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Jaque mate/Memín censurado

Sergio Sarmiento

“Lo mejor de Memín

es que siempre fomentó la

generosidad, la solidaridad, el amor y la amistad

entre los lectores”.

Malenick de la Parra Vargas, hijo de Yolanda Vargas Dulché

¿Quién iba a decir que el pobre Memín Pinguín, el entrañable personaje de las tiras y los cuadernos cómicos de Yolanda Vargas Dulché, iba a ser la razón de un conflicto internacional? Pero así ha sido. La decisión del Servicio Postal Mexicano de dedicar seis estampillas de correos a Memín ha generado fuertes críticas de esos mismos políticos negros, como Jesse Jackson, que el presidente Fox trató de atraer hacia su causa después de una controversia anterior. El propio secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan, declaró ayer: “los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen. El Gobierno mexicano debe tenerlo en cuenta. Imágenes como éstas no tienen lugar en el mundo actual”.

Me imagino que a Memín le habría sorprendido mucho no ya que personaje de la importancia de McClellan le prestara atención sino que se le considerara un racista. La razón misma de ser del personaje fue siempre la de alertar a los mexicanos en contra de los males del racismo y la discriminación. En un tiempo en que en el sur de Estados Unidos estaba prohibido el acceso de personas de raza negra a baños o escuelas públicas para blancos y en que en el transporte se les hacía sentar en la parte de atrás, Memín Pinguín, el único personaje negro de las historietas mexicanas, ofrecía lecciones de tolerancia racial a los niños mexicanos.

¿Que estas lecciones estaban caricaturizadas? Por supuesto: qué otra cosa se puede esperar de un personaje de caricatura. ¿Que había en Memín estereotipos tradicionales de los negros? Claro que sí. Por definición una caricatura se basa en estereotipos y lugares comunes.

El problema es que en todos los países hay siempre un grupo -minoritario pero influyente- que está convencido de tener las únicas llaves del comportamiento ético. Son estos grandes señores quienes determinan qué es políticamente correcto y qué no lo es. Y lo hacen censurando el lenguaje y el pensamiento libres de los demás.

El caso de la censura que se pretende aplicar al Servicio Postal Mexicano y a la figura de Memín Pinguín es típico de esta actitud. Es la Unión Americana y no México el país que tiene la historia de esclavitud y discriminación institucionalizada en contra de los negros. Son los estadounidenses los que han tratado de ocultar este pasado, el cual muchas veces aflora en el presente. Pero no lo lograrán cuestionando las palabras y los iconos de la cultura popular.

En el México popular censurar a Memín Pinguín es como someter a este negrito, que tanto luchó en contra del racismo, a una nueva forma de discriminación. Pero esto es lo que hacen de manera constante Jesse Jackson y los demás líderes de organizaciones que supuestamente representan a los negros de la Unión Americana. En lugar de concentrarse en romper las verdaderas prácticas de discriminación, las cuales no han desaparecido, se dedican a censurar las ideas y la cultura y a discriminar a quienes pertenecen a ciertos grupos raciales en los programas de acceso a las universidades y a otras instituciones públicas. Para ello reciben jugosas aportaciones monetarias del Gobierno y de fundaciones que piensan que estos grupos realmente combaten el racismo.

Lo que nunca han entendido estos censores, estos señores que se consideran dueños absolutos de lo políticamente correcto, es que el lenguaje no es el origen de las prácticas de discriminación sino una simple consecuencia de las mismas.

Si de verdad queremos combatir el racismo de nada sirve censurar el uso de la palabra “negro” para reemplazarla por “afroestadounidense”, “afromexicano” o -me imagino- “afroafricano”. El combate a la discriminación es precisamente el que nos lleva a utilizar el término “negro” sin sentido peyorativo.

Para los mexicanos que crecimos leyendo las aventuras de Memín Pinguín y que aprendimos de él los males del racismo, la actitud de organizaciones como la NAACP o la Rainbow Coalition de Jesse Jackson ante el personaje nos confirma que más que combatir la discriminación están interesadas en discriminar en contra de quienes no aceptan el monopolio de sus ideas.

CHIQUILLOS

Y CHIQUILLAS

El presidente Vicente Fox también cae en las trampas de lo “políticamente correcto” cada vez que habla de “los mexicanos y las mexicanas” o de “los chiquillos y las chiquillas”. Estas frases no sólo son engorrosas sino engañosas. Si de verdad añadiera Fox un sustantivo femenino siempre que emplea uno masculino, sus discursos serían ininteligibles. Los femeninos, por otra parte, sólo los emplea en los sustantivos con denotación positiva. No habla, por ejemplo, de “los corruptos y las corruptas”, lo cual tendría que hacer si de verdad pensara que el masculino no puede representar a los dos géneros.

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