Tres periodistas han caído, dos acribillados y un desaparecido, los tres involucrados en investigaciones de narcotráfico, todo en dos semanas. No hay hasta ahora ningún detenido. El país está tranquilo aseguran una y otra vez, ¡sí cómo no! Nahum Acosta el presunto responsable de filtrar información al narco desde Los Pinos, fue liberado. El ex inculpado deja saber de su intención de ambicionar a un cargo de elección popular. ¿Por qué no? De hombre de confianza del presidente a delincuente y de allí a perseguido político del propio régimen de Fox, todo en menos de tres meses. ¿Cómo explicar que se “les coló” nada menos que en Los Pinos, cómo explicar que siempre no era cierto, cómo explicar la liberación a todos aquellos que escucharon las grabaciones del entonces inculpado y miembros del narco? Narcos también eran los que andaban negociando la instalación de casinos en Nuevo León. Pareciera que las advertencias son ciertas. Pero como de sorpresas está llena la vida, ahora resulta que sobre el responsable de recaudar fondos para la megabiblioteca recae una acusación por fraude. El mismo Gobierno lo cobija y lo inculpa.
Mientras se anuncia que el inminente rescate del ISSSTE equivale a tres veces los recursos del Fobaproa, los señores senadores tienen a bien descubrir que el INFONAVIT no entra en los supuestos de la Ley General de Transparencia, como si no fuera una Entidad derivada de la administración pública federal que recibe dineros públicos. Pero si el debate jurídico es lamentable, peor es el trasfondo que deja ver la legisladora ex panista, Tatiana Clouthier: se busca así proteger a los hijos de la primera dama. De inmediato viene la respuesta airada de la señora Fox, no hay nada. ¿A quién creerle? Todo esto mientras corre la pólvora de que los casos semejantes son muchos y de que la fobia contra López Obrador surge de un ánimo de búsqueda de protección al futuro ex presidente y su familia. Veneno puro para una de por sí intoxicada opinión pública a la que simplemente le resulta imposible digerir que el senador Aldana, multiseñalado como responsable de la transacción del PEMEX-Gate, sea salvado por los señores legisladores de un posible desafuero. Mientras tanto en paralelo vivimos un desfile de incongruencias en el caso de AMLO. Ni la bondad ni la maldad operan sin inteligencia.
De Fox se decía, como justificación ante los tropiezos, que era un hombre bueno, aunque no demasiado capaz. En 2005 el juicio pudiera cambiar, se ratifica la incapacidad, se le agrega maldad. Malos e incapaces, la combinación es patética. A dos semanas del desafuero cabe la pregunta: ¿Es AMLO todavía el titular de la jefatura de Gobierno? Quiero suponer que antes de lanzar un tiro como el desafuero alguien estudió los vacíos jurídicos. Una vez admitida por la Corte la controversia de la Asamblea en contra de la Cámara, cómo queda la acción penal. Eso independientemente del futuro de la otra controversia de la Cámara en contra de la Asamblea. Cómo explicar la pérdida de derechos políticos de un individuo cuyo proceso ni siquiera ha iniciado. La batalla ante los observadores del mundo la va perdiendo el régimen, pues además resulta difícil explicar que la instancia de investigación criminal en México depende del Ejecutivo. ¿Cómo quedaría el caso de AMLO a la luz de los distintos convenios internacionales de defensa de los derechos humanos? No basta con decir que AMLO es peligroso, eso que cada quien lo juzgue y para muestra está su furioso discurso ante la Cámara, la pregunta es si alguien hizo la tarea de planear paso a paso esta aventura que podría costarle al régimen y al país un retroceso de décadas.
Como si no hubiera suficientes motivos de preocupación y por más que ambos bandos se declaren a favor de la vía pacífica, los hechos del sábado atajan las palabras. De nuevo ¿a quién creerle? Los “pacíficos” diputados, conscientes de su fuero, se dejan ir en contra de las vallas que cercaban un lugar público vecino de la propiedad que alberga semana a semana al presidente. ¿Fue un exceso del Estado Mayor? Pero y si no hubieran estado las barreras ¿hasta dónde hubieran querido llegar los legisladores? Fueron a buscar al presidente, qué más daba avanzar unos metros.
Mientras tanto rumores terribles se apoderan de la calle. Que si hay más videos, los de Ponce que acaban con la inocencia de AMLO sobre los manejos de dineros. Pero también están los de Ahumada que exhiben a la familia presidencial. Por cierto de todos hay copia en Cuba, por aquello de guardar un respaldo. Pero los chismes no son gratuitos. El daño que se le está causando al país por la especulación sobre los horrores que nos esperan, ya está aquí. Quién está negociado, se preguntan los inversionistas cuando se enteran de que el PRD rompe relaciones con el régimen foxista y su partido y por supuesto con el PRI. Nadie es por desgracia la respuesta. Es allí donde aparece el grandioso intangible: la solvencia moral. Ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD, ni el régimen foxista, incluida la pareja presidencial, tienen la solvencia moral para marcar un rumbo de conciliación y acuerdo. Por supuesto está la Suprema Corte, que a pesar del desprecio de AMLO, merece el respeto ciudadano.
Pero la Corte también está limitada en sus funciones, puede realizar el arbitraje jurídico entre instituciones que la Constitución contempla, pero no puede arbitrar en lo político. Hay vacíos legales que pueden ser subsanados, pero el peor vacío es el moral. La dirigencia del país despide miasmas. Ya lo decía Lord Acton, en política, como con los pescados, la descomposición comienza por las cabezas. Mientras AMLO se lanza a su campaña con la posibilidad de un regreso, mientras los medios lucran con su figura y con el episodio, México es víctima de un terrible vacío de liderazgo moral. La corrupción incontenible, la ambición sin límites, la carencia de escrúpulos mínimos, la pequeñez, se apoderaron de México. Hoy sólo la sociedad organizada puede insertar un mínimo de racionalidad nacional en que los intereses particulares se sometan a los comunes. Sólo la sociedad en sus mejores expresiones puede reinsertar parámetros éticos. Hoy nos sostienen las instituciones de las que tanto se han mofado unos y otros. Pero los actores en turno lo que provocan es vergüenza. De allí la intranquilidad: el futuro podría quedar en manos de enanos sin escrúpulos. El vacío moral nos arrastra. Pero México es mucho más que este desfile de miserias. Hagámoslo valer.
P.D. Respuesta a Leonel Godoy. En un acto público y sin tener yo posibilidad de respuesta, el todavía dirigente del PRD señaló que mi aseveración sobre el desprestigio generalizado de los legisladores no era del todo cierto, que había diferencias y basó su afirmación en una encuesta telefónica de 500 entrevistas en la cuál “los del PRD” cuentan con un fantástico 15 por ciento de credibilidad alta contra 42 por ciento que no les cree nada. Curiosa forma de orgullo que, entre escupitajos, en nada invalida el desprestigio general demostrado en la Encuesta Mundial de Valores, el Latinobarómetro, la ENCUP I y II o la ENCBG, entre muchas otras.