“La fuerza de nuestra
unidad es la riqueza de nuestra diversidad”.
Guillermo Bonfil Batalla
Finalmente el acuerdo se logró el viernes 14 de octubre por la noche. Seiscientos trece de los 922 delegados que participaban en la convención del Sindicato de Trabajadores del IMSS votaron por aprobar la propuesta de la dirección del instituto y del Gobierno por lo que el peligro de huelga se disipó. Ésta es una de las mejores noticias para el país de las últimas semanas, porque el costo del paro habría sido devastador.
Hay varias lecciones que aprender de esta solución, sin embargo, la primera proviene de la misma sorpresa del resultado. Los medios de comunicación fallamos en nuestra responsabilidad de entender y reflejar la verdadera situación en el interior del sindicato. Prestamos demasiada atención a las posiciones del secretario general del sindicato, Roberto Vega Galina, y de algunos dirigentes más radicales todavía, que generaron la idea de que el sindicato rechazaba con casi total unanimidad la reforma de la Ley del IMSS. Por eso cuando se dio a conocer el resultado del voto hubo tanto alivio como sorpresa.
Sin embargo, una encuesta realizada por el propio Seguro Social señalaba desde hace semanas que alrededor de dos terceras partes de los 360 mil trabajadores del Seguro Social aceptaban la necesidad de cambiar el sistema de pensiones para impedir un mayor deterioro financiero de la institución. Los delegados, que votaron en la misma proporción por aceptar la propuesta del Gobierno, reflejaron esta actitud de los trabajadores. Pero se requería valor para hacerlo ante las presiones de los radicales.
Otra de las lecciones de este proceso tiene que ver con la manera en que las grandes corporaciones estatales han debilitado la soberanía de nuestro país. Estas instituciones fueron creadas bajo la vieja filosofía marxista de que la soberanía se fortalece por mantener a amplios sectores de la economía no sólo bajo la tutela sino bajo el control directo del Estado. El resultado, sin embargo, es exactamente el contrario, porque un golpe contra una sola institución estatal es mucho más destructivo que cuando hay varias que ofrecen el mismo servicio. Una huelga en el sector salud en Estados Unidos, Canadá o el Reino Unido, por ejemplo, no implica un riesgo a la estabilidad del país porque siempre hay otros hospitales y médicos que proporcionan una alternativa. La fuerza de esos sistemas radica en su diversidad.
En México la huelga del Seguro Social habría de golpe y porrazo dejado sin servicios médicos a la mitad de la población. El que hayamos permitido que una sola institución concentre un porcentaje tan alto de los servicios de salud, con el consiguiente riesgo en caso de una huelga, nos demuestra que la creación de grandes instituciones estatales debilita la soberanía de la nación. Pemex o la Comisión Federal de Electricidad significan el mismo riesgo. El día que tengamos una huelga de cualquiera de estos monopolios nos daremos cuenta que, lejos de fortalecer la soberanía nacional, la han debilitado en grado extremo.
La decisión de los 613 delegados de aprobar la propuesta de la dirección del IMSS es muy positiva para el país porque impidió una huelga que habría implicado un sufrimiento enorme para millones de derechohabientes. Pero también mostró una enorme valentía de esos delegados. Recordemos que la sede de la convención estaba rodeada por miles de activistas acarreados por sus líderes que ejercían presión para que los delegados rechazaran la propuesta gubernamental. En un momento estos grupos trataron de tomar la sede de la convención para amenazar a los delegados. Aun así, dos terceras partes tuvieron la valentía de votar a favor de una solución que ponía fin al peligro de huelga.
Pero si bien hay que estar satisfechos con esta decisión, no podemos cerrar los ojos a la realidad. El IMSS sigue estando en bancarrota. La institución tiene un patrimonio negativo y el acuerdo en el contrato colectivo no hace sino posponer la búsqueda de una solución definitiva que le dé viabilidad en el largo plazo. Todavía hay que hacer mucho trabajo para construir un sistema de salud no sólo para los trabajadores sino para toda la sociedad mexicana que sea realmente eficiente y sustentable.
MEDINA MILLET
La sorpresiva preliberación el viernes pasado, mucho antes del término que la Ley establece para ello, de Armando Medina Millet, acusado y condenado por el homicidio de su esposa Flora Ileana Abraham en lo que se ha llamado el caso del siglo en Yucatán, ratifica lo que el gobernador panista del estado, Patricio Patrón Laviada, siempre negó: el interés personal que ha tenido en el caso de su amigo y por el cual ha estado dispuesto a torcer la Ley.
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