Iván Soto Hernández | El Siglo de Durango
Transitar por bulevar Dolores del Río es un paseo. Ya sea de circulación oriente a poniente, o viceversa. De cualquier modo el traslado es lento y la culpa la tienen los semáforos.
El conductor apenas aborda esta supuesta ?avenida de circulación rápida?, y desde lejos puede observar focos rojos, amarillos y verdes al mismo tiempo encendidos, como si se tratara de decoración navideña.
Pero no. Son los semáforos que han sido instalados para el control y la seguridad vial de la avenida. Los cuales cambian de tono sin orden, más bien en total anarquía.
A cualquier hora del día se presenta la problemática. Y no hay de otra: se debe frenar el vehículo porque la siguiente luz está en rojo, cuando la anterior apenas se había puesto en siga.
Los automovilistas no entienden por qué la total ausencia de sintonía, hacen coraje y trinan contra los desentonados aparatos de presunto control vial.
Pero luego reflexionan que es mejor tener paciencia porque el uso de este bulevar es necesario para llegar a su destino. No hay otra opción.
Abundan los que prefieren encender un cigarro y escuchar música en la radio.
Y es que los que circulan a diario por esa y muchas otras rutas repletas de semáforos ya se han hecho a la idea de que en Durango la velocidad es delito y la lentitud es grata para los agentes.
Si no son semáforos son bordos, reductores de velocidad o paletas de ?alto?. El caso es que las avenidas que se proyectan para una ágil circulación de automotores inmediatamente son afectadas por las plagas de reducción.
El problema no es la presencia de señales luminosas automatizadas en las esquinas de calles y bulevares.
La falta total de sincronización de semáforos en bulevar Dolores del Río y muchas otras arterias importantes de la ciudad es lo que de verdad causa malestar a los conductores.
Incluso, resulta perjudicial el detalle de que no estén en sintonía cuando están tan cerca uno del otro, pues en las horas de mayor tráfico el riesgo de accidentes aumenta.
Con las filas enormes de vehículos que van avanzando lentamente como en la formación previa para comprar tortillas, así se observa a diario en las dos ceras de bulevar Dolores del Río.
Por eso transitar en vehículo por esa arteria es un paseo urbano poco grato.