“El Estado Mundial de la Infancia 2005”, es un informe presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), que muestra cifras vergonzantes de lo que sucede en la actualidad entre los humanos, que simple y sencillamente descuidamos nuestro futuro y preferimos invertir en armamentos para agresión y defensa, mostrándonos insensibles ante el hambre, la enfermedad y la muerte de millones de niños en situaciones sociales y económicas de desventaja.
El informe se centra en la niñez, definida como un estado y condición de la vida del menor de edad. La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989, ofrece una nueva definición de la infancia sobre la base de los derechos humanos y sin embargo, para millones de niños y niñas, la promesa parece haber quedado sin cumplir, debido a que la pobreza, los conflictos armados y el Sida amenazan su supervivencia y desarrollo.
Este es un buen tema, especialmente cuando estamos a punto de festejar el “Día del niño”, cumpliendo con un rito que es tradición, más que otra cosa, olvidando la realidad por temor a confrontarla contra nuestra responsabilidad. Y es que simplemente no podemos evadirnos diciendo que con nuestras posibilidades estamos lejos de poder hacer algo para mejorar.
Hoy mismo, muchos niños de la calle sufren de abandono, falta de oportunidades para su desarrollo y maduración, analfabetismo real o funcional, desnutrición, carencia de vivienda y alimento a la afectividad, abuso, agresión y múltiples enfermedades generadas por la mala alimentación, como la desnutrición, o las condiciones de vida deplorables, entre ellas el Sida, adquirido por contacto sexual en violaciones, o por transmisión materno fetal. Le estoy escribiendo de casos de la Comarca Lagunera, que también son dolorosas y nos corresponde atenderlos y solucionarlos, junto a las autoridades municipales y estatales, o sin ellas de ser necesario, si es que siguen manteniéndose incapaces o ineficientes.
A nivel mundial, las cifras que nos presentan son desgarradoras:
Al menos 1000 millones viven en pobreza, siendo que la cifra estimada de infantes es de 2000 millones doscientos mil, lo que significa que uno de cada dos niños padece el problema.
Uno de cada tres, 640 millones de niños y niñas de países en desarrollo, no tiene una vivienda adecuada a sus necesidades; uno de cada cinco, o sea 400 millones, no tiene acceso a agua potable y 260 millones, uno de cada siete, no cuenta con servicios de salud.
En la actualidad, 121 millones de menores no asisten a la escuela y la mayoría de ellos son niñas, persistiendo la desigualdad de género; con ello, sus oportunidades de enfrentar con éxito a la pobreza se ven prácticamente eliminadas.
Cuando comparamos los niveles de supervivencia, las diferencias existentes entre ricos y pobres son vergonzantes. En el mundo, en los países no desarrollados, en el año 2003, murieron diez millones, seiscientos mil niños, antes de cumplir cinco años de vida, cifra que se compara al total de infantes que habitan en Francia, Alemania, Grecia e Italia y cada día se suman 29,158 muertes más, la inmensa mayoría casos evitables.
Diariamente, 3,900 niños mueren por falta de agua, lo que suma un poco menos de millón y medio de niños al año, solamente en ese rubro, muchos de ellos habitantes del continente Africano.
La desnutrición también cobra sus víctimas: en países del primer mundo, como Suecia, muere el cuatro por ciento de niños por esa causa, cifra que contrasta con el 32 por ciento que fallecen en Yemen o el 31 por ciento de Sudán y el 30 por ciento de Bangladesh, dato que nos es útil para hacer comparaciones de las puntas de la calidad de vida.
La esperanza de vida en uno y otro caso también es muy diferente: en Japón se tiene tasada en 82 años y sólo 5,000 niños mueren antes de cumplir los cinco años; en Zambia la expectativa es de 33 años y 82,000 niños mueren, anualmente, antes de cumplir los cinco años de edad.
Si las posibilidades de morir a mayor edad crecen a nivel mundial, en promedio de siete años en los últimos 30, en países africanos ha disminuido en 18, desde 1970, a la fecha. Dicho de otra manera: la situación no mejorará y por el contrario empeorará con el paso de los años para los habitantes de las regiones más pobres.
El azote del Sida en los países africanos es cada vez más apremiante: en Botswana el 37.3 por ciento de la población es seropositiva; en Swazilandia el 38.8 por ciento. En todo el mundo se estima que hay 15 millones de niños huérfanos por causa de este mal y en la África Subsahariana, se cree que 1.9 millones de infantes están infectados.
En el mundo, anualmente, al menos hay 2.5 millones de nuevos casos, de menores de 25 años de edad, sintomáticos o no.
La violencia es otra causa de invalidez por mutilación y muerte de los menores, particularmente por las luchas armadas. Entre los años de 1990 a 2003, se contabilizan 59 diferentes enfrentamientos en los que han participado 16 de los 20 países más pobres, peleando guerras civiles por distintas causas. 1.6 millones de niños han muerto desde 1990 y otros 20 millones han debido abandonar sus hogares por esa causa. En Rwanda, en 1994, en tan sólo 90 días, murieron 300 mil niños, más o menos el número de nacimientos en el mismo período en Canadá (fueron exactamente 319 mil neonatos).
En el abuso y trata de blancas, con explotación sexual, han sido involucrados dos millones de menores, principalmente niñas, número equivalente a la población de infantes en Bélgica.
Las cifras se vuelven más ofensivas cuando las comparamos contra los gastos hechos por los países ricos en cuestiones de defensa y armamento. En el año 2003, el mundo gastó 956,000 millones de dólares en armas; en contraparte, el costo calculado para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en 2015, está calculado en no más de 70,000 millones. Con menos de la décima parte de ese dinero atenderíamos el problema. ¿No le parece una realidad poco solidaria e insensible de esos países?
La Organización de Naciones Unidas (ONU), ha recomendado a los países del mundo que apliquen al menos el siete por ciento del PIB para la asistencia oficial para el desarrollo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE); sólo cinco cumplieron.
La dimensión del problema, como usted lo puede comprobar, es grande y únicamente con la colaboración de todas las naciones del mundo podremos enfrentar el reto de cuidar a las niñas y a los niños del mundo, que como dice Kofi A. Annan: “solamente a medida que nos acerquemos a la realización de los derechos de toda la infancia, los países se acercarán a los objetivos del desarrollo y de la paz”.
Lo invito a que reflexione y se anime a participar en alguna actividad local que ayude a atender nuestros problemas regionales, que si todos hiciéramos lo mismo, en todo el mundo, seguramente la realidad sería muy diferente.
ydarwich@ual.mx