“Yo entiendo que Creel
quiera ser presidente
de México, pero mejor
que se calle la boca”.
Daviv Penchyna
No sorprende la decisión del PRI de eliminar los candados en sus estatutos que impedían a sus legisladores votar por una reforma fiscal y una reforma energética. Los dirigentes priistas están viendo una verdadera posibilidad de retorno a Los Pinos en 2006. Y ellos -como cualquiera que entienda de economía- saben que, independientemente de las posiciones ideológicas, México necesita con urgencia esas dos reformas.
Roberto Madrazo, el presidente del PRI, logró que esos candados se eliminaran de los estatutos del PRI sin que hubiera demasiado ruido. Pero el secretario de Gobernación, Santiago Creel, pecó de ingenuidad o de perversidad cuando invitó a los priistas a sentarse de inmediato con el Gobierno panista a negociar la Reforma Energética. David Penchyna, secretario técnico del Consejo Político Nacional del PRI, tenía la razón cuando señaló que Creel “no sólo está echando a perder una oportunidad” para la Reforma Energética “sino que la está complicando... al grado de que la puede echar por tierra”.
Efectivamente, el tema es muy delicado en lo político. Lo ideal en este caso habría sido llevar a cabo una negociación discreta, conducida por verdaderos conocedores del tema, y sólo cuando hubiera acuerdos razonables dar a conocer los resultados. El llamado de Creel para empezar negociaciones inmediatas parecía más destinado a descarrilar la reforma que a promoverla.
La verdad es que a cualquier Gobierno de cualquier partido le conviene que se hagan reformas estructurales que vuelvan más competitiva la economía mexicana. Todos se beneficiarían de un sistema que promoviera una mayor generación de riqueza. México requiere una Reforma Fiscal que le genere mayores recursos al Estado y la manera más eficaz de mejorar la recaudación es a través de un IVA sin excepciones. México necesita también aumentar de manera dramática la inversión en energía y esto no se podrá lograr mientras existan las actuales restricciones a la inversión privada en este campo.
Los priistas no son ciegos. Ellos mismos se dan cuenta de la necesidad de llevar a cabo las reformas. De hecho, hace seis años éstas eran promovidas por un Gobierno priista y eran los panistas quienes la rechazaban. Hoy las posiciones han cambiado, pero más porque ninguno de los dos principales partidos del país, el PRI y el PAN, desea aceptar que el otro se cuelgue la medalla.
El PRD es el partido que, por razones ideológicas, tiene más razones para cuestionar las reformas. Pero no estoy seguro de que si llegara al poder persistiría en su posición. Cuando Cuauhtémoc Cárdenas estuvo al frente del Gobierno del Distrito Federal investigó la posibilidad de apoyar una nueva planta privada de generación de electricidad en Morelos que le proporcionaría a la Ciudad de México, para sus servicios públicos, electricidad más barata que la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. El senador perredista Demetrio Sodi de la Tijera considera que tanto la Reforma Fiscal como la energética son indispensables y afirma que de lo que se trata es de definir cómo se harían. A nivel internacional, por supuesto, la izquierda ya no mantiene los dogmas del pasado sobre los monopolios estatales. En España fue el socialista Felipe González quien privatizó las empresas energéticas.
Los medios de comunicación le prestamos demasiada atención a Manuel Bartlett y a sus acólitos en el PRI que ruidosamente se oponen a las reformas. Pero muchos priistas, particularmente quienes han tenido responsabilidades gubernamentales o que conocen realmente la situación del sector energético o fiscal, entienden la necesidad de hacerlas. Por eso se aprobaron finalmente unos estatutos en los que, cuando menos, ya no se incluyen los candados que la XVIII Asamblea estableció para las reformas.
Estos priistas se dan cuenta de que si un correligionario ocupa la Presidencia de la República en 2006 necesitará las reformas. Por eso no sorprendería que éstas se hicieran antes de que termine el actual sexenio. Quizá lo más lógico sería que se legislaran después de las elecciones del dos de julio de 2006 pero antes de la toma de posesión del próximo presidente. Lo que es una lástima, sin embargo, es que los partidos políticos no estén dispuestos a aceptar reformas que beneficien al país cuando éstas tienen lugar en momentos en que otro partido se encuentra en el poder.
MUJERES
No se trata de dar a las mujeres tratos especiales sino igualdad de oportunidades. De poco sirven las cuotas. Lo importante es que las mujeres tengan igual acceso a la educación y al mismo sueldo que los varones por el mismo trabajo. Es indispensable también que la violencia contra las mujeres sea realmente castigada.
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