Los procesos internos para seleccionar candidato a la Presidencia de la República en PRI y PAN siguen inmersos en una dinámica que satisface a quienes gustan del melodrama y de todo aquello que sugiera descomposición en las esferas políticas, pero preocupa a los pocos ingenuos que aún quedan en México y que ponderan la civilidad, la altura y el debate de las ideas en todo lo que tenga que ver con la “cosa pública”. Quienes pagan por ver sangre se encuentran de plácemes por la cantidad de truculencias, golpes bajos y zancadillas que se propinan con singular alegría los precandidatos priistas y panistas; y los que mantienen viva la esperanza de que la democracia en nuestro país llegue a caminar por derroteros transparentes y limpios no tienen más opción que lamentar otra oportunidad perdida.
En esa suerte de duelo entre Madrazo y Montiel, cada día se suman evidencias de que en el PRI puede haber de todo, menos unidad y que entre más se conocen los adversarios, más sinuosas son las veredas para llegar a golpear. En lo que significa el más reciente round de sombra, el ex gobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas, reitera que no pactará ningún acuerdo de civilidad con la dirigencia nacional de su partido, “pues no soy ningún cínico, ni tonto, para irme a sentar ahí después que me dieron un golpe bajo mis competidores; sería ir a convalidar las trapacerías de Roberto Madrazo”. De ese calibre son los “cariñitos” tricolores.
En el Partido Acción Nacional, los dimes y diretes llegaron a tal nivel, que se prohibió a sus tres contendientes, Felipe Calderón, Santiago Creel y Alberto Cárdenas, volver a ventilar públicamente cualquier queja, inconformidad o diferencia que tengan sobre la contienda y se canceló la realización del segundo debate que se tenía previsto, ante los “incidentes” que se registraron entre los contendientes, según lo afirmó el propio Manuel Espino Barrientos. El dirigente nacional panista dice que “ante los nubarrones que se avecinan y para evitar que se convierta en un cochinero, se estrechará la vigilancia en la tercera votación del próximo 23 de octubre, con observadores del Comité Ejecutivo Nacional”. Quién sabe si en el blanquiazul el llamado al orden y la mesura no llegue demasiado tarde.
Lo único rescatable de este patético espectáculo de política del más bajo cuño, es que los mexicanos tenemos acceso a lo que realmente sucede al interior de los distintos partidos políticos y hasta dónde son capaces de llegar los precandidatos en sus guerritas por el poder.