“En Navidad diviértete
y festeja, porque sólo
una vez al año viene”.
Thomas Tusser
No hay ninguna indicación histórica que nos permita suponer que Jesús de Nazareth nació realmente un 25 de diciembre. No sabemos ni siquiera cuál fue el año de su nacimiento. Se ha buscado ubicar el hecho en el año del censo que hizo Augusto cuando era emperador de Roma y en los últimos años de Gobierno de Herodes en Judea. El problema es que los datos no cuadran.
Jesús no pudo haber nacido en el año Uno de la era cristiana, como durante tanto tiempo se sostuvo, porque muchas de las historias de la Biblia no serían correctas. Es más probable que haya venido al mundo en el año cuatro a.C.
Herodes, quien según los evangelios era rey de Judea cuando Jesús nació, falleció en ese año. Por lo que es el momento más tardío en que pudo ocurrir el nacimiento.
Pero éste pudo tener lugar antes. La Biblia nos dice que, un tiempo después del nacimiento, Herodes mandó matar a todos los niños menores de dos años para que Jesús no lo destronara como rey de los judíos. Tuvo que haber pasado algún tiempo para que estos sucesos pudieran tener lugar.
El nacimiento de Jesús no era en realidad una preocupación de las comunidades cristianas primitivas. No fue, después de todo, el inicio de su vida lo que dio origen a la nueva iglesia, sino la muerte y la resurrección. Por eso, si bien varios de los evangelios narran el nacimiento de Jesús, ninguno lo ubica claramente en el tiempo.
Durante mucho tiempo, la Navidad se celebró el seis de enero en las comunidades cristianas originales. Fue más tarde cuando se seleccionó la fecha del 25 de diciembre con el propósito de universalizar la fe cristiana. Para ello se adoptó una fecha que coincidía con las fiestas de Saturno, las Saturnalia de la antigua Roma. Para lograr una difusión realmente internacional de la entonces nueva religión era necesario pasar por la capital del imperio.
Con el paso de los siglos, el festejo heredó tradiciones de las distintas tierras en que se asentaba la fe cristiana. De los países germánicos y escandinavos surgió el árbol de Navidad. En Italia aparecieron los nacimientos. Las posadas tuvieron su origen en México.
Hace mucho tiempo que la Navidad ha perdido su sentido estrictamente religioso y se ha convertido en una fiesta fundamentalmente familiar. El número de familias que acude a la misa de gallo o que participa activamente en actos de culto es relativamente escaso, pero eso no le ha quitado a la celebración su dejo religioso.
Aun cuando no asistan a misa, muchos cristianos tienen en mente el motivo de la fiesta. Algunas tradiciones navideñas, como el nacimiento y las posadas, sirven de hecho para mantener vivos los relatos del nacimiento y la vida de Jesús, y se han convertido en uno de los instrumentos más poderosos de preservación de la fe cristiana de generación en generación.
Quizá porque no tiene toda la carga religiosa de la Pasión de Cristo, la Navidad es hoy la más universal de todas las celebraciones. Es común que se observe incluso en comunidades que no son cristianas. Países como Japón celebran la fecha a pesar que el número de cristianos en su población es muy pequeño. La presencia colonizadora europea ha dejado el festejo en buena parte del planeta.
Muchos cristianos, es verdad, se quejan de la pérdida del sentido religioso de la Navidad. Una de las objeciones que suelen ofrecer tiene que ver con la comercialización de la temporada. Éste debe ser un tiempo de recordar a Dios y de meditar sobre la naturaleza de la vida, nos dicen, no de competir para ver quién compra el regalo más caro.
Y tienen razón, por supuesto. Pero no olvidemos que muchas industrias y comercios obtienen alrededor del 25 por ciento de sus ventas de todo el año en la temporada navideña. Esto se traduce en millones de empleos en nuestro país, tanto de las personas que fabrican estos productos como de quienes los distribuyen y los venden. Querer borrar de un plumazo la comercialización de la Navidad, equivale a tratar de dejar sin empleo a millones de mexicanos. Y eso va en contra del espíritu navideño.
Si algo nos dice la experiencia histórica es que el ser humano necesita las celebraciones. No se puede llevar la vida de un día de trabajo a otro, de una semana a la siguiente y de mes en mes sin tener festejos que rompan la monotonía. Por eso todas las civilizaciones que conocemos, sin importar su antigüedad o su ubicación geográfica, han encontrado maneras de llevar a cabo celebraciones.
A veces el motivo es menos importante que la fiesta misma. Por eso festejamos hoy la Navidad sin saber realmente cuándo nació Jesús; por eso nadie objeta que la fiesta haya surgido de una celebración no sólo pagana sino orgiástica, como las Saturnalia.
A la Navidad le damos nosotros el sentido que debe tener para nuestra familia. Lo que no podemos hacer es cerrar los ojos, como un Scrooge o un Grinch cualquiera, a la fiesta más importante del calendario.
EMPLEOS
Del primero de enero hasta el 15 de diciembre de este 2005 se crearon en México 572,605 empleos formales registrados en el IMSS. No son el millón anual que necesitamos, pero es mejor que las pérdidas de años anteriores. Sin embargo, el crecimiento realmente importante está teniendo lugar en empleos temporales y no permanentes. Con el costo tan grande del despido, nadie quiere crear puestos permanentes.
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