EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Insultante, inútil, hiriente

Federico Reyes Heroles

Las reservas petroleras cayeron 7.7 por ciento en sólo un año. De seguir con esa tendencia México, ¡un país con hidrocarburos envidiables! se convertirá, en menos de una década, en importador de crudo. Además de las gasolinas que no procesamos aquí pudiendo hacerlo. Con la novedad de que, ante un horizonte poco atractivo y una apertura detenida, los empresarios mexicanos se han visto en la necesidad de salir a buscar áreas de inversión. En los últimos ocho años han adquirido empresas en Estados Unidos por un equivalente a más de 11 mil millones de dólares. Como si se tratará de una economía desarrollada con mercados saturados, los capitales mexicanos no encuentran condiciones y espacio para invertir. ¡Ahora nos damos el lujo de exportar capital!

En plena era de la sociedad de la información las empresas mexicanas en promedio sólo están invirtiendo 1.13 por ciento en tecnología. El escenario de las medianas y pequeñas es lacerante: 0.23 por ciento. Los lastres son muchos, los incentivos pocos. No olvidemos que el promedio de inversión similar en los países de la OCDE es de casi el cuatro por ciento. El Instituto Latinoamericano de Educación nos recuerda que sólo el 6.8 por ciento de las primarias públicas tienen acceso a Internet. El promedio mejora un poco en las secundarias: 17.3 por ciento. Sólo en las preparatorias públicas el promedio alcanza un 55.3 por ciento.

La inversión en ciencia y tecnología que los países de la Unión Europea están tratando de elevar al tres por ciento en México ha caído sistemáticamente; se coloca en el O.35 por ciento. Después vienen las sorpresas ¿pero cómo es que los otros avanzaron tan rápido? Corea del Sur, con menos de la mitad de la población de México, ya obtuvo un PIB de tres mil millones de dólares superior al nuestro. ¿Cómo queremos mantenernos entre las diez primeras economías del mundo si nuestra velocidad es acentuadamente menor que la de otros? Descenderemos.

Será por la apreciación del peso, será por el costo de los energéticos, será por la inseguridad, será todo junto, pero el hecho es que el saldo negativo de la balanza comercial -sin maquila- aumentó 24.5 por ciento. Un ejemplo, la venta de computadoras cayó en el último año 64.7 por ciento. Otro: automóviles también. Algo no va bien por no decir que va mal. ¿Se puede revertir la tendencia? Claro, pero no va ocurrir por voluntad celestial. Los tiburones andan al acecho.

Las exportaciones chinas a Estados Unidos aumentaron de 1999 a 2005 del ocho por ciento al 13.5 por ciento mientras que las mexicanas bajaron del 12.8 por ciento al 8.6 por ciento. De seguir las tendencias en muy pocos años China habrá desbancado a Canadá como primer exportador hacia la potencia estadounidense. ¿Y México? Pues de seguir las tendencias caeremos como exportador. Agreguemos al nuevo escenario internacional la reciente firma del tratado comercial entre EU y Centroamérica. Ahora una larga lista de los productos mexicanos beneficiados por el TLC de Norteamérica ya tienen nuevos competidores. No habrá derrumbe o sacudida, pero los avisos son claros.

Por cierto, ya sin compras o ventas de una sola vez, la inversión extranjera directa se contrajo en el primer semestre casi 34 por ciento. Explicaciones hay muchas, pero por donde se le vea, no es una buena noticia. Si a ello se le agrega que el crecimiento de nuestra economía está siendo inferior al esperado, -3.1 por ciento de abril a junio- pues resulta que estamos ante un foco por lo menos ámbar. Por supuesto que hay buenas noticias, por ejemplo el sector turístico -por el tsunami, por el euro, por el miedo- va muy bien. Inglés a primaria, bien. IFAI y acceso a la información, bien. Atiendo al llamado de que las buenas noticias también son noticia, lo cual no quita que las malas no dejan de serlo.

De nuevo China. Nuestras importaciones de la anunciada nueva potencia pasaron en los últimos cinco años de mil 159 millones de dólares a alrededor de siete mil 500 en 2005. El ritmo de crecimiento es exponencial: 45.5 por ciento anual. Cuidado, el déficit se puede volver inmanejable. Súmese a ello que no hemos aprendido a venderle a la Unión Europea con la cual traemos también un déficit creciente, ello a pesar de que el acuerdo comercial es mucho más cauteloso que el celebrado con Estados Unidos y Canadá. Vale reflexionar ¿hacia donde vamos? Enrique Quintana nos recordaba en enero que de cada 100 mexicanos que los últimos cuatro años (2000-2004) llegaron a la edad y condición de trabajar, 41 consiguieron ocupación ...pero en la informalidad; 36 se lanzaron a buscar empleo en otro país, emigraron, y 23 se sumaron a las filas de desempleo abierto.

Pensará el lector que ya no cuadraron las cifras. Pues no, el crecimiento del empleo formal fue cero. Si siguiéramos con las actuales tendencias de crecimiento de la economía informal, 3.3 por ciento anual, en 2015 habría más de 15 millones de mexicanos en ese ejército. ¿Puede revertirse un desequilibrio así? ¿Cómo llevar a la formalidad a decenas de millones de mexicanos -incluyendo a los dependientes- que no conocieron otra forma de vida? Pero incluso en la formalidad el reto es mayor. No es menor el dilema de la rama manufacturera que ha logrado incrementar su productividad, pero incidiendo sistemáticamente en menor ocupación, menos empleo.

Entre la disminución histórica del empleo en el sector primario y la inexorable disyuntiva del secundario, sólo en el terciario se podrían generar los empleos productivos que el país requiere. ¿Qué hacemos? Sin ánimo de deprimir, pero el Banco Mundial calcula que la violencia le está costando a México alrededor de diez mil millones de dólares al año, eso sin cuantificar las inversiones que se alejan. ¿Hacia dónde vamos? Con ánimo de no caer en la autoflagelación, digamos que dentro de todo nos ha ido bien.

En los últimos cinco años y debido a los extraordinarios precios del petróleo México ha recibido ingresos petroleros superiores a su deuda interna. Agreguemos a ello los envíos récord de remesas, alrededor de 16 mil millones en 2004 y, de pilón, el turismo en una cifra cercana y veremos que hemos sido muy, muy afortunados. Pero hasta dónde nos va a durar la suerte. ¿Qué hubiera ocurrido sin esas condiciones extraordinarias? Ya conocemos esa historia. Hace mucho, casi dos décadas, que el Informe Presidencial dejó de ser el día del presidencialismo. Tampoco es ya una rendija para una oposición sin ventanas. Pero en todo este reajuste algo muy importante se perdió para los mexicanos: la reflexión sobre el futuro de México. Para bien y para mal Vicente Fox ya dio lo que pudo. Pronto estará fuera. Pero los problemas no son sólo de Fox, son de todos. En dos, tres, cinco o diez años, aquí estarán decenas de millones de mexicanos pobres y tendrán derecho a reclamar la insultante pérdida de concentración, la inútil discusión de lo inútil, la hiriente pérdida de tiempo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 166266

elsiglo.mx