“El dinero es como un brazo o una pierna. O se usa o se pierde”.
Henry Ford
Parecería que lo peor que le puede ocurrir a un país es tener empresarios exitosos. Esto es por lo menos lo que sugieren algunos de los artículos que he leído en la prensa en los últimos días acerca del ascenso de Carlos Slim del lugar número 17 al cuarto en la lista de multimillonarios de la revista Forbes. Algunos de los comentarios que he leído, de hecho, me parecen indicativos o de estupidez o de una verdadera ignorancia acerca de cómo se genera la prosperidad de un país, de cualquier país. Muchos comentaristas, que deberían saber más del tema, suponen que la economía es un juego de suma cero; esto es, piensan que si alguien acumula dinero, alguien más se queda sin él. Por eso escriben artículos con los consabidos lugares comunes sobre cuánto dinero le tocaría a cada pobre si se repartiera la fortuna de Slim. Pero así no funciona la economía. Todo lo contrario: la riqueza genera riqueza. El primer paso para crear prosperidad es tener una adecuada acumulación de capital. Sólo cuando un país tiene empresas y empresarios exitosos puede producir los recursos para la realización de nuevas inversiones y la creación de empleos y de mayor prosperidad. El hecho de que Slim sea el cuarto hombre más rico del mundo -en caso de que los cálculos de Forbes sean correctos- no es la razón de la pobreza de México. Todo lo contrario: él y otros de los multimillonarios de la lista de esa revista han generado buena parte de la prosperidad que existe en nuestro país. Más que preocuparnos por el hecho de que un mexicano sea tan rico, deberíamos desear que hubiera más mexicanos en esa posición. De su actividad económica y de sus inversiones surgirían más avenidas para resolver el problema de la pobreza en nuestro país. Slim ha hecho su fortuna construyendo riqueza y no destruyéndola. Y el resultado ha sido positivo para México. Hoy hay en México decenas de miles de empleos que quizá no existirían si Slim no hubiera tomado los riesgos que asumió en cada momento de su trayectoria. En los años ochenta, cuando nadie quería invertir en México, Slim utilizó los pocos o muchos recursos que tenía para comprar empresas en problemas y darles la vuelta. Tras empezar con Galas de México, una firma de impresión, adquirió compañías como la cigarrera Cigatam, la cuprífera Nacobre y la comercial Sanborns. Su gran virtud en cada compra fue su capacidad para encontrar valor en empresas con problemas y darles la vuelta de manera dramática. Cuando compró Teléfonos de México, en 1991, Slim era ya un empresario de ligas mayores. En esa privatización derrotó estrechamente a Roberto Hernández, a quien casi todos daban como favorito en la licitación. Es muy fácil hoy despreciar el éxito que Slim tuvo con la telefónica. Mucho se dice que Telmex gozó de un monopolio temporal y que éste le dio una ventaja enorme. Quizá. Pero el hecho es que cuando el mercado se fue abriendo en sus distintos segmentos, Telmex supo reaccionar y ganar terreno gracias a una creciente competitividad. No deja de ser interesante la diferencia en destinos de AT&T, el viejo monopolio telefónico de Estados Unidos, que recientemente fue comprado por SBC, una de las compañías que originalmente surgieron de su escisión, y Telmex, que no sólo ha sobrevivido sino que se ha fortalecido en todos sus mercados. Slim no ha perdido la capacidad de encontrar gangas donde otros ven solamente pasivos. El desarrollo en viejas fábricas abandonadas de centros comerciales, como los de Cuicuilco y Plaza Loreto en la ciudad de México, es un excelente ejemplo. También lo es la compra y revitalización de las tiendas Sears. Sus compras de empresas sudamericanas de telecomunicaciones revelan esta misma búsqueda del valor oculto. El golpe más espectacular de los últimos tiempos fue su adquisición de acciones de MCI, la antigua World Comm, cuyo valor se desplomó por una serie de escándalos financieros. Slim entendió que, a pesar de los escándalos, había en la firma un valor oculto que tarde o temprano saldría a flote por lo que compró acciones cuando todo el mundo vendía. Y ahora que pretendientes como Verizon y Qwest se disputan el control de MCI, Slim está en camino de obtener una fuerte ganancia por su apuesta. Los recursos que ha acumulado Slim de ninguna manera han aumentado la pobreza en nuestro país. Por el contrario, han generado riqueza. Más que preocuparnos por tener a uno de los empresarios más ricos del mundo, deberíamos festejarlo y desear que hubiera más mexicanos con su visión empresarial.
TATIANA
La renuncia de Tatiana Clouthier es sin duda un golpe muy fuerte para el PAN. El partido debe tener cuidado de no perder su identidad como un partido de centro-derecha bajo la presidencia de Manuel Espino.
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