.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza el dicho. México arrastra ya un severo problema de drogadicción. Todo indica además, por los nuevos consumidores, que crecerá. La drogadicción está fuertemente ligada a la delincuencia. Así que los mexicanos sufriremos más inseguridad y tendremos que gastar más en enfrentarla por no haber evitado el inicio del consumo sobre todo en adolescentes. Pero hay otro problema adicional difícilmente retratable en cifras: el consumo conduce al consumidor a un mundo de ilegalidad, extorsiones, de indignidad que sangra el tejido social. La prostitución de jóvenes adictos es un horror presente en nuestra sociedad.
¿Qué hacer? Varias son las medidas a tomar que han mostrado eficiencia. En Sinaloa una reforma legal del gobernador Millán permitió a las policías locales entrar al narco-menudeo con menores. El impacto ha sido muy alto. El absurdo de seguir sub utilizando a los efectivos de nuestras policías por mantener en el nivel federal el delito es francamente criminal. Regresemos a Stephanie, la delegación Magdalena Contreras reporta la existencia de siete bandas con presencia en cincuenta puntos. El procurador local informa que el caso será enviado a la PGR. ¡Genial acuerdo institucional! Por allí no vamos a ningún lado. Ojalá y la imagen de Stephanie sacuda a los responsables. Su caso es una muestra del horror que se anuncia.
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Una buena para no terminar deprimidos. El triunfo del candidato del PRD en Guerrero, Zeferino Torreblanca, es una excelente noticia. No por antipriismo o perredismo sistemático, sino porque la larga historia de cacicazgos, corrupción, extorsión y fraude en Guerrero son una vergüenza nacional. Torreblanca llega acompañado de un capital político que puede significar un cambio. Ojalá y lo use bien.