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Jaque mate/Canadá

Sergio Sarmiento

“Sólo hay dos maneras de progresar en este mundo:

por la propia inteligencia

o por la estupidez

de los demás”.

Jean de La Bruyére

TORONTO, CANADÁ.- A veces olvidamos que, a principios del siglo XX, Canadá era un país más pobre que Argentina. Hoy se trata, sin duda, de una de las naciones más prósperas del mundo. Canadá es un ejemplo de cómo se pueden mantener políticas de mercado para impulsar la prosperidad de una economía al tiempo que se aplican medidas destinadas a generar un mejor nivel de vida.

Dista mucho Canadá de tener la economía más grande del mundo. Su escasa población es una de las razones de eso. Pero también se encuentra muy lejos de tener el mayor ingreso por persona. En el año 2002, según el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas, Canadá tenía un producto interno bruto per cápita de 29 mil 480 dólares estadounidenses anuales (ajustados por poder de compra o PPP). Ésta es una cifra significativamente inferior a la de 35 mil 750 de Estados Unidos.

Sin embargo, Canadá se encuentra en el cuarto lugar del mundo en términos de desarrollo humano en tanto que Estados Unidos ocupa el lugar número ocho. La razón es que Canadá tiene mejores indicadores sociales -como educación y expectativa de vida- que la Unión Americana.

Canadá cuenta con un seguro médico público universal que contrasta marcadamente con el sistema de salud de Estados Unidos que sólo da servicio a los asegurados o a los ricos. Los índices de criminalidad de Canadá, por otra parte, son significativamente inferiores a los de su vecino del sur.

Al contrario de otros países del mundo que están perdiendo competitividad, Canadá la sigue construyendo. En las décadas de 1970 y 1980 la economía canadiense estaba estancada pues sufría los efectos de una estrategia gubernamental populista. El país invertía grandes cantidades en políticas sociales muy populares, pero debido al exceso de reglamentación gubernamental la economía perdía eficiencia.

En la década de 1990 cambió radicalmente el rumbo de la política económica. El primer ministro conservador Brian Mulroney abrió el país al libre comercio, primero con Estados Unidos y después con México, y promovió políticas de apertura a la inversión privada. Mulroney recortó también el déficit de presupuesto y redujo así el nivel de la deuda pública. Estas políticas resultaron impopulares, ya que obligaron al recorte de los servicios sociales, y llevaron a la derrota electoral de Mulroney. Pero su sucesor, el liberal Jean Chrétien, mantuvo el mismo rumbo económico y después de algunos años los beneficios empezaron a sentirse.

Desde fines de los noventa el crecimiento de la economía canadiense ha superado a la de la mayor parte del mundo desarrollado. Mientras Estados Unidos se ha hundido bajo la Presidencia de George Bush en un déficit de presupuesto de cinco por ciento del PIB, Canadá tiene un superávit de 1.2 por ciento a pesar de un aumento del gasto social bajo el nuevo primer ministro liberal Paul Martin. También en su cuenta comercial Canadá registra un sustancial superávit.

La forma en que Canadá ha manejado sus extensos recursos naturales contrasta marcadamente con la de México. Las planicies de la provincia de Alberta son extraordinariamente ricas en depósitos de petróleo y de gas natural, pero la extracción de estos recursos es difícil y costosa. Esos recursos son propiedad de los habitantes de la provincia, como los de México son de los mexicanos. Pero toda la exploración y producción de hidrocarburos en Canadá la hacen empresas privadas, en contraste con México, donde un ineficiente monopolio petrolero controla la actividad.

El Gobierno de Canadá mantiene una filosofía de liberalismo social. Respeta y promueve la actividad privada en la economía, pero utiliza los recursos resultantes para proporcionar servicios sociales a la población. En México el mismo término “liberalismo social” es tabú ya que lo adoptó y promovió en su tiempo Carlos Salinas de Gortari, un presidente hoy extremadamente impopular.

Si los mexicanos queremos realmente construir un país no solamente más próspero sino más justo, deberíamos volver la vista a Canadá y a su liberalismo social. A muchos políticos mexicanos sin duda les ocasionaría un dolor de estómago ver los beneficios que genera una política liberal que permite y promueve la explotación de los hidrocarburos y otros recursos naturales por la iniciativa privada, pero sólo de esta manera se pueden generar los recursos para una labor social eficaz del Gobierno.

ELECCIÓN POR DINERO

La elección del Estado de México empieza a ser cada vez más un asunto de dinero. Lo peor de todo es que no se ve que el Instituto Estatal Electoral tenga el vigor o la honestidad para enfrentar el problema. El daño que este proceso puede hacerle a la credibilidad de otras elecciones en México es enorme.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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