A Ricardo Rocha
El pasado lunes cuatro, tempranito, quise como de costumbre desde el 20 de agosto de 2000, enterarme a profundidad de las noticias y encendí mi televisor en un canal que se llama en provincia TVC, perteneciente a Productora de Canales de Televisión, un canal que no se puede ver en el D.F., aunque genera ahí sus programas, por la conocida sobreprotección a Televisa y TV Azteca (ya desapareció el canal 40).
TVC en cambio es un canal de paga muy visto en casi todas las ciudades del interior de la República, tanto que a sus anunciantes les promete una audiencia probada de diez millones de personas.
Escuchar noticias es una cosa, escuchar el análisis y la reflexión de las situaciones actuales en boca de especialistas, es otra. Y eso es lo que hace muy bien la agencia “Detrás de la Noticia” de Ricardo Rocha. En TVC pasaba de 5.30 AM a nueve AM. Pero ese primer lunes de julio lo que vi fue un grotesco y largo comercial de las “Chicas del Paraíso”, una serie de mujeres inmersas en una piscina, algunas con los senos tronando de silicón, que anunciaban sus... talentos e invitaban a llamar a sus teléfonos para “revelar sus secretos”.
Una de ellas explicó que hacía x tiempo que había entrado “al paraíso” y que le había gustado -¿será la prostitución televisada tan alentadora? No sé si en días posteriores siguió TVC de proxeneta electrónico o si sólo pasa comerciales tontos.
Me fui a otro canal en busca de noticias como lo hizo sin duda el gran público de Rocha que desde hacía semanas enviaba a TVC infinitas protestas, por lo visto inútiles, por la cancelación de “su” noticiero.
La situación sólo le dejó al público para defenderse de la afrenta a su derecho a la información que le interesa, la opción de cancelar a su vez su suscripción de TVC, porque ni siquiera tiene el usuario la opción de acudir a la Profeco.
Desde luego, hablando como periodista y no nada más como una frustrada televidente, sé que la censura -la cancelación de tribunas es la más absoluta- proviene del Gobierno y en el caso se debe al apoyo de Rocha a López Obrador cuando la intentona del desafuero.
Democráticamente le dio oportunidad al público, como hacía el querido Paco Huerta, de expresarse de verdad en el programa.
Todo lo que pueda hacer “el Gobierno del Cambio”, contra la candidatura del perredista, lo hará. La meta de Fox después de ser conocido como “El hombre que sacó al PRI de Los Pinos”, consiste en convertirse en “El que lo volvió a meter”, porque el PAN ni yendo a bailar a Chalma a diario tiene ya oportunidad de sobrevivir en el poder, como es cotidianamente obvio, pero lo fue contundentemente en su desolada celebración del dos de julio, para la que importó al obsoleto Lech Walesa ¿mediante cuánto?
Y hablando de TVC, hay que señalar que su concepto de la programación es hasta peligroso en otros casos. Promueve constantemente a una tal Mishanti, que moviendo unos cuarzos en un plato de agua adivina presente, pasado y futuro de varias encarnaciones y sabe quién mató a quién, quién le voló el novio a quién, etcétera y está provocando líos entre los ingenuos que la soportan.
Pero en cambio en ciertos lugares, como Acapulco, está prohibido el canal “Infinito” que además de tratar el esoterismo con información e inteligencia, tiene formidables reportajes, podríamos decir “Detrás de la historia moderna”.
En suma, el público en muchas ciudades de la República que contaba con una modalidad de cable inteligente, abierta por sus propietarios originales, hoy está en la indefensión: no puede ver lo que quiere y le imponen a quien no quiere.
Avisaron muchos seguidores de Rocha que cancelarían TVC, pero ¿qué hacer cuando no hay más opción? En muchos lugares la TV de paga no es un lujo, es una necesidad. Este tipo de asuntos, hace cada vez más notable la necesidad de buenos canales de televisión del Estado, nótese, que no de gobiernos pasajeros e incompetentes como el que sufrimos.
La prestigiosa BBC que a lo largo del tiempo ha sido tan confiable, podría ser el modelo o bien habría que diseñar un sistema de canales autónomos del Gobierno, aunque financiados por el Estado, manejados con altos criterios, para evitar que el pueblo de México esté sometido a lo que deciden ofrecer unos cuantos impreparados cómplices de intereses ajenos al público.
A diferencia de ciudadanos que ya saben manejar su democracia, aquí padecemos abusos de los que no podemos defendernos. En otro aspecto, se escuchan hoy furiosas quejas de un sistema terrorista de cobranzas que parecería lógico si todos en este país fuéramos unos ladrones, pero hay muchos, diría Santiago Creel, que no lo somos.
Para cobrar cargos morosos y ¡otros ya pagados! las empresas contratan abogados cobradores que trabajan por comisión y por consiguiente quieren sacar dinero de las piedras a base de amenazas, telegramas anónimos, llamadas a altas horas de la noche e insultos directos al usuario.
Mucha gente se queja que le ha cerrado el crédito alguna empresa abusiva al denunciar a las personas al Buró Crediticio, por ejemplo: -uno encarga y paga parte de una alarma. Se la instalan mal y lo dejan tirado, no se la componen. Se niega al último pago ¡al Buró Crediticio-!
-Otro se va a vivir fuera de México, negocia y paga su tarjeta de crédito. Regresa cuatro años después y nunca le reconocen el pago ¡al Buró-!
-En lo personal, me está amenazando Avantel, tuve seis teléfonos con ellos. En cierto, momento se abrió la posibilidad de inscribirlos en mi tarjeta de American Express. Lo hice y me ausenté en la tranquilidad de pagos cubiertos.
Un asunto burocrático impidió a esas dos compañías organizarse a mi respecto y me quedé sin servicio de larga distancia. Avantel me pidió el pago de lo acumulado en efectivo. Lo cubrí en abonos. No podía hacer otra cosa. Ahora después de años, Avantel quiere que vuelva a pagar y se la pasa amenazándome a sabiendas de que pagué y que Telmex por Ley no me pudo dar servicio sin la demostración del pago al surtidor anterior.
¡Basta de compañías bandidas y de malos servicios! La privatización no debe ser una patente de corso para las empresas.
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