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Jaque mate/Reformal Fiscal

Sergio Sarmiento

“Esperar sentido común

en la gente es una prueba

de no tener sentido común”.

Eugene O’Neill

Si usted quiere tomarse un tequilita en estos días patrios sin pagar en exceso, le recomiendo que lo haga en Los Ángeles o en Nueva York. Ahí le saldrá más barato que en la Ciudad de México o en Guadalajara. No es que estén produciendo ya tequila en California o en Nueva Inglaterra, abatiendo el costo de transporte, sino que el impuesto que se cobra a ese producto es allá muy inferior.

De nada sirve que en protesta por esta situación decida usted tomarse una buena cerveza en lugar del tequila. También le costará más cara en Monterrey o en Córdoba que en Dallas o en Washington. Poco importa que se tome una mexicanísima Superior o una Corona. También en la cerveza el impuesto allá es más bajo.

Si prefiere hacer un viaje para olvidarse de los altos impuestos, ni lo intente. En México pagará mucho más impuesto por ese viaje que en Estados Unidos o en otras partes del mundo.

En materia fiscal sufrimos en México el peor de los mundos posibles. Tenemos tarifas fiscales muy altas, pero el Gobierno recauda muy poco. Y no sólo recauda mal, sino que gasta peor.

Las clases medias cautivas que pagan la mayor parte del impuesto, reciben pocos o ningún servicio del Estado. A través de sus impuestos cubren, por ejemplo, el costo de la educación pública y de los servicios de salud; pero es tan mala la calidad de éstos, que deben pagar también servicios privados de educación y salud. Pagamos así dos veces por el mismo servicio.

Para colmo, el sistema fiscal mexicano es tan complejo que el costo de cumplir se vuelve prohibitivo. No sorprende que haya tantos mexicanos que simple y sencillamente prefieran mantenerse al margen de la economía formal.

México sería un país más eficiente y próspero si tuviéramos un sistema fiscal más sencillo y justo. Una reforma fiscal real, que simplificara y aplicara tasas impositivas competitivas, generaría empleos al fomentar la actividad económica. Pero nuestros políticos no sólo se niegan a ello sino que se empeñan en complicarlo y volverlo más oneroso.

Para muestra está la propuesta de un nuevo gravamen -lo que se ha dado en llamar un impuesto “ecológico”- para la cerveza. Éste haría todavía más cara la cerveza mexicana y reduciría las ventas de una industria que genera 900 mil empleos directos e indirectos.

La experiencia es clara. Los impuestos punitivos son contraproducentes. Más de la mitad del precio de las bebidas alcohólicas, por ejemplo, está representada por impuestos; pero lo único que se ha logrado con esto es aumentar el contrabando y la producción ilegal y sin controles sanitarios, con lo cual se dañan la industria formal y la salud de los mexicanos.

La alianza que han montado los sindicatos para impedir que se cobre Impuesto Sobre la Renta a las prestaciones es un ejemplo más de cómo los grupos de poder maniobran para beneficiarse sin importar el daño al país. Lo más lógico y lo más justo es que todos los mexicanos paguemos el mismo impuesto sobre el mismo ingreso, sin importar si éste se percibe en efectivo o en especie. Las “prestaciones sociales” son una forma de ingreso cuyo único propósito es evadir el pago de impuestos. El actual sistema castiga a los trabajadores de empresas pequeñas y medianas, que ganan más en efectivo, porque los obliga a pagar más impuestos que quienes laboran en compañías grandes y tienen más prestaciones.

Las empresas y muchos ricos tienen también tratos preferenciales. Las mayores elusiones en nuestro país se llevan a cabo al amparo de las disposiciones que exentan las transacciones en bolsa y las que permiten la transferencia de las pérdidas fiscales de las empresas a otras personas morales.

Una reforma fiscal a fondo y verdadera, que bajara tasas pero eliminara exenciones, tasas cero, deducciones, tratos especiales e impuestos punitivos, promovería una mayor actividad económica. Haría que las decisiones de las empresas y las personas con actividad económica se orientaran a mejorar su desempeño en lugar de a reducir la carga impositiva, como ocurre ahora.

Nuestros políticos, que tanto afirman actuar para el bienestar de los mexicanos, deberían quitarse las máscaras. O hacen la reforma fiscal que requiere el país, sin prestar atención a las presiones de grupos de poder, o reconocen públicamente que no tienen intención de promover una economía más eficiente, más competitiva y más próspera.

ARRAIGO

El arraigo, especialmente cuando se hace fuera del domicilio de la persona, es una clara violación a la Constitución que establece que sólo se puede detener a una persona durante 72 horas sin presentarle cargos formales. Hace bien la Suprema Corte de Justicia en revisar la constitucionalidad de la práctica.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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