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Jaque mate/En una raqueta

Sergio Sarmiento

“Si ganar no lo es todo, ¿para qué anotan el resultado?

Vince Lombardi

Acapulco, Guerrero.- Este fin de semana tuve oportunidad de ir a Acapulco, un lugar al que hace tiempo no había ido y de asistir al Abierto Mexicano de Tenis. La experiencia fue realmente buena. Acapulco sigue teniendo un encanto especial, que no se pierde con el tiempo ni con el evidente deterioro de algunas de sus zonas. Y el Abierto Mexicano de Tenis, que cumple apenas cinco años, ratifica que en México se puede organizar un torneo deportivo de clase mundial.

En las canchas de juego, sin embargo, no hay duda de que éste fue un torneo de argentinos y españoles. En los singles masculinos, las dos seminifinales fueron entre argentinos y españoles. La final enfrentó a dos españoles, uno de ellos, el campeón Rafael Nadal, de apenas 18 años. Es un jugador que sin duda destacará en los próximos años. Los dobles masculinos los ganó también una pareja española.

No sorprende que españoles y argentinos hayan dominado el torneo. Estas dos nacionalidades han sido las más relevantes en el tenis de arcilla en el mundo durante años. Esto se debe en parte a que en sus países sigue habiendo muchas de estas canchas, de superficie lenta y difícil de conservar que han sido reemplazadas en otros lugares por pistas duras de materiales artificiales. Los españoles y argentinos se han acostumbrado a ese juego persistente y paciente, de puntos prolongados y espectaculares, que es la esencia del tenis de arcilla.

La gran tristeza del torneo, sin embargo, es confirmar, como tantas otras veces, la decadencia mexicana en un deporte en el que en varios momentos en el pasado tuvimos excelentes jugadores. Todos los jugadores mexicanos en el Abierto fueron eliminados en la primera ronda. De hecho, no lograron ganar un solo set. Esto nos da una mejor idea que nada del verdadero nivel del tenis mexicano. Y nos señala también, quizá, cuáles son las perspectivas para la serie de Copa Davis contra Uruguay, un país de apenas tres millones de habitantes, que tendrá lugar la próxima semana en León, Guanajuato.

¿Dónde han quedado los tiempos en que México era, si no una potencia, si un justo competidor en las contiendas internacionales de tenis? ¿Qué ha pasado con esa cantera que nos dio a valores como Pancho Contreras, Mario Llamas, Rafael Osuna, Antonio Palafox, Vicente Zarazúa, Raúl Ramírez y Leo Lavalle? Quizá no hemos tenido nunca a un jugador que sea el mejor del mundo. Pero no estábamos tampoco en una situación en la que todos nuestros tenistas fueran eliminados en la primera ronda, sin ganar un solo set, en un torneo abierto en México. Recordemos simplemente que en 1962 México disputó la final -sí la final- de la Copa Davis con Australia. Es verdad que nuestro equipo cayó derrotado, pero frente a jugadores históricos como Rod Laver y Roy Emerson. Hoy no podemos siquiera salir de la tercera división de la Copa Davis.

En realidad lo que ocurre con el tenis está sucediendo en virtualmente todas las especialidades deportivas en nuestro país. No sólo no estamos ganando terreno sino que lo estamos perdiendo con rapidez.

En el caso particular del tenis, una persona conocedora del tema me dice que los entrenadores mexicanos no conocen las nuevas técnicas del tenis. Enseñan una técnica anticuada que ya no es competitiva a nivel internacional. Por eso nuestros jugadores deben salir a estudiar al extranjero.

Otros me dicen que el problema es que el tenis es un deporte elitista y que un país pobre como México no puede desarrollar buenos jugadores. Pero eso que se lo digan a los argentinos, que tantos problemas económicos han tenido en las últimas décadas y que siguen sacando camada tras camada de excelentes jugadores.

Más bien el problema parece ser el mismo de todo el deporte mexicano. Falta de organización. Falta de visión para descubrir talento y desarrollarlo. Falta de comprensión de que el deporte de alto rendimiento necesita inversión. Falta de entendimiento de que un país requiere deportistas ganadores para adquirir confianza en sí mismo.

Este fin de semana me reencontré con Acapulco, lo cual es ya algo maravilloso. Descubrí que el Abierto Mexicano de Tenis, pese a tener tan sólo cinco años de existencia, es un torneo profesional y bien organizado. Pero lamentablemente me di cuenta una vez más que los problemas de nuestro deporte de alto rendimiento son sistémicos y no coyunturales.

DIGNA

En este caso no ha habido desacato. La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal ha obedecido la decisión de un Tribunal Colegiado de reabrir el caso de Digna Ochoa. Magnífico: todo lo que ayude a esclarecer este caso debe ser bienvenido. Pero esto no debe ser motivo para buscar una conclusión políticamente correcta que no esté avalada por pruebas.

Correo electrónica:

sergiosarmiento@todito.com

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