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Jaque mate/Difamación

Sergio Sarmiento

“En este país tiene más fuerza

el dicho del agresor que el de la víctima, especialmente cuando

el agresor tiene tanto poder”.

Alicia Leal Puerta

Escritores, periodistas y ciudadanos de todo el país. Tomad nota. En el estado de Puebla es un delito escribir la verdad.

Nadie puede decirse sorprendido de que la juez quinta de lo penal en Puebla, Rosa Celia Pérez, haya dictado un auto de formal prisión en contra de la escritora Lydia Cacho por el supuesto delito de difamación. La fuerza política que tiene el empresario Camel Nacif en el estado es enorme y la está haciendo sentir. Por eso la demanda de este textilero se ha presentado en Puebla, a pesar que la autora vive en Cancún y que el libro objeto del juicio, Los demonios del Edén (de Editorial Grijalbo), se publicó en el Distrito Federal.

Antes que se decretara siquiera el auto de formal prisión este viernes 23 de diciembre, mucho antes por supuesto que se registre una sentencia sobre el caso, la procuradora del estado, Rosa Celia Pérez, ya había expresado su convicción de la culpabilidad de Lydia. Quizá sea lógico que una procuradora crea firmemente en los casos que persigue, pero el hecho de que los dados están cargados contra la autora queda claro por el hecho que el propio gobernador, Mario Marín, ya la declaró culpable:

“Para mí es un delincuente, o una delincuente, que cometió un delito” le dijo Marín a un grupo de reporteros el miércoles 21 de diciembre, dos días antes que se decretara el auto de formal prisión. Significativamente, la declaración que varios reporteros grabaron fue censurada en las emisoras de radio de Puebla, según declaraciones de los mismos reporteros.

Por si este desplante no fuera suficiente, el gobernador reveló su ignorancia jurídica cuando en la misma ocasión señaló: “si ella dice que es inocente, que lo demuestre en los tribunales”. Al parecer nadie se ha atrevido a decirle al gobernador que en el sistema jurídico mexicano cualquier acusado es inocente en tanto no se compruebe su inocencia, y que es el acusador y no la acusada quien tiene la obligación de comprobar sus afirmaciones.

El meollo de la acusación en contra de Lydia es la información que publica la cual sugiere que Camel Nacif es amigo personal de Jean Succar Kuri, que lo ha protegido en diversas ocasiones y que ha participado en sus actividades sexuales ilícitas. No se trata de simples invenciones de la autora. Las afirmaciones se basan en documentos y declaraciones tomadas del caso que se sigue en contra de Jean Succar por haber abusado de decenas, quizá cientos de niñas en Cancún.

Cacho cita en su libro la posición de Nacif. Al ser interrogado por las diversas declaraciones que lo vinculaban a Succar, el llamado Rey de la Mezclilla le dijo a la PGR: “yo conozco a Succar por negocios, no somos amigos”. Lydia, sin embargo, da a conocer también el testimonio de otras personas, como una ex empleada de Succar, que señala que éste y Nacif eran amigos desde hace cuando menos 40 años. Afirma también que varias de las víctimas involucran directamente a Nacif en las actividades de Succar.

Quizá la parte más reveladora del libro sean los testimonios de Emma, una chica que empezó a tener relaciones sexuales con Succar cuando tenía 13 años de edad. Emma es hoy la principal testigo en el caso que se sigue en contra de este hombre, quien se encuentra en una cárcel en Arizona defendiéndose de un juicio de extradición por abuso de menores promovido por el Gobierno mexicano. Lydia Cacho cita textualmente una declaración de esta chica que directamente menciona a Camel Nacif y a otras personas como parte de un grupo que se intercambiaba a niñas y niños para llevar a cabo actos sexuales.

Nacif puede ser, por supuesto, inocente de las acusaciones. Los testimonios por sí solos no comprueban la culpabilidad. Es una buena señal a su favor el que la procuraduría de Quintana Roo y la PGR, que han presentado cargos en contra de Succar, no lo han hecho en su caso. Pero la sospecha crece por el hecho de que, en lugar de dar a conocer información que compruebe su inocencia, prefiere aprovechar su fuerza e influencia en Puebla para arremeter en contra de la autora del libro.

Lydia no está fabricando acusaciones sino haciendo un trabajo periodístico apoyado por citas textuales de declaraciones ministeriales. Si la verdad fuera defensa en un caso por difamación, ella podría estar tranquila. El problema es que México tiene una legislación medieval en este tema que no acepta la verdad como defensa válida. Esto le permite a un gobernador como Mario Marín intimidar a la reportera por el pecado de haber realizado un trabajo periodístico con el fin de quedar bien con el empresario.

El caso de Lydia Cacho es demasiado importante para soslayarlo. Revela cómo un Gobierno puede seguir usando su fuerza de manera indebida para perseguir la difusión de información de interés público. Subraya también por qué es necesario enmendar las obsoletas leyes de difamación que tenemos en nuestro país.

PEMEX

La colocación de acciones de Pemex en la Bolsa Mexicana de Valores, como ha sugerido el director general Luis Ramírez Corzo, podría ser una solución cuando menos parcial al problema del petróleo en México. Es verdad que no elimina los males del monopolio, pero por lo menos permitiría la recapitalización de la paraestatal.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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