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Jaque mate/El acuerdo

Sergio Sarmiento

“La política es el arte de

lograr acuerdos para el bien común”.

SS

El tema de la inseguridad representa una enorme oportunidad para que los políticos mexicanos demuestren que sí pueden llegar a acuerdos para el bien común. No hay un tema que sea más importante para los mexicanos ni ningún otro en el que haya una exigencia mayor de solución. No hay ningún asunto que pueda tener una mayor rentabilidad para los políticos tan deseosos de obtener puntos entre los electores para las campañas de 2006.

Éste es un tema, por otra parte, en el que ya hay una serie de propuestas concretas sobre la mesa. El presidente Vicente Fox ha presentado ya sus iniciativas al Congreso, y si bien éstas tienen que ver con cuestiones procesales, o sea de juicios y no de prevención del delito, pueden ser consideradas cuando menos como punto de partida de una discusión más amplia.

Es cierto que el presidente no puede exigirle al Congreso aprobar todo el proyecto sin “abonitos”, especialmente si se considera que algunas de las partes implicarían modificaciones muy profundas al sistema judicial mexicano; pero hay propuestas del mandatario, como la que plantea la instauración de juicios orales, que parecen gozar de amplia aceptación.

El presidente tiene razón cuando señala que ha pasado más de un año y el Congreso no parece haber tomado ninguna acción en una serie de iniciativas que tocan al problema que la población considera más urgente. Esto no significa, por supuesto, que los legisladores sean los responsables de la violencia en nuestro país, como lo sugirió el propio presidente. Tampoco quiere decir que sean culpables de la muerte de las niñas Airis y Anahí de Ciudad Juárez. Ninguna de las enmiendas procesales que el presidente ha impulsado habría servido para impedir el homicidio de estas dos niñas. Y eso lo sabía el presidente cuando responsabilizó a los legisladores de estas tragedias por no haber aprobado las reformas judiciales. Pero en contraste es cierto que el Congreso ha dejado pasar demasiado tiempo antes de actuar sobre un paquete de reformas que tiene algunos elementos positivos.

La experiencia en otros países del mundo nos demuestra que cuando un Gobierno no tiene mayoría absoluta parlamentaria la única manera de avanzar en las reformas de fondo es buscar en qué puntos se pueden lograr acuerdos entre los distintos partidos. A veces en un tema el acuerdo puede cubrir sólo el 20 o el 40 por ciento de un tema determinado. Pero lo que hacen en estos casos los gobiernos de los países con experiencia democrática es promover las partes del paquete en que se puede lograr acuerdos. Los jefes de Gobierno de esos países considerarían contraproducente exigirle a las oposiciones aprobar todo o nada.

Hay suficientes porciones del paquete de reforma judicial del presidente en que hay un acuerdo general que podría permitir una aprobación legislativa. La instauración de los juicios orales, que han demostrado ser más rápidos y eficientes en otros países y en los estados en que se han implantado en México, podría lograr un voto mayoritario en el Congreso. Otorgar una real independencia a la Procuraduría General de la República, de manera que su titular no pueda ser removido por simple decisión del presidente, es otra medida que tendría seguramente suficiente acuerdo. Más controvertida es la propuesta de crear una Policía nacional, pero quizá también en este caso se pueda lograr un acuerdo entre los legisladores de distintos partidos que permita su aprobación.

Supongamos, por otra parte, que los diputados piensan que no hay nada rescatable en las iniciativas del presidente. Aun así, en lugar de mantener las propuestas guardadas en un cajón durante más de un año, lo lógico sería que cada grupo parlamentario presentara sus propias propuestas. Si hay varias, habría que comparar cada una entre sí con el propósito de obtener de ellas las mejores ideas que pudieran lograr una mayoría en el Congreso.

El punto principal aquí es que los partidos deben abandonar la táctica de rechazar cualquier iniciativa que no venga de sus propias filas. Necesitan demostrar que están dispuestos a aceptar ideas positivas aunque vengan de otros partidos. Esto es difícil en un país en que las leyes se han promulgado casi siempre por mayoriteo y no por convencimiento. Pero la urgente necesidad de hacer reformas que permitan una más eficaz lucha contra el crimen, el más urgente de los problemas del país, le da a los partidos la oportunidad de demostrar que pueden actuar de acuerdo para el bienestar de los ciudadanos.

DE AMBOS LADOS

Tanto del Gobierno como de la oposición surgen las acusaciones de intransigencia. Quizá se olvida que se necesitan dos para bailar tango. El rechazo a los acuerdos parece provenir tanto del Gobierno como de la oposición. En ambos lados ha habido desplantes de arrogancia que han dañado la posibilidad de construir políticas para el futuro.

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