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LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- Cabello corto, sin maquillaje, sonrisa delicada y una paz "zen" que les contagia a sus compañeros de la serie Alias. No le hace falta hacer alarde de belleza ni pavonearse con aires de diva, ni observar con el mentón levantado. Isabella Rossellini sabe que sólo con ser como es llama la atención, e irremediablemente uno no puede dejar de observarla.
Una maestra para cualquier principiante en el medio hollywoodense o artístico, en general.
Lógico: tiene escuela. Es la hija de Roberto Rossellini, uno de los padres del cine neorrealista italiano, y de la actriz Ingmar Bergman, con quien tiene un increíble parecido físico.
Ella dice que necesita estar al lado de su familia y que, por eso, pasa algún tiempo alejada de su carrera.
Pero tampoco cede a la tentación de subirse a un avión. Vive en Nueva York; viaja seguido a Los Ángeles para hacer televisión y a Europa para hacer películas independientes. Es jefa de familia, pero no puede desligarse del todo de la carrera que la hizo famosa en todo el mundo.
Aún hoy, los hombres le siguen confesando sus fantasías a partir de Terciopelo azul y ella se sigue sorprendiendo cuando, por la calle, le repiten algunas líneas de sus papeles en cine o en TV.
¿Qué haces trabajando en la televisión?
Bueno, me lo ofrecieron. No sé si fue porque no tenían a nadie, pero yo dije que sí enseguida.
Estoy muy agradecida de trabajar en la televisión estadounidense. No hay demasiados actores extranjeros a quienes les den la chance de estar integrados a la cultura de aquí. Aunque vivo en Estados Unidos desde hace 33 años, todavía tengo un acento y mis gestos son muy europeos.
¿Por qué crees que ocurre esto con los extranjeros?
No sé por qué a los estadounidenses no les gusta vernos. Creo que sus actores son muy buenos y pueden representar papeles de extranjeros. Para nosotros sólo hay un cuartito en el que tenemos lugar. Por eso estoy muy contenta de estar aquí y ser aceptada.
¿Podrías considerar la posibilidad de algún día volver a trabajar a Europa?
Sí, claro. Yo trabajo en Europa. Acabo de terminar de filmar una película española (La Fiesta del Chivo). La razón por la que estoy más tiempo aquí que en Europa es porque tengo dos chicos pequeños (Elettra y Roberto) y vivo en Nueva York.
Cada vez que hago algo en Francia pienso que tendría que tener un agente. Pero después creo que es imposible, porque estaría llamándome para viajar cada seis meses. No se puede con una familia. Tal vez cuando tenga 80. No se sabe. No creía que mi carrera como "bella" podría terminar a los 35.
¿En serio te preocupaba eso?
(Ríe) ahora ya no me aflige. Creo que se dará. Cuando mis chicos crezcan y no necesiten a mamá en casa todo el tiempo, podré trabajar más y en diferentes países. Ahora trato de limitarme un poco.
¿Fue difícil para entrar en un programa en donde ya todos se conocían?
Siempre es más difícil porque ya son como una familia y te metes en ella. Pero en Alias hay una buena atmósfera y una gran serenidad. Uno siempre tiene miedo de "no pertenecer" o de que toques un ritmo diferente. Pero todos aquí son bienvenidos, porque el elenco original es muy cálido.
No tienes un papel muy grande, ¿estás conforme igual? Es una serie buenísima e increíblemente exitosa. Además fue divertido mirar hacia atrás y recordar las ropas glamorosas que siempre vestí, mientras ahora no logro sacarme el traje de presa. A nivel personal está bueno, porque me permite volver a Los Ángeles dos o tres veces por año y tengo muchos amigos aquí.
¿Tienes escenas de acción?
En este momento no muchas, porque estoy en prisión. Pero en la temporada anterior, mi personaje (Katya) fue bastante difícil y agotadora físicamente. Es divertido porque yo nunca pensé que sería una actriz de acción. Y ahora lo soy.
¿Te lastimaste alguna vez en alguna de esas escenas?
No, porque es como una danza. Cada pelea está coreografiada, siempre sabes dónde vas a caer. Bueno, claro, ocasionalmente puedes hacerte una heridita, pero no demasiado.
Te cuento un secreto: hacemos la coreografía de la pelea en forma muy lenta y luego la pasan rápido. Es grandioso ver cómo se hacen esas cosas, porque me puedo ver mucho más atlética en pantalla de lo que realmente soy. Además, doy una buena impresión a mis chicos.
Perfil alto
Además de ser hija de un matrimonio que, en su momento, convulsionó a los sectores más moralistas del mundo cinematográfico, Isabella Rossellini siempre estuvo vinculada con primeros nombres del espectáculo. Su primer esposo fue Martin Scorsese y, hasta hace un tiempo, estuvo de novia con Gary Oldman. Fue elegida muchas veces como una de las mujeres más bellas del mundo y lo admite sin soberbia, con conocimiento de causa.
-¿Todavía los hombres te preguntan por tu personaje de Terciopelo Azul? ¡Sí, claro! Es impresionante. Hay gente que me recita líneas enteras de la película. Pero lo mismo me ocurre con Alias. Hay fanáticos que recuerdan gestos o acciones específicas y te las comentan cuando te ven en la calle. Es sorprendente, porque tu trabajo es íntimo y, al mismo tiempo, no te das cuenta de que te verán millones de personas.
-¿Ves habitualmente tus trabajos anteriores? Generalmente no. Precisamente me invitaron hace poco para hacer unos comentarios para el DVD de Terciopelo azul y vi la película otra vez. ¡Uauu! Fue un viaje retrospectivo que me hizo estar feliz de estar viva y ser una voz de lo que ocurrió en el set. Está buena esta cosa de los DVD, porque te capturan antes de que te mueras.
-¿Prefieres la TV o el cine? Uy... no sé. En televisión trabajas muy rápido y está bueno. En cambio, en el cine todo el proceso es bastante lento y difícil. Pero cuando tienes un poquito más de paz es mejor. Es como el teatro. De todas formas, me gusta la variedad. Lo extraordinario de la televisión es que te da una popularidad que el cine no te otorga. Te ven en un episodio de Alias y, durante tres meses, la gente te para por la calle. Haces una película y sólo te paran dos o tres personas. Es increíble el enorme poder de la televisión.
FUENTE: SUN-AEE