En cumplimiento de lo preceptuado por la Constitución del estado, el pasado jueves primero tomó posesión como nuevo gobernador del estado el profesor Humberto Moreira.
El evento reunió a personalidades de distintos ámbitos, no sólo del político. Pero de ello hablaremos en otro momento y por ahora sólo diremos que siempre es grato conocer a algunas de ellas, así como tener la oportunidad de saludar nuevamente a otras.
El nuevo gobernador centró su discurso de toma de posesión en el necesario apoyo a los que menos tienen. Sin descuidar a los otros sectores sociales resulta claro que la Administración que inició su gestión esta semana se abocará al abatimiento del rezago social, demanda constante y nunca satisfecha a cabalidad.
En esencia Moreira se identifica plenamente con las clases populares y está consciente que el cargo que se le ha conferido tiene su origen en el electorado mayoritariamente popular.
A lo largo de muchos meses, como precandidato primero y luego como candidato, el gobernador tuvo oportunidad de corroborar las necesidades más sentidas del pueblo y reafirmar su convicción de que es impostergable pugnar porque, cuando menos en Coahuila, se reduzca la distancia entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco o casi nada.
De ahí que su Gobierno vaya a tender, de manera significativa, a la satisfacción de las demandas más sentidas de las clases mayoritarias de nuestro estado. A las demandas de la gente, entendida ésta como el conglomerado social más numeroso de ese estamento.
No puede ni debe desconocerse lo que se ha avanzado en esa línea. Pero cierto es que aún falta mucho camino por recorrer. Porque son tantos años de rezago social que no es posible resolverlo en unos cuantos sexenios.
La gente cada vez es más, exige más y enfrenta necesidades mayores.
Pero está claro que no debe confundirse la opción por los que menos tienen, con lo que se conoce como populismo. No es lo mismo un Gobierno popular que uno populista. Y los esfuerzos deben enfocarse a lo popular. Porque lo otro es un autoengaño que se convierte en burla para los demás.
Aunque debemos puntualizar que la gente, ésa para la cual debe trabajar todo Gobierno, advierte cuando se pretende jugar con ella y sus necesidades. A la gente no se le engaña. En todo caso, al final de cuentas el que se engaña es el gobernante.
Un Gobierno popular es el que actúa a favor de los grupos mayoritarios y éstos lo apoyan y respaldan si ven que sus necesidades están siendo atendidas. A veces a la gente le basta con sentirse realmente atendida, aunque sus problemas se vayan resolviendo gradualmente.
Eso es algo que con frecuencia se pierde de vista. El servidor público, y un gobernador lo es, se debe a la gente. La razón de su quehacer son las personas.
Pero no las personas en sentido genérico. Sino concreto. Esta persona, aquélla y esa otra. Personas que tienen nombres y apellidos. Que plantean necesidades. Y hay que estar consciente que para cada una de ellas su problema es el más importante.
Sin embargo, hay quienes olvidan que tal es el sentido del servicio público. Que no basta con ser honesto y capaz, sino que también se debe tener verdadera vocación de servicio.
La gente demanda respuestas, así como, paciencia, prudencia, atención y calidez.
Quien no esté dispuesto a actuar de esa forma, nada tiene que hacer en la Administración pública.
Conozco al gobernador Humberto Moreira. Sé que él entiende así la Administración pública. Por eso ha hecho patente su intención de apoyar a la gente y apoyarse en ella para gobernar Coahuila.
Pero además, para un servidor público no hay nada más gratificante ni satisfactorio que el recibir el reconocimiento de la gente cuando se ha cumplido con ella.
Ese reconocimiento es el mejor pago que un servidor público puede recibir.
Hay seis años por delante para cumplirle a la gente.
No obstante ello, hay que confiar en que al término de los mismos podamos afirmar que el nuevo Gobierno cumplió con la opción que ahora toma.