“El presupuesto nacional debe estar
equilibrado. La deuda pública debe
reducirse... Los pagos a gobiernos
extranjeros deben disminuir, si la nación
no quiere quedar en bancarrota”.
Cicerón (siglo I a.C.)
DAVOS, Suiza.- No soy muy dado a los catastrofismos. Los cristianos fundamentalistas han venido advirtiendo que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina desde hace dos milenios. Al primer ministro británico Tony Blair le tocó hablar en el Foro Económico Mundial de Davos sobre los riesgos del sobrecalentamiento de la Tierra en una de las semanas más frías de los últimos años en Europa. Y, sin embargo, algunas de las voces de advertencia que se han venido levantando aquí, en Davos, sobre los déficit gemelos de los Estados Unidos son realmente preocupantes.
¿Cuáles son estos déficit gemelos? Por una parte está el de presupuesto: la diferencia entre lo que gasta y lo que recauda el Gobierno de los Estados Unidos. Por otra parte está el de cuenta corriente: la diferencia entre lo que los estadounidenses importan y lo que exportan.
Los mexicanos conocemos muy bien los peligros de una operación deficitaria. La crisis económica de los años ochenta fue en buena medida provocada por el déficit de presupuesto de los gobiernos de José López Portillo y Luis Echeverría. Y la de 1994-1995 tuvo como uno de sus detonadores un enorme déficit de cuenta corriente.
Durante años los gobiernos de Washington nos advirtieron a mexicanos y latinoamericanos sobre los riesgos de los déficit. Gastar más de lo que se tiene, decían, es peligroso porque obliga a quien lo hace a obtener recursos de otras fuentes. En el caso del déficit presupuestario, el faltante se compensa con deuda pública; en el de la cuenta corriente, hay con financiación en forma de inversión extranjera o de deuda externa.
Hoy México tiene finanzas públicas mucho más equilibradas, pero en cambio nuestro vecino del norte ha enloquecido. George W. Bush ha transformado un superávit de presupuesto heredado de Bill Clinton en un déficit de 500 mil millones de dólares, equivalentes al cuatro por ciento del Producto Interno Bruto de su país. El déficit de cuenta corriente, de 650 mil millones de dólares, rebasa ya el cinco por ciento del PIB.
Tradicionalmente el Gobierno de los Estados Unidos ha tenido menos problemas que otros para someterse a una disciplina financiera debido a que la mayoría de los países del mundo está dispuesta a comprarle instrumentos de deuda para sus reservas. En otras palabras, países como Japón, Taiwán, China y México le damos al Tesoro estadounidense préstamos de baja tasa de interés para financiar los déficit gemelos. Pero esa situación está cambiando.
Este pasado lunes una nota del influyente diario británico Financial Times señalaba que los banqueros centrales del mundo están mostrando una tendencia creciente a dejar de acumular reservas y a aumentar el porcentaje de ellas que mantienen en euros en lugar de dólares. Ninguna de las decisiones sorprende. Las reservas son un seguro para posibles reveses. Pero llega un momento en que ya no tiene caso seguir elevando el monto del seguro. Los bancos centrales del mundo cuentan ya con 2.3 billones (millones de millones) de dólares en reservas.
Colocar las reservas en una moneda como el euro, que se ha apreciado en un 40 por ciento frente al dólar en los últimos dos años y medio, es otra medida lógica. Los banqueros centrales, como cualquier ahorrador, quieren que sus depósitos generen valor en lugar de perderlo. Y en estos tiempos esto se logra más fácilmente con euros que con dólares.
¿Qué pasaría si los bancos centrales reducen con demasiada rapidez sus reservas de 2.3 billones de dólares? Sin duda habría una devaluación todavía más pronunciada del dólar frente al euro. La situación no sería distinta a la que hemos visto en distintos momentos con el peso mexicano y otras divisas latinoamericanas. Pero dada la importancia de los Estados Unidos en la economía mundial, una crisis económica estadounidense tendría consecuencias internacionales imprevisibles.
Los bancos centrales de Asia están conscientes del riesgo y por eso mantienen buena parte de sus reservas en dólares: permiten así que los consumidores estadounidenses sigan comprando los productos que ellos fabrican. Pero en el largo plazo la situación es insostenible. El estadounidense promedio consume más de lo que gana. Y ninguna sociedad puede mantener esta situación indefinidamente.
PLURAL DE DÉFICIT
Como “superávit” o “accésit”, “déficit” es un latinismo. Su plural se escribe igual que el singular, esto es, sin “s”. Lo correcto es hablar sobre los “déficit” gemelos, aun cuando se rebele el diccionario del programa Word de procesamiento de textos.
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