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Jaque mate/Pascual y la Corte

Sergio Sarmiento

“Es cosa fácil ser bueno:

lo difícil es ser justo”.

Víctor Hugo

La Cooperativa Pascual ha venido realizando una serie de movilizaciones para presionar a la Suprema Corte de Justicia para que falle a favor de esta empresa en un juicio de amparo. Su argumento, respaldado por un desplegado publicado este cuatro de noviembre por un grupo de intelectuales, es que si los ministros aceptan el amparo causarán un daño económico muy importante a una cooperativa que genera miles de empleos.

La Suprema Corte, sin embargo, no tiene la tarea de preservar el empleo sino de velar por el cumplimiento de la Constitución. Y el hecho es que los argumentos jurídicos para que prevalezca una expropiación que la Cooperativa Pascual promovió son muy endebles.

El caso tiene raíces lejanas. Pascual es una empresa mexicana de refrescos fundada en 1940 por el ingeniero Rafael Jiménez. La empresa se convirtió en la cuarta del país después de Coca-Cola, Pepsi y Mundet, pero la crisis de 1982 truncó su avance.

Tras la traumática devaluación de febrero, el presidente José López Portillo ordenó a las empresas que aumentaran en 30 por ciento los sueldos de los trabajadores. Pascual se negó argumentando que le era económicamente imposible. El sindicato llevó a la empresa a la huelga. Las juntas de conciliación y arbitraje, siempre obsequiosas con los gobiernos priistas, fallaron en contra de la firma y la liquidaron. El Gobierno de Miguel de la Madrid, que no deseaba quedarse con otra paraestatal, le ofreció al sindicato crear una cooperativa. Así surgió la Cooperativa Pascual SCL.

Jiménez falleció sin haber logrado recuperar su compañía. Pero los terrenos en el norte de la Ciudad de México en que se encontraban las instalaciones de Pascual no eran propiedad de la firma sino de la viuda, Victoria Valdés Cacho, por lo que no quedaron en manos de la cooperativa.

En un principio esto no importó a los líderes sindicales, quienes aprovecharon todas las ventajas que los regímenes del PRI otorgaban a las cooperativas. Las reglas del juego, sin embargo, cambiaron. En 1990 se eliminaron las exenciones fiscales a las cooperativas que le habían permitido a Pascual competir con ventaja frente a sus rivales. Aun así, Pascual, al contrario de otras tantas cooperativas, logró sobrevivir e incluso prosperar. Hoy la empresa la encabeza Salvador Torres Cisneros, un hombre que viene de abajo y que ha sido un bien administrador.

Pascual, sin embargo, tiene el problema de que sus instalaciones capitalinas se encuentran sobre los terrenos propiedad de la viuda de Rafael Jiménez. Mientras el PRI mantuvo control sobre los poderes del país, incluido el judicial, esto daba igual. Pero el hecho de que las instalaciones de la empresa estaban sobre un terreno ajeno adquirió importancia cuando los tribunales empezaron a independizarse de la Presidencia de la República.

La Cooperativa trató entonces insistentemente de comprar los terrenos a la viuda, pero ésta, que sin duda recuerda el despojo a su marido, se negó a aceptar las ofertas. El Gobierno perredista de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal buscó ayudar a la cooperativa a la vieja usanza, decretando en 2003 la expropiación de los terrenos, no para darles un uso público sino para entregarlos a la empresa. La viuda, sin embargo, se amparó.

Una juez de primera instancia falló a favor de doña Victoria, pero ante el recurso de revisión el caso se ha ido a la Suprema Corte. De ahí las movilizaciones de la cooperativa y los desplegados de intelectuales que buscan presionar a los ministros.

Lo que van a decidir los ministros es de importancia capital. El asunto de fondo es si los gobiernos tienen el derecho expropiar predios no para utilidad pública, como establece la Constitución, sino para beneficiar a una empresa privada.

La Cooperativa Pascual ha tomado ya medidas para prepararse para un fallo en contra. Además de una nueva planta en Querétaro, en junio de este 2005 inauguró otra en un terreno de 52 mil metros cuadrados en Tizayuca, Hidalgo, suficiente para albergar todas las operaciones de la empresa. Pero la mudanza costaría dinero y la empresa busca evitar ese gasto. Por eso organiza manifestaciones y recluta los servicios de nuestros siempre dispuestos intelectuales para presionar a los ministros de la Corte. Habrá que ver si los ministros ceden a la presión.

TIEMPOS NUEVOS

Es símbolo de los nuevos tiempos. El viernes pasado se reunieron a desayunar los hijos de Lázaro Cárdenas, el presidente socialista, y Salvador Abascal, el dirigente sinasquista. El perredista Cuauhtémoc Cárdenas y el secretario de Gobernación Carlos Abascal se reunieron a desayunar en casa del primero. El desayuno subrayó que el país ha dejado atrás los agravios de la década de 1930.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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