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Jaque mate/Primavera

Sergio Sarmiento

“Me gustaba respirar la primavera como

si oyera la palabra de Dios”.

Rainer Maria Rilke

Ya es oficial. El equinoccio vernal ha venido y se ha ido. Los días empiezan a ser más largos que las noches. Estamos en primavera.

Cuando yo era joven -insensato de mí- ésta era la época del año que más odiaba. Primavera era el tiempo estiaje, de un calor enorme que tenía que aguantar mientras me movía agobiado en transporte público, de las grandes tolvaneras que llegaban a la Ciudad de México desde el lecho seco del lago de Texcoco. Casi no podía esperar a que llegaran mayo o junio, cuando las primeras lluvias refrescaban por fin el ambiente.

Conforme me he hecho viejo, sin embargo, me he vuelto un entusiasta de la primavera. El calor ya no me molesta tanto, quizá porque no tengo que hacer grandes travesías en los atestados servicios de transporte público de la ciudad. Las tolvaneras, por otra parte, ya no existen: en nuestro país nadie nota las cosas cuando mejoran, pero el lecho del lago de Texcoco ha sido en buena medida restituido y ello ha puesto punto final a esas nubes de polvo que ahogaban a mi ciudad.

Debo reconocer, sin embargo, que mi verdadero entusiasmo por esta época de primavera es producto de la transformación que sufren las jóvenes. Sus ropas se han venido aligerando ya en las últimas semanas, pero en estas últimas semanas de marzo alcanzan su mínima expresión. Pocas cosas hay tan bellas en la vida como una chica que camina, exhibiendo esa confianza en sí misma que sólo la juventud puede dar, ataviada con una falda corta y una camiseta de tirantes.

La primavera es la temporada del amor y por lo tanto de la vida. Esto lo vemos en la naturaleza misma. Los árboles que perdieron su follaje en el invierno lo recuperan. Muchas especies de animales se aparean solamente en esta época.

De hecho hay razones para pensar que en tiempos remotos los hombres y las mujeres también hacíamos el amor principalmente en la primavera. En los albores de la humanidad el frío obligaba a las familias a permanecer encerradas en cavernas durante buena parte del invierno. Sólo la primavera hacía posible escapar a esos refugios oscuros y malolientes para permanecer más tiempo en exteriores.

Los jóvenes y las jovencitas de distintas familias se encontraban por primera vez en la primavera y pronto empezaban a tener relaciones sexuales. En el verano y el otoño había que cazar y recolectar víveres suficientes para aguantar el encierro del invierno. Y mientras tanto los embarazos de la primavera maduraban. Al llegar el invierno había que buscar refugio nuevamente en las cavernas, donde nacían los niños concebidos nueve meses antes. Al llegar una vez más la primavera el ciclo volvía a empezar.

En el mundo contemporáneo esa situación ya no existe. Así como la luz eléctrica ha hecho que se desmorone el ciclo circadiano -esto es, el de 24 horas que dejaba la noche para dormir y el día para trabajar- también los avances de la tecnología han hecho que el ser humano se aparee, trabaje y dé a luz en cualquier momento del año.

Pero algún vestigio nos queda de esos tiempos antiguos. El hecho es que en la primavera hay más romances y los hombres y las mujeres se muestran más dispuestos para el amor. Ni siquiera en el verano, con el calor más acentuado que se registra en buena parte del mundo -aunque no en mi ciudad de México-, se aprecia ese entusiasmo por el amor que es característico de la primavera.

Yo hace tiempo que adopté la primavera como la época del año que más me gusta. Hay algo en el ambiente que me llena de vida. El simple hecho de que los días sean más largos genera una alegría especial. Sólo así se puede entender la sonrisa pícara de esas chicas que se pasean ligeras de ropa por las ciudades generando suspiros y sueños.

Hay, por supuesto, gente que ve la primavera como una amenaza, que se molesta ante la mayor coquetería y atrevimiento de jóvenes y jovencitas, que se inquieta por los galanteos que se multiplican en esta temporada. Pero se trata de personas que no han entendido que el amor es la fuerza de vida más fundamental que existe. En el momento en que se extingue el amor -o incluso la ilusión por el amor- la vida está a un paso de desaparecer. Por eso la primavera es la época en que se renueva la vida, ya que es la época en que se renueva el amor.

CUMBRE

Mañana, 23 de marzo, se reunirán el mexicano Vicente Fox, el estadounidense George Bush y el canadiense Paul Martin en el rancho de Crawford, Texas, de Bush. No es mucho lo que se espera de la reunión. Pero el formato de tener a tres mandatarios juntos suele ser productivo. Ni las cumbres grandes ni las reuniones bilaterales suelen ofrecer las condiciones necesarias para que se propongan iniciativas realmente importantes. Un trío, sin embargo, es más flexible.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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