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Jaque mate/Soberanía

Sergio Sarmiento

“El patriotismo es el último recurso de los bribones”.

William E. Gladstone1

El presidente Vicente Fox propuso esta semana una serie de medidas para atacar los problemas generados por los altos precios del gas natural y del petróleo. Algunas son simples paliativos, como establecer controles de precios y otorgar subsidios a los consumidores industriales y familiares. Pero otras sí son de fondo, como las que buscan promover la inversión privada en la explotación del gas natural y en la infraestructura de ductos que tantos accidentes ha tenido en los últimos tiempos.

Uno podría pensar que la reacción de nuestros políticos nacionalistas sería aceptar estas medidas con beneplácito. Serían ellos, presuntamente, los primeros interesados en fortalecer la oferta de gas natural en la economía nacional y en modernizar la infraestructura de ductos para evitar los accidentes que tanto daño económico y humano han causado.

Los políticos que navegan bajo la bandera del nacionalismo, sin embargo, han sido los que han cuestionado la parte de fondo de este programa. Su pretensión, dicen, es cuidar la soberanía de nuestro país. Pero si de verdad logran su objetivo, si realmente impiden una mayor inversión en gas y ductos, el resultado sería debilitar enormemente la soberanía nacional.

Un gran número de mexicanos sigue manteniendo la mentalidad que plantea que resguardar la soberanía de un país equivale a impedir la inversión privada, sea nacional o extranjera. La verdad es que no hay conexión lógica entre una cosa y la otra; por el contrario, resultan contradictorias. La soberanía es la capacidad que tiene un país para tomar decisiones de manera independiente y sin ceder a los intereses de otras naciones. Pero la experiencia nos dice que los países más soberanos son los que tienen una mayor fortaleza económica. Y ésta, en lugar de disminuir, se incrementa con la inversión privada.

Esto lo estamos constatando en el caso del gas natural y de la gasolina. Una política supuestamente nacionalista impidió durante décadas que se hicieran inversiones privadas en hidrocarburos y, en general, en campos considerados estratégicos, como la electricidad.

Esto, en lugar de fortalecer a nuestro país, lo debilitó notoriamente. En parte como consecuencia de ésta y de otras políticas miopes, México es hoy una nación pobre y con una pésima distribución de la riqueza.

Hoy tenemos el problema concreto de que debemos importar gas natural y gasolina cuando, con otras reglas de inversión, seguramente los estaríamos produciendo aquí. El aumento en los precios de estos dos productos en Estados Unidos, consecuencia en parte de una escasez estructural que se ha manifestado en los últimos dos años pero también de la destrucción ocasionada por el huracán Katrina, nos está haciendo pagar ahora precios enormes.

El gas natural que estamos importando de Estados Unidos alcanza hoy cotizaciones superiores a los 11 dólares por millón de BTUs, mientras que las empresas de los países de Sudamérica pagan precios inferiores a los tres dólares. En la gasolina, Pemex está teniendo que comprar el combustible en Estados Unidos sólo para revenderlo con una pérdida en nuestro país. Qué manera más absurda de desperdiciar el dinero público en una nación con tantas necesidades como la nuestra.

¿Queremos un país más próspero y soberano? Una mejor política energética nos ayudará sin duda. La primera medida que tendríamos que tomar es abrir definitivamente la explotación de gas natural y producción de gasolina a la inversión privada. Esto no significa abandonar la propiedad de la nación sobre los hidrocarburos, ya que se cobraría una regalía por la extracción de gas o de crudo como se hace todos los países del mundo, pero se facilitaría la producción de estos bienes que tanto necesitamos. Otra medida indispensable sería promover la construcción de plantas regasificadoras, como la que Chevron está empezando ahora junto a la isla de Coronado, en Baja California, lo cual nos permitiría importar gas de Sudamérica y otros países del mundo.

El problema surge cuando nuestros políticos quieren hacer prevalecer la ideología sobre la razón. El resultado es debilitar a nuestro país al reducir la fortaleza de nuestra economía. Los mexicanos debemos exigir a nuestros políticos que dejen de pensar con una mentalidad decimonónica y que tomen las medidas concretas para fortalecer nuestra soberanía aumentando nuestra prosperidad.

SICARTSA

La huelga de Sicartsa se levantó después de dos meses y medio de parálisis. Pero el costo fue enorme. La empresa otorgó un aumento de 42 por ciento: ocho por ciento en salario y 34 por ciento en prestaciones. Esto puede funcionar con los actuales precios del acero, pero cuando caiga el precio la planta puede dejar de ser rentable.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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