“Las colonias no dejan de serlo por ser independientes”.
Benjamin Disraeli
Santiago Creel afirmó la semana pasada en su comparecencia ante la Cámara de Diputados que “es reprobable e inaceptable que una agencia de un Gobierno extranjero esté opinando de cuestiones mexicanas”. El secretario de Gobernación se refería a un informe de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA por sus siglas en inglés, que planteaba que la campaña electoral en nuestro país “probablemente paralizará el progreso de las reformas fiscal, laboral y energética”.
La verdad es que es un poco absurdo pretender que no se hagan este tipo de informes. La función de un departamento de Inteligencia de cualquier país es precisamente recopilar y analizar información sobre lo que ocurre o pueda ocurrir en otros países. Esto es particularmente importante en el caso de un país vecino, como lo es México para los Estados Unidos.
Por otra parte, la CIA no está descubriendo el hilo negro cuando plantea que la campaña presidencial está deteniendo las reformas estructurales. Basta con leer los análisis de la prensa mexicana de los últimos meses para encontrar esta afirmación repetida muchas veces. En esta columna, ciertamente, se ha dicho lo anterior en múltiples ocasiones sin que nadie se haya preocupado por ello.
De cualquier manera, si los mexicanos realmente queremos que las instituciones gubernamentales estadounidenses se abstengan de opinar sobre los asuntos internos de nuestro país tendríamos primero que asegurarnos de no cometer nosotros la misma supuesta falta. Sin embargo, es absolutamente normal que las instituciones y los funcionarios gubernamentales mexicanos opinen sobre los asuntos internos de los Estados Unidos.
Casi no hay institución gubernamental mexicana que no haga estudios sobre las condiciones políticas, económicas, sociales y legales en los Estados Unidos y que no ofrezca opiniones sobre ellas. Lo irracional sería, por supuesto, que no se hicieran estos análisis, porque muchas cosas que ocurren en México son influidas directamente por acontecimientos en la Unión Americana. Pero, además, el propio presidente de la República ha hecho a lo largo de su mandato observaciones sobre temas de política interna de los Estados Unidos. Y nadie en México piensa que eso pudiera ser incorrecto.
Han sido en particular numerosos y fuertes los comentarios del presidente Fox sobre la política migratoria de los Estados Unidos. El presidente de México ha salido al aire en los medios de comunicación de México y de la Unión Americana, para hacer pronunciamientos sobre las leyes migratorias estadounidenses. Ha cuestionado también públicamente la ampliación del muro fronterizo de California cuyo propósito es preservar, como lo trata de hacer cualquier país que tenga sentido de su soberanía, el control sobre los ingresos de personas a su territorio.
Podrá tener razón el presidente Fox en sus pronunciamientos acerca de la necesidad de que el Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos busquen establecer una política migratoria más realista, como sin duda la tiene la CIA en su advertencia de que las reformas estructurales en México no podrán fructificar en un periodo de sucesión presidencial.
Pero lo fundamental es que, independientemente de si tienen o no la razón, no se puede evitar que las instituciones de un país ofrezcan opiniones sobre la situación del otro, incluso en asuntos que son netamente de jurisdicción nacional.
Entiendo que Santiago Creel está buscando elevar sus bonos en un momento en que se encuentra ya en plena competencia en el proceso de sucesión presidencial. Es claro también que el nacionalismo, especialmente cuando implica un rechazo a una supuesta interferencia de los Estados Unidos en los asuntos internos de nuestro país, genera un inevitable aplauso político en México.
Pero si ésa va a ser nuestra política, por lo menos deberíamos ser coherentes. Si queremos rechazar el derecho del Gobierno estadounidense a opinar sobre los asuntos internos de México, debe también nuestro Gobierno abstenerse de opinar sobre los asuntos internos de los Estados Unidos. Y la política migratoria es un asunto interno de cualquier país.
El que se lleva se aguanta, dice la sabiduría popular. Si no queremos aguantarnos, no pretendamos llevarnos en exceso con los gringos. Guardemos silencio en sus asuntos donde queramos que ellos lo guarden en los nuestros.
CITLALI O YEIDCKOL
Yo no sé si sea Yeidckol o Citlali. Tampoco me queda claro si su apellido es Polevnsky o Ibáñez Camacho o Ávila Camacho. No creo, por otra parte, que debiera ser relevante esta discusión sobre el nombre de una candidata en una contienda electoral. Pero la decisión de la candidata del PRD para el Gobierno del Estado de México de posponer una explicación sobre el tema lleva a pensar que algo está ocultando.
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