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Israel, elecciones anticipadas/Archivo adjunto

Luis F. Salazar Woolfolk

La renuncia de Ariel Sharon al partido Likud, y el decreto de 21 de Diciembre de 2005 que anticipa las elecciones para renovar el Gobierno de Israel, implican una ruptura de este personaje con la línea radical de su ex partido, que deriva de la diversidad de visiones en torno al proceso de paz en Oriente Medio.

A sus setenta y siete años, Sharon ha participado en las guerras sostenidas por el sionismo para la fundar y consolidar el Estado de Israel a despecho de la resolución 181 dictada por la Organización de las Naciones Unidas en 1947, que para garantizar los derechos cívicos y religiosos de cristianos, judíos y musulmanes, dispuso la creación de dos estados en Palestina, uno judío y otro árabe, así como un estatuto internacional para la ciudad de Jerusalén.

Desde su creación el Estado de Israel se ha opuesto a acatar esta resolución de la ONU, dominado por una visión radical surgida del Irgun, brazo terrorista del sionismo que rechaza toda forma de solución pacífica al conflicto árabe israelí.

Del seno de esa facción radical, surgieron algunos jefes de estado como Menahem Begin, Moshe Dayan, Golda Meyer, Benjamín Netanyahu y el propio Ariel Sharon. La política extremista emanada de dicha visón, es una de las causas de la guerra permanente que por décadas, azota a los habitantes de esta región del planeta.

En paralelo a este radicalismo, otros líderes israelíes han propuesto una política de convivencia con los pueblos vecinos, bajo el liderazgo de personajes como el extinto Izak Rabín que cayó asesinado por judíos fanáticos, y Simón Peres, actual dirigente del Partido Laborista.

Llegado al poder en 2001 como un dirigente radical, Ariel Sharon se convirtió al camino de la paz por convicción o por fuerza de las circunstancias, asumiendo la vía de la conciliación mediante el canje de “territorios por paz”, lo que implicó este año la desocupación y entrega a los árabes palestinos de la Franja de Gaza que junto a la Cisjordania, la parte este de la ciudad de Jerusalén y las colinas del Golán, fueron ocupados militarmente por Israel en el pasado.

Esta acción del Gobierno de Sharon lo distanció de su partido pero hizo crecer el apoyo que le brinda un electorado deseoso de paz, razón por la cual en días pasados anunció su retiro del Likud y la creación del Partido Kadime como opción de centro, asociado a Simón Peres. En forma simultánea, Sharon anticipa las elecciones programadas para noviembre de 2006 para que tengan lugar el 28 de marzo próximo, con la intención de participar como candidato del nuevo partido, con el apoyo del voto del ciudadano medio que es favorable a la causa de la paz.

La embolia cerebral que el domingo pasado llevó a Sharon al hospital, abrió expectativas al ala radical del Likud que al día siguiente eligió a Benjamín Netanyahu como su nuevo dirigente, quien se apresta a tomar el poder por vía parlamentaria antes de que entre vigor el decreto presidencial que convoca a elecciones anticipadas.

Esta maniobra realizada por los radicales con el pretexto de “salvar la democracia”, pretende reunir la mitad más uno de los ciento veinte diputados del Knéset (Parlamento de Israel) con el objeto de eludir el decreto presidencial que convoca anticipa las elecciones y para estructurar un nuevo Gobierno que substituya a Sharon a cuyo frente estaría Benjamín Netanyahu.

El éxito de los extremistas del Likud implicaría la vuelta del Gobierno de Israel a manos de radicales deseosos de mantener el estado de guerra, por lo que de la salud de Ariel Sharon y del voto de los diputados del Kénest en este caso, depende el futuro del proceso de paz en Oriente Medio.

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