?Aunque es importante ganar, es imperativo competir?.
David Weinbaum
El Banco de México ha decidido bajar su pronóstico de crecimiento económico para este 2005: ahora lo ubica en una banda de entre 2.75 por ciento y 3.25 por ciento. La decisión ha generado rispidez: tanto la Presidencia de la República como la Secretaría de Hacienda han señalado públicamente que mantienen su cifra de 3.5 por ciento.
La verdad, sin embargo, es que no hay gran diferencia entre el límite superior de la franja del Banco de México, que es de 3.25 por ciento, y el 3.5 por ciento de la Secretaría de Hacienda. El problema es que ya nadie mantiene la cifra original, la de los ?Criterios de política económica? para este 2005, que era de cuatro por ciento. Inalcanzable queda ya, por otra parte, el 4.4 por ciento que se logró en 2004.
Son varios los factores que están incidiendo en la desaceleración de la economía nacional. Uno tiene que ver con los altos precios del petróleo. Nuestros políticos han festinado que las cotizaciones internacionales de los hidrocarburos se han virtualmente duplicado este año, pero la verdad es que no se han dado cuenta que ello nos trae más daños que beneficios a los mexicanos. Sólo un cinco por ciento de la economía nacional es petrolero; el otro 95 por ciento se ve afectado por los altos precios de los hidrocarburos.
Otro factor es el deterioro en la competitividad de nuestra economía. El sector manufacturero mexicano está teniendo un crecimiento más lento que el esperado debido a que nuestros productos están siendo desplazados por los de otros países.
En el ?Informe sobre la inflación julio-septiembre 2005?, el Banco de México señala que nuestro país ha perdido participación en el mercado internacional y especialmente en el de Estados Unidos en un momento en que otras naciones están ganando terreno. Los productos mexicanos representaron el 2.6 por ciento de las exportaciones mundiales en 2000, pero en 2004 esta cifra ya había descendido al 2.07 por ciento. Al mismo tiempo, China ha casi duplicado su participación de 3.5 a 6.5 por ciento.
México llegó a ser el segundo proveedor comercial de Estados Unidos, pero los productos chinos han desplazado con rapidez a los mexicanos. En 2002 México logró una máxima participación de 11.59 por ciento en las importaciones de la Unión Americana, pero según las tendencias actuales esta cifra se reducirá a 10.22 por ciento en este 2005. Entre 2002 y 2005, en contraste, la participación de China en las importaciones estadounidenses habrá pasado de 10.78 a 14.21 por ciento.
Esta pérdida de mercado tiene un costo muy importante para la economía y para los trabajadores de nuestro país. México habría tenido ingresos adicionales en divisas por 27 mil millones de dólares solamente en 2005 de no haber perdido participación en el mercado estadounidense. Según el Banco de México, entre 2002 y 2005 esta baja de participación nos ha costado 271 mil empleos formales.
No solamente China nos está ganando terreno en el mercado de Estados Unidos. Según el citado informe del Banco de México, ?durante el período enero-agosto de 2005, 101 países alcanzaron un mejor desempeño a tasa anual que México en su exportación a ese mercado? una vez que se elimina la distorsión que representan las ventas de petróleo.
¿Cómo recuperamos competitividad? El camino no es disminuir los ingresos de nuestros trabajadores al nivel de los chinos ni provocar devaluaciones que reduzcan el poder de compra de los salarios mexicanos. Debemos más bien eliminar cada obstáculo que encarece nuestros productos sin darles a nuestros trabajadores un mejor nivel de vida. Esto implica eliminar trámites burocráticos innecesarios y ataduras sindicales que afectan la inversión; realizar una reforma que simplifique nuestro sistema fiscal y haga nuestros impuestos competitivos con los de China y otros competidores; eliminar las barreras a la inversión productiva en energía y otras actividades; y aumentar la inversión pública y privada en infraestructura y en educación.
Éstas son las fórmulas que han aplicado los países del mundo que han aumentado su competitividad en los últimos años. Mientras nuestros políticos no las adopten, México seguirá quedándose rezagado.
PARA ATRÁS
En la Ley de Ingresos para 2006 los diputados optaron por eliminar la reducción del Impuesto Sobre la Renta que ya estaba programada a cambio de mantener la exención fiscal a las ?prestaciones?, o remuneraciones en especie, que reciben los trabajadores de las grandes empresas. Siguen así los legisladores caminando hacia atrás: en lugar de simplificar, complican; en vez de tratar a todos igual, favorecen a quienes tienen lazos con los sindicatos y con los partidos políticos.
Correo electrónico:
sergiosarmiento@todito.com